Las máscaras que caen, la decadencia de Orozco y la revancha de Cornejo

Los casos de Bento y el intendente de Las Heras encierran una moraleja: a veces, romper las reglas tiene castigo. El médico radical fue imputado por el desvío de fondos a una cooperativa, pero el mayor golpe fue la renuncia de su “heredero”, Martín Bustos, y todo lo que contó. La gestión municipal se cae a pedazos y quienes se fueron de Cambia Mendoza a La Unión Mendocina empiezan a volver.

Las máscaras que caen, la decadencia de Orozco y la revancha de Cornejo
Ilustración: Gabriel Fernández

Las ambiciones desmedidas y sus consecuencias funestas han sido las protagonistas de los últimos días. Casi una advertencia para quienes creen poder ir más allá de sus propios límites y romper las reglas sin castigo. Walter Bento y Daniel Orozco, en distintas escalas, están allí para dar fe de los riesgos de creerse todopoderoso.

El juez federal que supo ser la figura más encumbrada de los Tribunales Federales fue destituido por su conducta “indecorosa” e inmediatamente detenido. El juicio en su contra que continuará esta semana busca determinar si cobraba para liberar a delincuentes. Y si esa actividad “extra” fue la que permitió su enriquecimiento: casas, departamentos, dúplex, locales comerciales, autos de alta gama, viajes y más viajes a destinos top.

El intendente de Las Heras, que se creyó tan bueno que hasta amagó con ser candidato a gobernador, fue imputado por el desvío de fondos a una cooperativa armada por funcionarios de su municipio. Pero no sólo eso: su retirada exhibe una decadencia personal, política y de gestión inauditas, y fue dejado en evidencia por quien hasta hace dos meses presentaba como su heredero, su discípulo.

Por supuesto, Bento y Orozco son las excepciones. Como antes lo fue Luis Lobos. Creer que todos los que rompen las reglas las pagan, sería como mínimo ingenuo. Sería dar crédito a esos militantes radicales que el miércoles, en X (ex Twitter), le arrogaban al “Modo Mendoza” la caída del juez federal, cuando en rigor nada tuvieron que ver ni el Gobierno ni la Justicia provinciales en ese hecho. Es más, poco y nada dijeron durante todo el proceso que lleva tres años.

Hay en las dos figuras en cuestión otros paralelismos, que los emparentan y explican su presente. Ambos intentaron mostrarse siempre como no son. Bento, como un hombre recto, serio y formal. Orozco, como un médico de pueblo que nada entendía de política y negocios. Máscaras para disimular la verdadera esencia, la naturaleza que sin dudas precede al cargo.

Bento ahora está detenido en la Unidad Penitenciaria Federal Nº 6 de Cacheuta y cuando esta semana vaya a las audiencias del juicio en su contra lo hará en un camión penitenciario y esposado. Orozco, en tanto, se arrastra en el final de su gestión. Complicado junto a su esposa y secretaria de Gobierno Janina Ortiz por las denuncias judiciales, está desahuciado políticamente y los problemas estallan a diario en un municipio que por momentos parece una sátira, con una coreografía callejera en favor del intendente frente a las protestas salariales.

La renuncia de Martín Bustos y lo que dice en ella es la expresión más rotunda del declive de Orozco. El intendente abandonó Cambia Mendoza (y el radicalismo) cuando se convenció de que no podría imponer al entonces presidente del Concejo Deliberante como candidato a sucederlo. Alfredo Cornejo, que ya había vetado a Janina Ortiz, no lo aceptaba.

Así llegó a su acuerdo con Omar De Marchi para acompañarlo en la fórmula de La Unión Mendocina. El combo incluía a Bustos en Las Heras. Era la forma de garantizarse su propia continuidad en la comuna que gobierna desde hace ocho años, que es lo que siempre buscó. Una suerte de “Bustos al gobierno, Orozco al poder”.

Ese portazo fue un golpe al hígado de Cornejo, que al gobernador electo le llevó varios meses absorber, pero también fue, con la perspectiva que da el paso del tiempo, la peor decisión que pudo haber tomado el intendente.

No sólo porque desde ese momento perdió la “protección” provincial que tenía y todo lo que antes se disimulaba pasó a exacerbarse. No sólo porque apenas superadas las PASO aparecieron las denuncias judiciales en su contra y de su entorno, desde la cooperativa trucha hasta abusos sexuales. Sino también porque la salida de funcionarios clave vació la gestión, la dejó a la deriva y el poder que había acumulado en siete años lo terminó rifando en apenas seis meses.

