La llegada del ferrocarril a Mendoza: de bendición a amenaza mortal

En pocos meses el ferrocarril pasó de ser motivo de felicidad a sinónimo de amenaza porque el cólera avanzaba por todo el territorio nacional y el tren se convirtió en su aliado.

La llegada del ferrocarril a Mendoza: de bendición a amenaza mortal
La llegada del ferrocarril a Mendoza. / Imagen ilustrativa / Gentileza

El tren llegó a la ciudad de Mendoza el 23 de mayo de 1884, sin dejar de ser recibido con algarabía en medio de festejos públicos. Sin embargo, la inauguración oficial se produjo en abril del año siguiente y fue presidida por el presidente Julio Argentino Roca.

“Celebramos un acto de inmensa trascendencia para la República Argentina -dijo en su discurso-, no sólo bajo el aspecto económico y de la riqueza material, social y política de unión nacional que debemos cultivar (…) En la construcción de un ferrocarril no hay un suceso comercial y económico solamente sino también un suceso moral y político. Es cierto que el ferrocarril radica la paz y disminuye la causa de disensiones, acerca a los hombres, hace solidarios sus intereses recíprocamente y lleva el pensamiento, la ley y la acción de los grandes grupos que trabajan por el bien general, allí donde lo han menester”.

En aquella oportunidad no sólo se festejó, además se agasajo al presidente. Llegó a incluirse un poema en honor a Roca, pronunciado ante el tucumano por don Tomás Aragón.

El mismo se conserva en el Archivo Nacional. Parte de este señala:

“… Del carril fierro en Mendoza

Se hizo la inauguración

Y esta acción de tanta gloria

Me derrite el corazón

Por eso con razón fue

De la Estación a la plaza

Un pueblo civilizado

Que en alegría se abraza

La llegada del ferrocarril a Mendoza.
La llegada del ferrocarril a Mendoza.

(…)

Viva el presidente Roca

Que en su tiempo se hizo esta obra

Y así mucho le elegimos

Porque razón nos sobra.

Con su bella comitiva

Y viva el General Roca

Que hoy tenerlo en Mendoza

Esta gran suerte nos toca…”

Lamentablemente, sólo algunos meses más tarde el ferrocarril pasó de ser motivo de felicidad a sinónimo de amenaza. En 1886 el cólera, que había ingresado por el puerto de Buenos Aires, avanzaba por todo el territorio nacional y el tren se volvió su aliado.

Tomando recaudos, Mendoza prohibió el ingreso de las novedosas máquinas y sus pasajeros. Desde Nación se obligó al gobernador Rufino Ortega a levantar la medida y con ello la enfermedad hizo su entrada.

Del otro lado de la cordillera estuvieron al tanto. El 5 de diciembre de 1886 el Consulado chileno informó que hasta nuevo aviso quedaba suspendida la comunicación con Chile por la cordillera, debido a que el cólera se ha declarado en diversas ciudades de la República Argentina y que habían “sido suspendidas las cuarentenas por las autoridades argentinas, lo cual permite la comunicación directa por ferrocarril de Buenos Aires y Rosario con la ciudad de Mendoza”.

Cerraban el comunicado recordando que “la incomunicación es una de las medidas más eficaces para impedir la propagación del cólera”. ¿Les suena conocido? Seguro que sí.

*La autora es historiadora.

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