La maldita inflación argentina

Emitir dinero para pagar los permanentes y crecientes gastos del Estado, es igual a aquel individuo que paga sus deudas con cheques sin fondo.

La maldita inflación argentina
La emisión monetaria es uno de los problemas que genera inflación en el país.

Un dato concreto e indiscutible de la realidad nos dice que nadie puede soportar gastos crónicos anuales que superan al ingreso habitual de dinero. Se trate de una Empresa, una ONG, un templo religioso, una familia o una persona que vive sola. El Estado no escapa a esta ley de la realidad. Todos sin excepción están gobernados por la misma ley de la lógica y la matemática: No se puede gastar más de lo que entra. Digan lo que digan, hagan lo que hagan esta verdad tienen la consistencia del acero.

No se trata de ideologías, se trata de sentido común y fue por eso el presidente de Chile, el socialista Gabriel Boric, afirmó en su reciente visita a la Argentina que “el equilibrio fiscal es indispensable para la gobernabilidad”.

En nuestro país la casta política, sindical, empresarial que se ha enriquecido a costa del Pueblo, juntamente con la prensa complaciente, ha bastardeado el concepto de “orden fiscal” con el término “ajuste” convirtiendo a éste en una mala palabra y en un supuesto instrumento de dominación para doblegar a los argentinos. Pero lo cierto es que esto es simple tramposa demagogia populista y como ejemplo equivale a decir que la Ley de la gravedad, es injusta. Si hoy doña Rosa visita el Supermercado con cinco mil pesos para las compras de alimentos del mes, no podrá comprar por siete mil, porque simplemente no le permitirán llevarse la mercadería que excede su presupuesto.

La realidad es así, y negarlo en una necedad y carece de sentido común.

En mi opinión, emitir dinero para pagar los permanentes y crecientes gastos e inversiones del Estado es igual a aquel individuo que paga sus deudas con cheques sin fondos.

La enorme diferencia está en que esto último es delito, mientras que emitir dinero sin un crecimiento equivalente de la producción de bienes y servicios (PBI) es propio de demagogos amorales e irresponsables que carecen totalmente de aptitud para gobernar. La emisión sin respaldo en la creación de riqueza, causa un daño atroz a la sociedad porque con la inflación consecuente, se siente estafada porque el valor adquisitivo del dinero cae permanentemente. Por supuesto: los que peor la pasan y más sufren son los pobres, la clase media y los contratados por los movimientos sociales piqueteros.

Hace 77 años que Argentina gasta más de lo que entra y cubre los déficits del Gobierno con tres instrumentos diabólicos: suba permanente e indiscriminada de impuestos lo cual lleva a la recesión y huida de inversiones a otros países generando doloroso desempleo. Otro instrumento propio de un drogadicto es el sobre endeudamiento en cantidades obscenas: cuando se abusa de él como históricamente ha ocurrido, se genera el “default” y el país se funde perdiendo totalmente el crédito internacional. Así sólo resta exclusivamente el Fondo Monetario Internacional (FMI) como potencial prestamista. El otro instrumento de tipo criminal es la “maquinita de imprimir billetes” que como sabemos, abusando de ella la inflación y eventualmente la hiper, es inevitable. Hace 77 años que Argentina gasta más de lo que entra, cubriendo la diferencia con papel pintado o pidiendo prestado dinero que después no puede pagar. Eso ocurrió y sigue ocurriendo con peronistas, radicales, izquierdistas (Cámpora), militares y desarrollistas (Frondizi, Macri): el Gobierno de turno solicita a los bancos nacionales préstamos de cifras millonarias que se cuentan en billones (es decir en millones de millones) para esterilizar o mejor dicho para sacar del mercado, las enormes cantidades de dinero que el Banco Central vuelca en él para gastos del Estado. Gastos como la compra de un nuevo avión presidencial que se está negociando por el actual Gobierno según Diego Cabot (03/abril/22) el periodista que descubrió las coimas de la Causa “Cuadernos” o el incremento brutal de empleados públicos y creación de un nuevo Ministerio en la Provincia de Buenos Aires.

Para pagar estos gastos que sólo son ejemplo entre varios, entre otras formas de financiamiento, se utiliza dinero cuasi fiscal. A este mecanismo de endeudamiento le llaman “Leliqs” y potencia el déficit a través del llamado “déficit cuasi fiscal” para pagar los intereses anuales de las Leliqs. Es decir, que como una bola de nieve año a año, esa multimillonaria cifra de dinero adquiere la forma de una bola que crece “ad infinitum”. O sea, mientras esto no se modifique estructuralmente y el Gobierno gaste por lo menos la mitad de lo que actualmente gasta e invierte, seguiremos con la maldita inflación que sorprende a propios y extraños tanto en Paraguay, Chile, Brasil, Uruguay, como Bolivia. Sorprende también a periódicos con prestigio internacional como el Wall Street Journal, el Financial Times, El País (España), Le Monde, etc.

Entonces el problema no está en la inflación que es sólo una consecuencia sino en quienes la crean: la egocéntrica dirigencia política, y en menor medida la sindical, la empresarial y la prensa complaciente. Mientras esto no se modifique, la decadencia argentina continuará, sin prisa pero sin pausa.

Palabras como “austeridad” y moderación en el gasto, jamás están presentes en el vocabulario de los políticos y sindicalistas argentinos desde hace muchos años.

Sólo el Pueblo puede modificar esta penosa situación cuando llegue la hora de votar.

*El autor es diplomático de carrera retirado

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