Las palabras

Con ella se tramaron las civilizaciones y se escribieron los libros trascendentes de la humanidad.

Las palabras
¿Qué es escribir? Es tomar el cuerpo de una idea y hacerle, con palabras, un vestido que la cubra con exactitud.

Somos en gran parte oralidad. La palabra nos manda y nos desenvolvemos a través de ella. La palabra, dicha o impresa, es la que nos acerca la realidad, la que nos cuenta la vida.

Porque hablamos es que nos entendemos o nos desentendemos pero siempre está presente la palabra. Con ella se tramaron las civilizaciones y se escribieron los libros trascendentes de la humanidad. Toda relación comienza con una palabra, aunque sea de bienvenida.

Y las usamos a destajo, diariamente, en cada hora. Inclusive para hablar con nosotros mismos y reafirmar pensamientos que nos andan rondando.

La palabra está en todos lados, en cada lugar que pueble nuestro oído o nuestra mirada. Sin ella el mundo sería un despiporre de malos entendidos, o sea, sería parecido al mundo que tenemos.

Para los que escribimos es el elemento más importante. Porque ¿qué es escribir? Es tomar el cuerpo de una idea y hacerle, con palabras, un vestido que la cubra con exactitud. Ni demasiado holgado, ni demasiado ceñido; que no le sobre nada.

Bien lo decía el inolvidable Pablo Neruda cuando en su obra póstuma “Confieso que he vivido” se ocupó de las palabras.

Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra…

Él lo dijo con las mejores galas pero no hubiera podido escribirlo tal como lo hizo si no hubiera tenido a mano las palabras.

Son de cada uno, nos definen, nos impulsan, nos dan valor, El mundo gira para encontrar sus palabras.

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