Los comentarios sobre el discurso del presidente de la Nación en el Congreso han sido variados; unos haciendo hincapié en el bajo rating de la cadena nacional, un traspié del grupo comunicacional, aparentemente más eficaz en difundir agravios y fake news que en el manejo de la comunicación con los medios tradicionales. Otros se refieren a un discurso exclusivamente fiscalista o también a lo impropio e innecesaria de su presencia en el Congreso.
Efectivamente el Congreso fue un escenario de un acto político del presidente, usando como recinto la sede de otro poder de la República como es el legislativo y que se reúne en Asamblea solamente para la apertura del período ordinario de sesiones y en caso de acefalía del ejecutivo.
Como en otras ocasiones, asistimos a descalificaciones, lenguaje impropio, agresividad.
Algunos dicen que la estética no importa, olvidando que la estética nació y se enseñaba como un capítulo de la ética.
En realidad, no vimos un proyecto de presupuesto que por otra parte es función del Congreso elaborar y aprobar, el poder ejecutivo solo puede hacer un requerimiento de sus necesidades de financiación y obtención de recursos para el funcionamiento del estado.
Hemos olvidado, incluso muchos legisladores también, que es el poder legislativo, como representante del pueblo, el que debe decidir sobre el gasto y su financiamiento.
El presidente hizo algunas aseveraciones que no han sido, a juicio de quien esto escribe, observadas en los análisis publicados.
Hizo hincapié otra vez en que el país estuvo en déficit desde el inicio del siglo XX, salvo contadas ocasiones. Por supuesto que podemos darle ejemplos de países sin déficit y muy atrasados
El país no tuvo problemas de déficit serios hasta estos últimos años porque el problema como señala Milton Friedman es el nivel del gasto público, el déficit hay manera de cubrirlo, pues un elevado gasto publico resta recursos al sector privado para la inversión productiva.
Claro una cosa son déficit de 1 o 2 puntos del PBI y otra de cinco, siete o dos dígitos.
Por supuesto que en la situación actual lo recomendable es el déficit cero. También la cuestión del déficit y del monto del gasto ha evitado el debate sobre la calidad del gasto.
Ha dicho el presidente Milei que el Estado nacional tiene solo tres funciones: la estabilidad macroeconómica, la justicia y la defensa.
Esto ha pasado desapercibido y es grave porque ha anunciado que la educación, la salud, la infraestructura no son asuntos de competencia nacional sino de “subnacionales”, presumiblemente serían las provincias.
Es grave porque la Nación ha delegado mucho en esas materias en las provincias y el resultado es el desastre que muestran las pruebas de evaluación educativa y el bajo índice de graduación universitaria, que es el resultado de una escuela primaria de mala calidad y un secundario, que tampoco ha compensado la deficiencia de los ingresantes a este ciclo.
Otra afirmación fue que el gobierno no debe hacer nada en los ciclos económicos.
Para ser claros, Milei nos dice que en crisis como la ocurrida en 1929 hay que esperar que se solucione sola.
En esa crisis las demoras en actuar llevaron al nazismo al poder en Alemania. Los Estados Unidos preservaron el capitalismo gracias a decisión de Roosevelt, mal que les pese a los libertarios y en la Argentina las reformas de Pinedo nos regresaron al crecimiento.
O la crisis del 2008 provocada por la crisis de las sub prime en el financiamiento de viviendas en los Estados Unidos. Sin una intervención decidida de la Reserva federal todo el mundo habría colapsado.
Ningún país exitoso del mundo, ninguno de los que han asegurado prosperidad y un adecuado nivel de vida a sus pueblos, son gobernados con los parámetros que propone el presidente de indiferencia a los ciclos.
Ningún país exitoso descuida la inversión en infraestructura básica, ni en ciencia, tecnología y aun menos en educación y cultura.
Solo una visión limitada de personas sin sustrato cultural y con un preocupante desconocimiento del mundo puede incurrir en esos olvidos.
Por otra parte, en materia económica persiste el intervencionismo con una política cambiaria que muestra que su arma contra la inflación es el atraso del tipo de cambio y la presión impositiva vía el impuesto que debió ser derogado, aunque sea gradualmente, desde el primer día de gobierno.
El país sigue con reservas de divisas negativas y la manera genuina de obtenerlas es exportando más, para eso es indispensable terminar con un impuesto distorsivo como lo es este que castiga las exportaciones.
Suprimiendo las retenciones puede evitar un salto devaluatorio.
Mas allá del discurso y los agravios el intervencionismo en economía y las tentaciones autocráticas están a la hora del día mostrando un gobierno más iliberal que liberal.
* Presidente de la Academia Argentina de la Historia y miembro del Instituto Argentino de Historia Militar.