Los recientes anuncios sobre la reestructuración del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) y la implementación de un sistema de trabajo por proyectos, más flexible y adaptado a las necesidades actuales, en línea con las demandas de la sociedad, prometen ahorros para el Estado. Tal como se ha prometido se busca eliminar los bolsones de improductividad y mejorar la eficiencia en todos los aspectos.
Sin embargo, es necesario recordar que el IDR es el único organismo que brinda información y estimaciones de cosecha para la fruticultura, proporcionando pronósticos con datos esenciales para que un productor pequeño tenga un escenario más o menos confiable sobre el valor de su producción.
Al igual que en la vitivinicultura, es probable que muchos grandes industriales consideren innecesarios los datos proporcionados por el Estado, ya que ellos disponen de sistemas de información más confiables. Sin embargo, es importante destacar que estos sistemas no están accesibles para todos, sino que son de financiación y uso privado.
Mientras que las grandes empresas tienen la capacidad de impulsar cambios y adaptar rápidamente sus estrategias, los pequeños agricultores suelen estar en desventaja. Dependen más que nadie de una información transparente y equitativa para competir en un mercado cada vez más complejo.
Si bien el principal objetivo de asumir esta reestructuración, según explicaron, es reducir costos y aumentar la eficiencia a través de la gestión de proyectos específicos y evitar la superposición de funciones con otras áreas del Estado, es esencial considerar la necesidad de que esta nueva estructura pueda garantizar una calidad superior y disponibilidad de información para todos.
La reestructuración del IDR es una oportunidad para innovar y mejorar los espacios que son fundamentales para el desarrollo agrícola y transformarlos en mejores versiones ajustadas los tiempos que corren. Por lo tanto, no debería traducirse en una reducción de los servicios esenciales para quienes más los necesitan.
Al contrario, es crucial asegurar que las nuevas estructuras no solo satisfagan las demandas del sector privado más relevante, sino también las necesidades de aquellos que dependen completamente de estos sistemas de información para tomar sus decisiones.