La paz es la única batalla que vale la pena librar

El enfrentamiento limítrofe entre Argentina y Chile, culminó en 1984 con la firma del Tratado de Paz y Amistad, respaldado ampliamente por el pueblo argentino a través de un plebiscito que impulsaron el presidente Raúl Alfonsín y su canciller Dante Caputo. El 82% del pueblo argentino se expresó a favor de la propuesta pontificia.

La paz es la única batalla que vale la pena librar
El papa Francisco presidió una ceremonia por el 40 aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile por la disputa del canal de Beagle, donde deseó que el Tratado, que puso fin, gracias a la mediación vaticana, a un conflicto territorial hace 40 años, sea "un modelo a imitar" ante los actuales conflictos. EFE

En 1979, cuando Argentina y Chile estuvieron a solo media hora de enfrentarse en una guerra por el conflicto limítrofe en el canal de Beagle, surgió la figura del papa Juan Pablo II, cuya mediación impidió la tragedia. Fue un acto providencial que desactivó una confrontación militar inminente. Gracias a esto, generaciones de jóvenes argentinos y chilenos que estaban en las fronteras convocados para combatir sin saber por qué, se lo agradecerán de por vida al Papa, ellos y sus familias. Recuerdo la designación del cardenal Antonio Samoré como mediador, quien marcó el inicio de una etapa de diálogo y paz entre ambos países.

Ese proceso culminó en 1984 con la firma del Tratado de Paz y Amistad, respaldado ampliamente por el pueblo argentino a través de un plebiscito que impulsaron el presidente Raúl Alfonsín y su canciller Dante Caputo. El 82% del pueblo argentino se expresó a favor de la propuesta pontificia.

Desde entonces, el reconocimiento y la gratitud hacia Juan Pablo II ha sido unánime tanto en Argentina como en Chile. Para ambos, Juan Pablo II es “el papa de la Paz”. Por eso resulta incomprensible que en el 40° aniversario de este acontecimiento histórico, la decisión del gobierno argentino de no estar presente el canciller Gerardo Werthein en la ceremonia por una “desavenencia” con el presidente chileno Gabriel Boric, que “habrían” tenido en la cumbre del G20.

Los problemas personales del Presidente no deben interferir en la política internacional de la República Argentina, mucho menos en una fecha que simboliza la paz y la hermandad entre dos naciones vecinas. Por ello, desde acá pedimos perdón al papa Francisco que fue quien presidió la ceremonia el lunes 25 de noviembre, y también al pueblo hermano de Chile, con quienes compartimos el mismo libertador, José Francisco de San Martin, y la historia de una paz que pudo haber sido guerra.

Por eso señor presidente Javier Milei, humildemente le digo que la paz es la única batalla que vale la pena librar.

* El autor es Diputado nacional. Exembajador argentino en el Vaticano.

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