Este final de Orozco parece darle la razón a un peronista que desde que hace meses sostiene una hipótesis: el caso del intendente lasherino es una advertencia para quienes planeen traicionar a Cornejo en el futuro.

Bustos, que finalmente perdió, dejó plasmada en su carta de salida una pintura de las dificultades que tuvo para gestionar y culpa a quien lo encumbró. En varias entrevistas contó que pidió asumir como secretario de Obras tras las PASO para activar el área y poder sostener su postulación con hechos, pero no logró inaugurar ni una cuadra de asfalto.

La renuncia y sus declaraciones posteriores muestran a un funcionario impotente. Sobre todo porque la toma de decisiones se concentra en Orozco y Ortiz, y sin el apoyo de ellos nada avanza. También remarcó que “todo tiene un límite”. Ese límite es tener que firmar certificaciones de servicios y obras que no se han hecho para justificar pagos que no corresponde hacer.

Todo lo que Bustos dice cobra otra fuerza porque lo dice alguien que no estaba en la vereda de enfrente, como el cornejismo lo está desde abril, sino todo lo contrario. Pero cayó en la cuenta de que lo usaron.

El ex candidato seguramente vivió en los últimos meses el “método” que suele aplicar el intendente a quienes caen en desgracia en su consideración. Siempre es lo mismo: los ignora, les da órdenes a través de emisarios de rango inferior y no atiende sus llamados.

Los funcionarios que se fueron en los últimos meses, desde Fabián “el Oso” Tello en adelante, han coincidido en remarcar el poder omnímodo de la secretaria de Gobierno. Como si ella y el intendente conformaran un organismo único e indivisible.

La pregunta es cómo llegó a ocupar ese rol alguien que viene de afuera del radicalismo y que, según cuentan algunos, incluso militó para la candidatura de Carlos Ciurca en 2015 cuando Orozco ganó la intendencia.

La hoy pareja ya se conocía en ese momento: ella era la secretaria del consultorio que Orozco tenía en un centro de jubilados de Las Heras. Cuando él deja de ser prestador de Pami, luego de asumir, hizo entrar en el municipio a sus dos secretarias. Ortiz fue a Gobierno y empezó su meteórica carrera, que la llevó al principal despacho de esa secretaría luego de que el intendente fuera reelecto.

“Nosotros le dábamos cobertura provincial, pero él dentro de Las Heras tenía libertad total para decidir”, admite ahora un referente radical.

El portazo de Bustos llegó a un mes del traspaso de mando a Francisco Lopresti, el postulante que siempre quiso Cornejo y por el que terminó rompiendo con Orozco.

Hoy la transición está trabada. El informe económico-financiero entregado perdió vigencia a los dos días porque se concedió un nuevo bono a los empleados municipales. El informe de obras y contratos nunca llegó. El lunes habrá una nueva reunión para intentar consensuar un proyecto de presupuesto más “racional”. El elaborado por la gestión que se va incluye una partida de $ 1.950 millones para un nuevo edificio para el Concejo Deliberante. Gentilezas de los derrotados.

La solidez financiera que el intendente asegura dejar es dudosa: al 30 de setiembre, había depositados en las cuentas municipales $ 3.000 millones, pero la deuda acumulada era de $ 5.500 millones. Los bolsones de comida que se repartieron antes de las elecciones costaron $ 120 millones y el proveedor aún está esperando cobrar. Toda una ironía: Lopresti va a tener que pagar la campaña en su contra.

En La Unión Mendocina procuran mantener una prudente distancia de su ex candidato a vicegobernador. Ya nadie cuenta como un logro haberlo incorporado y de hecho no saben nada de su destino político. El que mayor contacto mantiene es De Marchi y esta última crisis de su socio lo encontró de vacaciones.

De la renuncia de Bustos se enteraron “por el diario” y la sorpresa fue grande porque lo consideraban “adentro” luego de que participara en las reuniones poselectorales e hiciera de nexo con los concejales. “Está claro que se fue con Cornejo”, dicen y hablan de “traición”. Todo vuelve parece.

La mayor preocupación son los concejales. “Orozco decía que tenía siete, pero ahora no sabemos cuántos hay”, asumen. Esta semana, habrá una reunión de la cúpula del frente, que el Partido Demócrata ya abandonó, para saber dónde está parado cada uno.

Esos concejales que tanto preocupan en LUM ya tienen contacto con el cornejismo. Al fin de cuentas, son radicales que, como Bustos, en el oficialismo creen que irán volviendo de a poco, una vez que cambie de manos el poder. El sábado por la tarde, de hecho, Laura Fernández oficializó su retorno. Es la primera de muchos. Nadie quiere quedar a la intemperie en política.

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