La simpatía

Este es un sentimiento, generalmente instintivo, de afecto o inclinación hacia una persona o hacia su actitud o comportamiento, que provoca encontrar agradable su presencia, desear que las cosas le salgan bien. Es la manera de ser y actuar de una persona que la hacen atractiva y agradable a los demás.

La simpatía
Una cuestión de todos los días pero una cuestión de vida. Simpatía es una palabra que deriva del griego Sympatheia que significa ‘tratar con emociones’.

La simpatía nos hace abrir todas las puertas que estaban cerradas. Es mostrarse de una forma agradable frente a los demás, que merecen la mejor atención de parte nuestra.

No se puede ser simpático siempre; hay momentos en que la hosquedad nos gana y no tenemos ganas de mostrarnos solícitos a los requerimientos de los demás.

Pero en ciertos momentos la simpatía es indispensable. Le es indispensable, por ejemplo, a un vendedor que quiere venderte algo y con ese modo hace más cercano el acuerdo. Cuando las cosas no van bien, hecho del cual ninguno está exento, la simpatía viene a colocar las cosas en un territorio amable donde cualquier acuerdo es posible.

La simpatía es un sentimiento, generalmente instintivo, de afecto o inclinación hacia una persona o hacia su actitud o comportamiento, que provoca encontrar agradable su presencia, desear que las cosas le salgan bien. Es la manera de ser y actuar de una persona que la hacen atractiva y agradable a los demás.

“Es un tipo agradable”, decimos cuando esa persona nos muestra una buena disposición al diálogo y una cercanía con las buenas ondas bien marcada.

Sirve y de mucho. Muchas cosas cotidianas, o no, se logran a través de la simpatía. Muchos embrollos se resuelven con esta actitud decidida de caerle bien a los demás.

Claro que para eso es indispensable una predisposición del ánimo que nos lleve a estas situaciones y una forma de darse que implique un buen sentimiento hacia la persona con la cual confrontamos.

La sonrisa es un adminículo indispensable para esta tarea. La sonrisa suaviza todo y nos pone en condiciones de decir y actuar de una manera beneficiosa para uno y para quienes la reciben.

Y eso se manifiesta en todas las acciones que podemos llevar adelante. No es lo mismo un profesor serio, que no le da lugar a las expresiones de humor que suelen producirse en una clase, que un profesor que juega habitualmente con el humor para afirmar los conocimientos impartidos.

No es lo mismo un presidente con cara de dorso que uno que nos habla con una afabilidad que convence más que lo que tiene que decir.

Depende de nosotros, de nadie más. Mostrarse simpáticos es una forma de ganar terreno en la charla, por ejemplo, hacer que las palabras lleguen envueltas en papel de celofán. Por eso decía al comienzo que la simpatía nos permite abrir todas las puertas que estaban cerradas.

Es una cuestión de convencimiento y de práctica; uno debe esforzarse a veces para aparecer como simpático pero el esfuerzo es devuelto por la simpatía con que los otros nos responden.

Una cuestión de todos los días pero una cuestión de vida. Simpatía es una palabra que deriva del griego Sympatheia que significa ‘tratar con emociones’.

Así será más llano cualquier camino. Así, los obstáculos que nos pone la vida son más superables. Así sembramos buenos sentimientos en estos tiempos en que a los buenos sentimientos, al parecer, también los agarró la pandemia.

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