Las canciones son caricias para el alma. Uno escucha una canción que le gusta y seguramente por los minutos que dure la canción se va a sentir de una manera distinta. La canción aplaca, calma los ánimos, nos predispone de una manera distinta, más amable, más acogedora.
Yo no sé cómo pueden hacerse tantas canciones con sólo siete notas. Parece imposible que no se repitan y, sin embargo, cada una tiene sus características propias que la hacen única. Deberíamos dejarle el tema al cálculo de posibilidades. Pero ahí andan, cubriendo toda la superficie del planeta, acariciando el aire y siendo conductoras de los sutiles vientos.
Todos los países tienen sus canciones; tanto así que uno podría decir que hay tantos folclores como países y creo que no nos equivocaríamos. Los pueblos tienen su forma de expresarse y lo hacen con las canciones abiertas para que vayan y se desparramen por los corazones atentos.
Podemos estar bajoneados por algo pero la canción nos salva, salvo que la canción sea una cúmulo de amargura, que las hay. En ese caso pueden hacernos más daño todavía.
Nuestro país es un gran productor de canciones. Basta con encender alguna radio para descubrir las nuevas canciones que se lanzan esperando eso llamado éxito.
No todas llegan. Inclusive algunas hermosas, dignas de ser tenidas en cuenta, sin embargo no alcanzan el barco de la trascendencia y se quedan en la orilla. Es una pena.
Pero si hay algo magnífico que tienen las canciones es que contagian: uno las escucha y se pone a cantar, o uno las recuerda y se pone a cantar y es esta una forma personal y única de expresar alegría.
El tipo que pasa con una canción en los labios le está poniendo flores a su camino y eso es bienestar para todos.
Hay canciones para todos los gustos y todos los motivos. Ocurre un acontecimiento emocional en nuestras vidas y seguramente hay una canción que encaja con dicho acontecimiento, que le viene como anillo al dedo.
Deberíamos agradecerles a todos aquellos que se dedican a componer canciones pues hacen que nuestro horizonte se amplíe con cada una de sus notas.
Revivimos con las canciones. Hay canciones sociales, que comprenden a varios y sus pensamientos, hay canciones infantiles que nos llenan el alma de ternura, hay canciones de protesta que no están de acuerdo con algunas cosas que están pasando y hay canciones de amor, las más frecuentadas. Parecería que el amor no puede ser un amor pleno si le falta la canción.
Muchas se quedan en el recuerdo y a veces, vuelven a nosotros y nos impregnan con sensaciones del pasado. Renacen en nuestros labios y entonces le estamos siendo fiel a un montón de recuerdos.
En estos momentos hay alguna en el aire que nos emociona. Es increíble como en pocos minutos nos pueden producir tantas sensaciones. El Gabo García Márquez le decía a Rubén Blades que lo admiraba porque Rubén podía contar en tres minutos una circunstancia que al Gabo le llevaba todo un libro.
Que vengan, que sigan viniendo. Para las canciones uno siempre tiene el alma abierta.