¡Cuántas palabras usamos a diario, en locuciones y expresiones diversas que connotan significados solamente entendibles en nuestra comunidad hablante!
Hoy, me voy a referir a dos sustantivos que, similares en apariencia, pueden integrar frases hechas sumamente ilustrativas: ‘la manga’ y ‘el mango’.
En el título de la nota actual, he nombrado la ‘manga ancha’: a partir del valor denotativo del vocablo (“parte del vestido en que se mete el brazo”), se ha formado esa locución que no alude a la amplitud de esta parte de la prenda, sino que, metafóricamente, se refiere a la liviandad o excesiva indulgencia con que se procede en determinada situación: “Le pedí que fuera benévola y generosa y que tuviera manga ancha en este caso”.
Valor figurado posee también la locución ‘andar (algo) manga por hombro’, con la que se quiere señalar, coloquialmente, un gran desorden y abandono: “Apenas entré al recinto, advertí el caos reinante, ya que todo andaba manga por hombro”.
Una persona puede actuar solapadamente, valiéndose de alguien con destreza y disimulo, a fin de conseguir lo que desea, sin darlo a entender; se usa, en ese caso, la locución, hoy poco frecuente, ‘echar de manga’: “Tenía no sé qué intenciones, pero con disimulo lo echaba de manga”.
Existe también la expresión ‘hacer mangas y capirotes’, que posee también carácter coloquial y sirve para dar a entender que una persona es capaz de resolver y ejecutar un asunto con prontitud y caprichosamente, sin parar en dificultades o inconvenientes: “Ya sabemos cómo es ella, hace mangas y capirotes y no se detiene hasta lograr lo que desea”.
Hay que pensar, además, que ‘manga’ seguido de la preposición ‘de’ y un sustantivo, puede señalar, de modo coloquial y despectivo, a un grupo de personas: “En ese sitio hay una manga de ladrones”.
Cuando dos o más personas se juntan para un mismo fin, se puede usar sobre todo peyorativamente, ‘estar de manga’ o ‘hacerse/ir de manga’: “Creo adivinar sus intenciones: están reunidos porque se van de manga”.
A veces, la vestimenta formal es un requisito y no se puede ir vestido ‘en mangas de camisa”, esto es, cubierto en la parte superior del cuerpo con la camisa, solamente, o con camisa y chaleco: “Póngase el saco, no se admite a los hombres en mangas de camisa”.
Y, en referencia figurada a las prendas de vestir, se usa, para referirse a la timidez o cortedad de una persona, ‘ser más corto/a que las mangas de un chaleco’: “Ella no se anima a enfrentarlo porque es más corta que las mangas de un chaleco”.
Si alguien nos ‘tira (de) la manga’, no estamos diciendo que ha tratado de tironearnos por esa parte de la prenda, sino que nos ha pedido dinero prestado: “Está en franca bancarrota y anda tirándoles la manga a todos los amigos”. En relación con esta acepción, encontramos el verbo ‘manguear’, que la propia Academia define como “tirar la manga”. Además, hallamos el adjetivo ‘mangarrán’, equivalente a “holgazán, inútil”: “Ese mangarrán siempre anda mangueando a todo el mundo”.
Todos hemos oído las expresiones ‘sacar un as de la manga’ y, también, ‘tener un as bajo la manga’ que pertenecen al ámbito de los juegos de naipes y que se usan para indicar que se suele guardar una carta de mucho peso para usarla en un momento crucial de la partida. Sin embargo, aquí la locución da a entender que, en la vida social, una persona puede reservar un recurso valioso para aplicarlo en alguna instancia decisiva: “Cuando todo parecía perderse, el abogado sacó ese as de la manga e, inesperadamente, el asunto dio un vuelco”.
Dos locuciones dan cuenta de la participación en un asunto: ‘traer algo en la manga’ y ‘pegar mangas’: con la primera, se da a entender que se tiene un recurso pronto y a la mano, para usarlo cuando sea preciso; con la segunda, que se está listo para introducirse a participar en algo: “Es muy hábil, siempre trae algo en la manga en el momento justo”; “Ya no debe seguir esperando pues está listo para pegar mangas”.
Para entender qué significa ‘tener la sartén por el mango’, hay que recordar que el mango se define como la parte alargada o estrecha con un extremo libre, por el cual se puede agarrar un instrumento o utensilio; por otro lado, una sartén es un utensilio de cocina, que se usa para freír y que se toma por un mango para evitar quemarse. El verbo ‘tener’ significa aquí “mantener”. Figuradamente, la locución alude a que, en un grupo humano, hay alguien que manda y que tiene el poder de decisión sobre todos los demás. Por ello, en los refraneros españoles se incluyen las paremias “Da el sartenazo el que tiene la sartén por el mango” y “Serás el amo, si tienes la sartén por el mango”.
Se escucha con frecuencia la locución ‘al/hasta el mango’ que el Diccionario de americanismos define de diferentes modos: puede ser “a la máxima intensidad, velocidad o potencia”, como en “La música estaba al mango”; también, “con mucho trabajo u ocupaciones”: “Ese año estuve al mango de obligaciones laborales”; además, con respecto a un recipiente o a un lugar, indica que está muy lleno: “El salón se encontraba al mango”.
Existe una locución no muy divulgada entre los mendocinos, ‘zumbar el mango’, que significa “sorprender a alguien en un hecho o situación” y “reprobar una conducta”: ‘Lo encontraron robando, le zumbaron el mango’.
Finalmente, ‘de mango’ es una locución adverbial, que equivale a “gratuitamente”: “Entramos al espectáculo de mango”; ‘ser un mango’ puede indicar, referido a persona, que es dócil y que no opone resistencia ante las exigencias de otros; si se refiere a un asunto, que es fácil de abordar.
* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.