La implosión de la política mendocina: desgastados, peleados y reconfigurados

Alfredo Cornejo ya no es la novedad como en 2015 y deberá lidiar en la campaña con la mochila de ocho años de gestión de su proyecto político. Omar De Marchi armó un frente en el que mandan las contradicciones y algunos más que sumar parecen restar. El peronismo demuestra que siempre puede caer más y ninguna de sus máximas figuras se quiso arriesgar a un papelón.

La implosión de la política mendocina: desgastados, peleados y reconfigurados
Ilustración: Gabriel Fernández.

Lo que hace seis meses parecía escrito, se borró, se volvió a escribir y ya nada es igual. La política mendocina experimentó durante abril su propio Big Bang. No es para ilusionarse. No se trata de una renovación o una proceso de depuración. Pero sí hubo un reconfiguración profunda de los actores. Del oficialismo y la oposición.

El camino allanado hacia el tercer mandato que parecía abrirse al oficialismo a fines de 2022, ante la aproximación del año electoral, se transformó en una huella con espinas. No habrá paliza. No habrá un “vamos por todo”, nunca explicitado pero sí deseado como los dos tercios de las cámaras legislativas. Hoy apenas se ilusionan con un triunfo módico, ante una oposición más fragmentada.

De aquella competencia de tres que hubo en la general de 2015, con Cambia Mendoza, el Frente para la Victoria y el FIT, se pasó a cuatro en 2019 con la aparición de Protectora. ¿El resultado? La brecha entre el primero y el segundo se amplió.

Este año, serán cinco los jugadores, pero no porque haya nuevos participantes reales sino por la reconfiguración de los últimos días. O sea, distintos de aquellos pero casi iguales.

En los últimos cuatro años, Cambia Mendoza perdió a buena parte de sus socios originales. La versión 2023 es una expresión que contiene a su columna vertebral, la UCR, con los retazos que fueron quedando de sus socios originales. Todos los aliados que perdió están hoy en esa nueva coalición que es “La unión mendocina”, que lidera Omar de Marchi. Son la mayoría actores de reparto, en cualquiera de los lados de la grieta que elijan estar.

La nueva alianza también sumó a peronistas que en 2015 fueron candidatos del Frente para la Victoria. Los casos más llamativos son los de Diego Martínez Palau, que aquel año fue candidato a vicegobernador, y Jorge Giménez, que entonces ganó y accedió a su cuarto mandato consecutivo como intendente de San Martín. Ahora intentará un quinto período, pero aliado a macristas, demócratas y una multiplicidad de socios que sería interminable mencionar.

El peronismo tampoco es el mismo. En su caso, no tuvo una fuga de socios, apenas algunos dirigentes marginales o marginados. Pero lo que si perdió fue competitividad. Los casi 40 puntos de 2015 bajaron a 35 en 2019 y esta vez podrían precipitarse a como mucho 23 o 24 según los más optimistas. Una tragedia electoral.

El Frente de Izquierda y los Trabajadores, que hace ocho años quería ratificar la gran elección de 2013, ahora se contentará con superar el 3% necesario para participar de la final. Y el lugar de Protectora lo ocupa el Partido Verde, con algunos de los integrantes de la agrupación que lideró y estrelló José Luis Ramón.

Todos en baja. Todos peleados. Todos lejos de la agenda real de los mendocinos. Un analista de la política local, con resultados de encuestas en la mano, advierte sobre la divergencia entre lo que la dirigencia política exhibe y lo que esperan los ciudadanos: “A la opinión pública no la movilizan las internas, ni nada de esto que se está viendo ahora. Al contrario, lo ignora o lo cuestiona. Su interés pasa por lo que ocurre con su vida y la economía”.

Mochilas

Alfredo Cornejo ya no es el mismo de 2015. No expresa lo nuevo, ni tiene un oficialismo al que criticar por sus desaciertos. Él es el oficialismo. Aquella invitación al cambio expresada en el nombre de la coalición que encabeza podría esta vez volverse en contra. Cambiar es votar contra él. Y en los focus group ya se detecta esa predisposición a buscar lo nuevo.

El desgaste de ocho años, una agenda de propuestas que se repite y una gestión, la actual, difícil de defender son mochilas con las que deberá cargar en la campaña. Tiene a su favor, según los mismos estudios del electorado, que muchos de los que ven la necesidad de un cambio no encuentran en la oposición una opción real. También que el odio que sienten por él parte de la dirigencia política y algunos empresarios, que es el germen de “La unión mendocina”, no se traslada linealmente a la sociedad.

