Las internas políticas de Ecuador y Argentina chocaron en la “grieta” que atraviesa a Latinoamérica. Por un lado, las trifulcas entre el correísmo y el anti-correísmo; por el otro, las del kirchnerismo con el antikirchnerismo. El choque entre los dos caos puso a Quito y Buenos Aires al borde de romper relaciones.
El primer choque entre ambas trifulcas internas ocurrió cuando los presidentes de Ecuador y Argentina eran Lenin Moreno y Mauricio Macri. El entonces embajador en Quito era Luis Juez, un dirigente de la coalición que lideraba Macri. Al frente del gobierno ecuatoriano estaba Lenin Moreno, ex vicepresidente de Rafael Correa que fue ungido candidato del correísmo por aquel mandatario, pero había roto relaciones con su mentor porque decidió saltar a la otra orilla de la grieta. Su relación con Macri era vigorosa, porque ambos compartían la vereda política opuesta a la del correísmo, Nicolás Maduro, Evo Morales, Daniel Ortega y el régimen cubano, además del kirchnerismo.
Luis Juez cometió un error grosero pero que, de no haber quedo en medio del fuego cruzado entre Lenin Moreno y Rafael Correa, no hubiese tenido el desenlace que tuvo: Juez dejó de ser el embajador en Quito. Correa no iba a perder la posibilidad de aprovechar el error de un embajador cuya caída golpeaba tanto a Macri como a Moreno.
En esta oportunidad, vuelven a chocar las trifulcas internas de ambos países. Para el gobierno anti-correísta de Guillermo Lasso, María de los Ángeles Duarte es una pieza clave en el tablero político ecuatoriano porque ha sido condenada por el mismo caso de corrupción que le mereció la misma sentencia a Rafael Correa, de quien primero fue ministra de Transporte y luego de Desarrollo Urbano y Vivienda.
Por eso cuando ingresó a la embajada argentina para no ser detenida, comenzó también un conflicto entre el gobierno ecuatoriano y el argentino.
Al ser recibido por Cristina Kirchner en su despacho del Senado, Rafael Correa le pidió que Argentina diera asilo político a su ex ministra. Cristina gestionó que Duarte reciba la condición de asilada. Cuando el gobierno otorgó el asilo, Ecuador protestó diciendo que esa consideración no podía darse a personas que no eran perseguidas políticas sino condenadas por corrupción.
El gobierno argentino argumentó que Bélgica dio ese estatus a Rafael Correa, que está acusado y condenado por la misma causa (sobornos de Odebrecht y otras empresas, además de aportes ilegales a la campaña electoral). Pero el estado belga aún estaría estudiando el pedido de Correa, mientras le permite residir en Bruselas en su carácter de marido de una ciudadana belga, la ex primera dama de Ecuador Anne Malherbe Gosseline.
Aunque Argentina le otorgó el asilo político, Duarte no pudo salir de la embajada porque el gobierno de Lasso no le dió el salvoconducto. Y lo que vino a renglón seguido fue que María de los Ángeles Duarte desapareció de la embajada argentina en Quito y apareció en la embajada argentina en Caracas.
Como la sede diplomática estaba custodiada por agentes ecuatorianos cuya misión principal era vigilar a Duarte, y debido a que funcionarios argentinos habían solicitado que esos agentes no revisaran los autos que entraban y salían de la sede diplomática por la incomodidad que generaban esas requisas, el gobierno ecuatoriano sospechó que fue el embajador Gabriel Fuks quien sacó a la prófuga de la embajada eludiendo la guardia policial. Por eso lo declaró persona non grata y lo expulsó del país, a lo que el gobierno argentino respondió expulsando al embajador de Ecuador.
Lo increíble es que resulte verosímil lo que informó en una sesión cerrada del Congreso ecuatoriano Juan Carlos Holguín, el canciller de ese país. Según Holguín, cuando le comunicaba a Fuks que tenía 72 horas para salir de Ecuador, Alberto Fernández llamó al celular del embajador expulsado y le pidió que le pasara con el canciller. A renglón seguido, el presidente argentino le explicó a Holguín que no fue su embajador en Quito quien planeó la fuga Duarte de Ecuador, sino el embajador argentino en Caracas, Oscar Laborde, un hombre leal a Cristina y La Cámpora.
Fuks respondería al presidente mientras que Laborde responde a la vicepresidenta. El diario Infobae informó sobre lo transmitido al Congreso de su país por el canciller ecuatoriano. Si esa información es cierta, Laborde y agentes de inteligencia venezolanos y cubanos planearon la operación para sacar a Duarte de Ecuador violando leyes ecuatorianas. Lo que no está claro es el rol de Gabriel Fuks.
Lo más desopilante es que Alberto Fernández sería la fuente que reveló la participación argentina en ese delito nada menos que por decisión de su vicepresidenta. Pero lo más grave es que semejante situación resulte creíble.
*El autor es periodista y escritor.