Florence Prud´Homme embotella y etiqueta unidades de Utopie, un Bordeaux Superior Tinto, que cosecha y produce en el Château Saincrit en Saint André de Cubzac. Sus vides están a 35 kilómetros de Saint-Émilion, en el suroeste de Francia, reconocida ciudad medieval por la producción vitivinícola y extensión de sus viñedos de suelos arcillosos. Una parte del viñedo que administra Florence, de jeans y botas de campo, gozan de un microclima que mantiene a salvo a una parte de su viñedo de los efectos indeseados de granizos y heladas que azotan la zona desde hace algunos años. Algunas de esas parcelas están ubicadas en una de las laderas, en la parte alta del viñedo y por su posición son las que se mantienen más resguardadas. Y en líneas generales, “la combinación de ladera y río protege una parte de las plantaciones de uvas de esos eventos extremos y fuera de temporada. En los últimos años, hemos tenido un aumento de episodios de granizo que afecta mucho a la región, pero a estas parcelas dentro de mi finca, no”, explica Florence. No obstante, el exceso de heladas y agua en los alrededores de Saint André de Cubzac han provocado el ataque del mildiu en parte de la cosecha de la finca de Florence. Se trata del hongo que prolifera con la humedad. “En 2021, si bien el hielo afectó la cosecha, gracias a la orientación de estas laderas más altas, gracias a la luz solar y protección del río esta parte quedó más resguardada”, dice.
De acuerdo con estudios del INRAE (Instituto Nacional de Investigación sobre Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de Francia), el impacto del cambio climático en los viñedos bordelianos, donde se encuentran Bordeaux y Saint Émilion, no es debido a la sequía como en la mediterránea francesa, sino por los granizos y exceso de agua. La investigadora Natalhie Ollat del Bordeaux Sciences Agro afirma que: “Estamos experimentando una variabilidad climática inédita y eso es lo que más afecta al proceso de la uva. El 2022 fue un año cálido y raramente seco. El año 2023 fue muy húmedo y con lluvias de granizo. El exceso de humedad estimula la proliferación de enfermedades y es pésimo para las cosechas”. En ese sentido, las heladas primaverales que azotan a la región desde hace algunos años, perjudican sobre todo a los brotes jóvenes de las vides que pueden nacer menos fértiles y menos productivos.
Florence Prud’Homme observa los fenómenos meteorológicos y los efectos en las vides a diario. Es un ejercicio en que ella activa sus sentidos en sus 15 hectáreas, junto a los colaboradores que la acompañan. “A lo largo de los años, mis viñas se han adaptado relativamente bien al cambio climático, salvo en las heladas, por lo que comencé a emplear otras prácticas como podar más tarde para evitar que nos afecten tanto”, explica. Esa adaptación tiene que ver con el estuario de la Gironde. “La confluencia de los ríos Dordogne y Garonne en el estuario crean un microclima que genera condiciones diferentes a otras áreas más alejadas”, refuerza la viticultura.
Las viticultoras y la red de colaboración
Florence carga su camioneta con cajas de vinos para hacer entregas a clientes de la región. “Si mi camión no está lleno, ofrezco entregar los vinos de una colega del viñedo vecino. Es algo que hacemos desde el principio, con total espontaneidad”, enfatiza.
En esta región, la solidaridad entre las viticultoras crea un microclima donde comparten conocimiento, tiempo, conversaciones y técnicas de adaptación de las vides, con colaboración estable, mutua y desinteresada. Florence recibe a su vecina Cecilia. “Compartir esfuerzos no solo reduce la carga y crea un ambiente más solidario en el sector. Sabemos que salir juntas es menos agotador, así que vamos de a dos a entregar vinos a los respectivos clientes”, explica Cecilia la vecina de Florence.
Históricamente, el mundo de los vinos y viñedos suele estar más asociado a lo masculino, desde el terreno hasta el consumo. Hombres en tractores o que realizan la vinificación en sus grandes cavas y bodegas, liderando el proceso de destilación en tanques gigantescos. “Sin embargo, la presencia de las mujeres comienza a verse más en enólogas, periodistas especializadas, consultoras. Donde aún se ve más hombres - y tal vez sesgos de machismo - es en el campo en los procesos de producción de los viñedos”, dice Florence.
En Francia, hasta los años 70, las mujeres en el medio vitivinícola ejercían posiciones subalternas. No sería hasta finales de siglo pasado e inicios del nuevo que la situación evolucionaría. Se estima que el 31 % de las personas trabajadoras vitivinícolas en el país galo hoy son mujeres. Ellas están más destinadas a tareas para el funcionamiento de las bodegas: del marketing empresarial, las exportaciones, la contabilidad, la gestión estratégica (por ejemplo, sobre las cepas y las cosechas).
En el Chateau Saincrit, Florence asume todas las responsabilidades estratégicas y técnicas, a excepción de la conducción del tractor. “El machismo sucede en pequeños actos que pueden pasar inadvertidos. Me ha sucedido intentar utilizar una herramienta determinada y a menudo, mis vecinos varones me corrigen o estimulan a no hacerlo porque ‘no va a funcionar’. Puede ser por una cuestión de género, pero también puede ser porque llevo apenas 20 años en esta labor, sin tanta experiencia”, reflexiona.
Florence forma parte desde hace un tiempo de un grupo de mujeres viticultoras con quienes se reúne para conversar e intercambiar conocimiento. “Hablamos mucho porque compartimos tiempo en las camionetas, al hacer el reparto de vinos por la región”. Además, comparten programas de tratamientos en las vides para entender cómo funciona y cómo se dan las diferencias entre viñedos.
La vecina Cecilia ayuda a Florence esta mañana a etiquetar las botellas del Utopie. Florence comparte su sueño de permanecer en estas tierras. “Aquí he logrado replantar y ahora estoy en proceso de transición a la viticultura ecológica. Agradezco todos los días estar acá y ver el resultado de mi trabajo. Voy a aumentar un poco la gama y calidad de los vinos y acompañar en tiempos más desafiantes realizando menos producción vendiendo de forma directa a clientes y socios”. Es reforzar ese micro mundo y micro lazos más humanizados, con menos intermediarios y lejos de los grandes viñedos de capitales internacionales que se encuentran en otras partes del suroeste de Francia.
* La autora es periodista independiente.