La supervivencia de la democracia depende de la habilidad de gran número de personas en acertar en elecciones realistas a la luz de información adecuada. Una dictadura, por otra parte, se mantiene mediante la censura o la distorsión de los hechos y apelando , no a la razón…sino a la pasión y al prejuicio. Aldous Huxley.
La prensa libre, la libertad de expresión son enunciados que no se discuten. Ahora bien, ¿de cuáles valores éticos hablamos?; nos referimos a la información producto de la inteligencia que descubre, investiga, analiza, configura y selecciona el dato o el hecho con responsabilidad y objetividad.
Estamos viviendo en escenarios extremadamente complejos a nivel mundial y nacional: violencia, terrorismo, pandemia fragmentación política, corrupción en gran escala, pobreza y crisis educativas.
Existen medios de prensa que en mayor o menor medida respetan la libertad del periodista para informar con imparcialidad, pero existen muchos más que perteneciendo a firmas políticamente comprometidas distorsionan la realidad según les convengan a sus intereses, gastando grandes fortunas, no siempre bien habidas, en manipular la información.
En estas circunstancias: ¿qué pasa con el público que pueda o pretenda interpretar la información? Pienso que hay un enorme desinterés por cansancio, miedo, reiteración de malas noticias. No todos están en condiciones de ser críticos en la interpretación de los hechos. Hay una gran mayoría silenciosa y otra de opinólogos que se vuelven moralistas en épocas de intolerancia o de sospecha.
Por suerte, existen periodistas que ratifican con su trayectoria el valor de la palabra, el respeto por el público y no se venden al mejor precio. Ciertamente, pueden no ser infalibles, nadie lo es, pero reconocer errores o falencias es parte muy importante de su deontología profesional, es decir de sus principios éticos. A estos periodistas van mis felicitaciones, admiración y respeto, pues, más que formadores de opinión son educadores.
*La autora es Educadora.