Con gusto leo las notas provenientes de la Fundación del español urgente (FUNDÉU), entidad destinada a divulgar los usos correctos del español en el periodismo y entre la gente de la calle. Uno de los últimos envíos habla acerca de la diferencia que se genera al colocar o no la preposición ‘a’ junto al verbo ‘esperar’. No es lo mismo decir, por ejemplo, “Espero que llegue Juan” que decir “Espero a que llegue Juan”. ¿Tanto puede la presencia o ausencia de la preposición? Efectivamente, la construcción “esperar algo” nos señala que se tiene la esperanza de que ese algo se lleve a cabo, que suceda; por su parte, “esperar a algo” señala que se da tiempo a que ese hecho acontezca. Veámoslo en algunos ejemplos esclarecedores: “Las autoridades escolares esperan que la curva de contagios se amesete” y “Las autoridades escolares esperarán a que la curva de contagios se amesete”; en el primer caso, las autoridades esperan y desean un hecho y es el amesetamiento de la curva de contagios; lo anhelan. En cambio, en el segundo caso, hay dos elementos diferentes respecto de la primera oración: el verbo ‘esperar’ se ha expresado en futuro, como algo todavía no concretado; en segundo lugar, al decir ‘a que’, significa “hasta que”, esto es, hasta el momento en que ese anhelado hecho de la disminución y estancamiento de casos se concrete.
Otros verbos también acusan diferencias cuando se construyen con preposición o sin ella. Tales son los casos de ‘aguardar’ y ‘confiar’.
‘Aguardar’ se acerca en sus valores significativos a ‘esperar’. En efecto, equivale a “esperar a que llegue alguien o algo o a que suceda algo” y “Creer que llegará o sucederá algo o tener la esperanza de ello”. Con el primer significado, ‘aguardar’ puede no llevar a su lado una preposición: “Aguardo su regreso con alegría”; pero, también, puede construirse con la preposición ‘por’ en algunos lugares de América: “Aguardo por una respuesta positiva”.
Si ‘aguardar’ toma el segundo sentido, se construye con un verbo en infinitivo o seguido por una cláusula con ‘que’: “Todos aguardábamos ver de nuevo a ese gran hombre” y “Aguarda que el sol salga después de semejante lluvia”.
Una tercera acepción es la de “dar tiempo a que algo suceda antes de hacer otra cosa”; entonces, el infinitivo o la oración introducida por ‘que’ van precedidos de la preposición ‘a’: “Aguardo a que decreten una nueva moratoria” y “Hice el pago sin aguardar a recibir la boleta impresa”.
A veces, ‘aguardar’ significa, dicho de una cosa, “estarle reservada a alguien o haberle de ocurrir en el futuro”; en ese caso, va a su lado un complemento indirecto, expresado con una construcción con ‘a’ o con los pronombres propios del complemento indirecto (‘me’, ‘te’, ‘le’, ‘les’, ‘nos’, por ejemplo): “Aguardan a Mendoza días mejores”; “Les aguardan varias sorpresas”.
Otro verbo de valor significativo similar a ‘esperar’ y ‘aguardar’, es ‘confiar’, que adopta diferentes construcciones según la acepción que tome; vemos, en primer término, que ‘confiar’ puede ser “encargar a alguien el cuidado o la atención de una persona”; en este caso, lleva a su lado un complemento directo y uno indirecto: “Confié mi dinero a esa institución bancaria”, “Le confié todos mis secretos”.
También puede significar “tener confianza en alguien o algo” y “tener la esperanza firme de que algo suceda”: en esos casos, la construcción inserta a continuación llevará la preposición ‘en’. ¿Por qué es así? Simplemente, porque siempre se confía en algo o en alguien: “Todos confiamos en que se esclarezca el crimen”. Hay una tendencia, por ultracorrección, a suprimir la preposición cuando sigue una cláusula con ‘que’; debe colocarse correctamente ‘en que’: “El médico confía en que la familia ayude a la recuperación del enfermo”.
Existe también ‘confiarse’, con el significado de “actuar sin tomar las debidas precauciones” y “contar los problemas propios a otra persona”; puede no llevar ningún complemento o llevar uno que comience con la preposición ‘a’: “Me he confiado y he obtenido mal resultado”; “Se confió a su compañera favorita”. En este último caso, no hay que utilizar la preposición “con”; está mal expresado decir “*Se confió con su hermana”, pues debe decirse “Se confió a su hermana”.
La idea contraria a ‘confiar’ se expresa con ‘desconfiar’, definido como “no confiar, tener poca seguridad o esperanza”. Este verbo debe construirse siempre con la preposición ‘de’: “Siempre tu abuelo desconfía de nosotros”. A diferencia de ‘confiar’, que se construía con ‘en’, ‘desconfiar’ no puede llevar esta preposición; así, resulta incorrecto decir “*Los jóvenes desconfían en la resolución pronta del problema”, cuando debe expresarse “Los jóvenes desconfían de la resolución pronta del problema”. En el habla esmerada, cuando se va a insertar una cláusula luego de este verbo, lo correcto es usar como elemento encabezador “de que”, sin suprimir la preposición “de”: “Emilia desconfía de que el fallo le resulte favorable”.
Un verbo que también tiene dos posibilidades de construirse es ‘informar’, según el sentido que tome; efectivamente, si ‘informar’ equivale a “hacer saber algo a alguien”, la información puede expresarse con un complemento con ‘de’ o ‘sobre’: “Le informaron de la evolución de los hechos” y “No me han informado sobre el estado del asunto”. Si a continuación de ‘informar’ vamos a insertar una cláusula, lo correcto es que ella comience con ‘de que’: “Los empleados le informaron a su jefe de que se adherirían al paro”.
La segunda posibilidad, habitual en nuestro país y resto de América, es expresar lo que se informa con un complemento sin preposición: “Les informo mi desvinculación de la empresa” y “Te informé que llegaría tarde”.
Por fin, si queremos usar ‘informarse’, como “hacer las gestiones necesarias para obtener una información”, utilizaremos siempre las preposiciones ‘de’ o ‘sobre’: “Ya me informé de qué hace” y “¿Te informaste sobre qué harán con el dinero?”.