La elección de la candidata a vice dejó dudas en muchos en el oficialismo, que hubiesen preferido otro perfil. Hebe Casado integra las filas de los “halcones”, como Cornejo, y no parece aportar más que su identificación con el Pro. Una forma de cubrir la salida de De Marchi. En el entorno del candidato radical dicen que tuvieron en cuenta como valor destacado que es una mujer profesional y que trabaja en el sector privado. También que es del Sur.

La balanza terminó de inclinarse por Casado cuando Daniel Orozco fue anunciado como vice de De Marchi. “Hebe es el contraste”, dicen. Los observadores creen que Cornejo eligió posicionarse bien a la derecha para ocupar esa franja que nadie más defenderá y que De Marchi parece haber abandonado al romper con el Pro.

Búmeran

A De Marchi y Orozco no sólo los une el haberse sentido desairados por Cornejo. También cómo los veían en sus partidos. El lujanino era considerado un populista por sus rivales internos del Partido Demócrata hace dos décadas. Al lasherino le pasaba lo mismo hasta hace dos días en la UCR. Eran, traduciendo esa definición de politólogos, los más peronistas en sus respectivos entornos.

La incorporación de Orozco asegura a De Marchi un caudal de votos en Las Heras que nunca hubiese obtenido. El intendente es hasta ahora bien visto por sus vecinos. Y detrás de su decisión de irse está el ninguneo que sintió: Cornejo hizo que declinara su aspiración de ser candidato a gobernador, nunca lo consideró como vice y no avalaba al sucesor que había elegido para seguir controlando el municipio, con todo lo que eso implica.

Ahora, deberá hacer todo lo posible para que Martín Bustos venza en la interna al peronista Martínez Palau para mantener ese control.

Pero antes deberá ocuparse de la gestión municipal, que últimamente ha manejado a la distancia: la renuncia de todos los radicales que decidan no seguirlo en su aventura personal vaciará su gobierno. Dicen que no tiene cómo cubrir las vacantes. El golpe de efecto del jueves puede volverse en contra y ser perjudicial.

Así como sumar a Orozco, según la foto de hoy, puede favorecer a De Marchi y hacerle subir algunos puntos en las encuestas que hasta ahora le daban como mucho 15%, la decisión de Sebastián Bragagnolo de no ir por la reelección abre un interrogante en Luján. El radicalismo apostará todo a ganar allí para quitarle su bien político más preciado.

Aunque fundamentada en una decisión personal y familiar, no deja de resultar extraña la salida de Bragagnolo. Además de ser su sobrino, en la última década fue el discípulo, aliado y alfil de De Marchi. “Se cansó, se hartó, no quería saber nada con la ruptura”, dicen en el Gobierno.

De Marchi deberá lidiar aparte con las contradicciones discursivas que le generará la incorporación de peronistas a los que enfrentó y denostó en 2015 por ser parte del gobierno de Paco Pérez. Hay sumas que restan.

Y no sólo eso: Giménez es hoy funcionario del gobierno nacional, o sea de Alberto Fernández, Sergio Massa, la inflación del 100% anual y el dólar a $440.

“De Marchi debió irse de Cambia Mendoza hace dos años si quería armar algo fuerte. Ahora ya es tarde para cumplir con todo el proceso de construcción de un frente serio y coherente”, analiza un consultor que hace encuestas para varios dirigentes.

Subsuelo

Tanto como lo de Orozco y lo de Bragagnolo, sorprendió el candidato a gobernador que el kirchnerismo duro llevará a las PASO: Omar Parisi. Otro ex demócrata que se suma al escenario electoral, acompañado por el senador Lucas Ilardo. Dedicado a manejar una estación de servicios de Alfredo Vila (h) y cercano a Carlos Ciurca, su inclusión en la fórmula parecía más destinada a una negociación que a una interna.

Sin diálogo con La Cámpora, los intendentes no K debatían al cierre de esta columna una fórmula detrás de la cual encolumnarse y a la vez esconderse para no asumir el costo de una derrota. Sonaba Guillermo Carmona como cabeza, pero nada era seguro.

Hace una década que el PJ parece atravesar su peor momento. Lo insólito es que cada vez cae más. Así como el dólar inevitablemente sube, el peronismo indefectiblemente baja y no encuentra su piso. Esa descomposición se hizo evidente en el cierre de listas: ninguna de sus figuras más fuertes se quiso arriesgar a ser candidato a gobernador para evitar un papelón.

Este Big Bang que la misma política se ocasionó tendrá un condimento extra en estas elecciones por la única reforma que pudo concretar Rodolfo Suárez y lo trascenderá: la boleta única. La gente, como nunca antes, tendrá la posibilidad de elegir sin los límites de la lista sábana ni la imposición de los aparatos clientelares.

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