Los pronósticos más serios indican que recién entre marzo y mayo del año que viene el coronavirus bajará a categoría de epidemia en Europa y hacia fin del 2022 se transformaría en una suerte de gripe con la que habrá que convivir. El flamante jefe de Gabinete, Juan Manzur, sin embargo, aseguró que “si los números continúan asi, estaremos transitando el fin de la pandemia”.
Es la noticia que todos queremos escuchar. El anuncio que todos los gobiernos del mundo quieren hacer. No lo dijeron, pero fue la sensación cuando Manzur y la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, anunciaron una amplia gama de flexibilizaciones, impensadas hasta pocos días antes.
Desde el primer día de octubre se podrá estar al aire libre sin barbijo, aunque sólo en lugares donde no haya aglomeraciones. ¿Quién marca ese límite? ¿Cómo se evalúa el riesgo? Justo el barbijo que es un signo de estos tiempos. El barbijo que, por caso, dividía a seguidores de Donald Trump y Jair Bolsonaro, dos negadores del coronavirus y, por tanto, de cualquier medida para combatirlo (incluso las vacunas) de quienes se tomaron en serio esta pandemia global.
De pronto se puede todo, o casi. Los números acompañan. En un mes cayó 70% la cantidad de contagios diarios, aunque hay dudas sobre la cifra de testeos que se realizan. En la Argentina siempre se testeó menos de lo recomendado por epidemiólogos de referencia. También hay dudas por los escasos estudios genómicos que se hacen para identificar variantes del virus.
La vacunación avanza. En Mendoza ya se comenzó a inmunizar a chicos de más de 17 años sin comorbilidades. Más de 60% de los mendocinos tienen al menos una dosis y 44% ya completó el esquema de dos dosis. Jóvenes y niños son los más relegados. Igual, hay expertos que aseguran que el ritmo de vacunación ha caído en las últimas semanas en el país.
Los especialistas coinciden con flexibilizar, pese a la amenaza latente de la variante Delta. El principal argumento es la salud mental: asi se podrá descansar y aliviar a la gente para que cumpla si se deben decidir nuevas restricciones. “Los estados de ánimo, las sensaciones, la cabeza de nuestra sociedad está afectada por algo tan traumático” dijo el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, al evaluar las razones de la derrota electoral en las PASO. Junto a su equipo de salud fueron los más encendidos defensores de cierres y restricciones.
Tiene razón Kicillof, el reclamo de los padres por el futuro de sus hijos se hizo sentir en las urnas. Un informe del Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) revela que siete de cada diez alumnos de secundaria tienen dificultades para comprender un texto. La pérdida de días de clase profundizó este problema que existía pre-pandemia. Antes 52% de los chicos de 15 años tenía bajo rendimiento en lectura, ahora el porcentaje subió a 73.
Aperturas y cierres fueron parte de la grieta política. De improviso todos parecen coincidir. El buen clima y las buenas noticias les convienen a todos los oficialismos. La misma mañana de los anuncios se viralizó un mensaje por What’s App: “De pronto, sin previo aviso terminó la pandemia !! Qué eficaz la vacuna del 12 de septiembre. Por favor, no se olviden de la segunda dosis el 14 de noviembre !!”. El ingenio popular nunca duerme.
Inevitable no pensar en que las medidas anunciadas esta semana tienen que ver con la decisiva legislativa de medio término. Plata en el bolsillo de la gente y una vida lo más parecida a la normal suenan a excelente estrategia para dar vuelta una elección. Durante 60 días seremos testigos de un espectáculo proselitista en el que se utilizarán recursos del Estado a una escala nunca vista desde el retorno de la democracia.
El filósofo israelí Yuval Harari, en su artículo “Lecciones de un año de covid”, publicado en el diario La Vanguardia, de Barcelona, señala al fracaso de la política como uno de los datos centrales de estos tiempos pandémicos. “Demasiados políticos no han estado a la altura de esa responsabilidad”, asegura. “Ha faltado sabiduría política” concluye sobre la dirigencia mundial.
Nada que a los argentinos nos resulte tan extraño, con o sin pandemia. Hay vida después del 14 de noviembre. ¿Habrá alguien pensando en las consecuencias económicas y sanitarias de las medidas que se tomen? Vamos viendo.