Días pasados, Los Andes de Mendoza publicó “Malvinas, antes que sea tarde”, de autoría de un diplomático retirado argentino. Puedo coincidir en que la hipótesis independentista de Malvinas que formula es una probabilidad, y entiendo que -seguramente- está siendo evaluada por la Cancillería argentina. Pero, estoy sorprendido -tratándose de un exfuncionario del país- por sus afirmaciones.
Nos dice que, en pocos años, se habrán de “cumplir dos siglos de ejercicio efectivo de soberanía británica sobre Malvinas” (sic) y no es así. En 2033 se cumplirán 200 años de la invasión británica del territorio argentino, en una ocupación y explotación que mantiene, contrariando varias resoluciones de las Naciones Unidas y, muy especialmente la Res. 2065, en la que se dejó en claro «la existencia de una disputa entre la Argentina y el Reino Unido (…) acerca de la soberanía sobre dichas islas» e invitó a ambos países a negociar y, el propio Acuerdo de Madrid de 1989 que indicó: «Nada (…) será interpretado como: a) Un cambio en la posición de Argentina acerca de la soberanía o jurisdicción territorial y marítima sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes (…) Ningún acto o actividad que lleven a cabo la Argentina, el Reino Unido o terceras partes como consecuencia y en ejecución de lo convenido, podrá constituir fundamento para afirmar, apoyar o denegar la posición de la Argentina o del Reino Unido acerca de la soberanía o jurisdicción territorial y marítima sobre las Islas Malvinas (…) y los espacios marítimos circundantes».
Es decir que, de ninguna manera puede afirmarse que el Reino Unido ha cumplido dos siglos de ejercicio efectivo de soberanía sobre las Islas Malvinas. Por razones que no detallo, hay una larga lista de derechos soberanos argentinos sobre las islas, pero agrego: El Reino Unido, contradiciendo la Res. ONU 31/49, avanzó ocupando 1.639.000 Km2 del Atlántico Sur más que los 11.410 km2 originales del archipiélago en disputa. La reciente presentación de Johnson respecto del Brexit, violando los acuerdos preexistentes con la Unión Europea (La Nación, 10/9/20) son una muestra acabada de con quién tratamos.
Las tropas argentinas no “ocuparon las Islas” -como dice- sino que recuperaron el territorio “ocupado” por el Reino Unido. En esa línea, el diplomático entiende que «es imprescindible incorporar a la mesa negociadora (…) a los isleños». Estos, no son parte, porque son habitantes británicos. No son una población originaria sino implantada y, en muchos casos, transitoria. Ello quedó reafirmado por dos hechos incontrastables: el status británico adquirido por los habitantes luego de 1982, y el referéndum de 2013 por el que estos aprobaron seguir perteneciendo al Reino Unido. No son un pueblo autónomo.
Crear -como propone- una “Casa Argentina en Malvinas” para mejorar el diálogo, sería inviable. No permiten allí banderas argentinas y se daría el absurdo de tener una “Casa Argentina en Argentina”.
Vayamos ahora al escenario que vislumbra: «la Corona británica, otorgando la independencia a Malvinas (refiere a las Falklands Islands) e integrándolos a la Comunidad Británica de las Naciones» ¿cómo se compadece frente a la emergencia que plantea, tener «…mucha paciencia, diplomacia profesional y tiempo»? Les estaríamos dándoles los años necesarios para seguir fortaleciéndose económicamente. Es decir, lo mismo que ha hecho -salvo excepciones- la Cancillería en los últimos 55 años. Por el contrario y, teniendo muy en cuenta la hipótesis que enuncia, la Argentina debería crear un Ministerio del Atlántico Sur; actuar sobre la Unión Europea para que Malvinas quede afuera del libre comercio post Brexit; dar por finalizadas las “Declaraciones (el Acuerdo) de Madrid” y el Pacto Foradori-Duncan terminando con la Comisión de Pesca y cancelando los vuelos a Santiago y San Pablo que facilitan su comercio; reclamar el lucro cesante por la explotación de los recursos pesqueros (28 mil millones de dólares); iniciar acciones respecto de los Recursos Migratorios y la pesca ilegal (Indnr) de las especies originarias de Argentina; llamar a concurso para la pesca en la Alta Mar; rechazar el Acuerdo de Nueva York y, con ello, las Organizaciones Regionales (OROP) contrarias a la Constitución Nacional, que profundizarían la ocupación británica; sudamericanizar el Atlántico Sur a través de un Protocolo Adicional al Mercosur; revitalizar el Tratado del Río de la Plata; fortalecer el Tratado con Chile y acordar respecto del corredor bioceánico; establecer como delito penal la pesca ilegal; declarar zona de emergencia pesquera y ambiental en el área de Malvinas para impedir la pesca ilegal de los británicos; pescar con la flota argentina fuera de las 200 millas y los recursos que migran a Malvinas; dotar a la Armada y a la Prefectura de los elementos de persuasión; apoyar a la flota mercante y fluvial y la industria naval pesquera; modificar la toponimia en Malvinas, todas cuestiones que fortalecerían a la Argentina.
Dar a los habitantes de Malvinas el peor escenario para ser independientes y, ayudar al Reino Unido, a cumplir con la resolución 2065/65: discutir con la Argentina la soberanía de los archipiélagos.
* César Augusto Lerena es experto en Atlántico Sur y Pesca y ex secretario de Estado.