“Revisamos nuestro plan de negocios general cada dos meses”, contó un ejecutivo a cargo de una empresa exportadora grande de Mendoza, quien aseguraba que llevaban adelante reuniones exhaustivas para tratar de ajustar todas las variables del negocio, con el objetivo de evitar distorsiones a la hora de reportar a los socios mayoritarios con base en el exterior.
La definición llamó la atención, ya que los “libros de texto” aseguran que una revisión de esa índole debería ser semestral o anual, pero lo cierto es que en Argentina las reglas no aplican.
El dato de inflación de marzo que se conoció el 13 de abril (6,7%), terminó por dinamitar las expectativas de los empresarios en Mendoza. Es cierto, no sorprendió, todos trabajan en el día y sabían que la economía ya marcaba una aceleración fuerte del índice de precios. Sin embargo, en un escenario con previsiones cada vez más difíciles de acertar, se torna no menos que complejo trabajar y ponerse en marcha.
En diferentes ámbitos, las consultas que reciben los economistas, de ambos lados de la grieta, podrían cerrarse sobre tres preguntas claves:
1) ¿Qué puede pasar en materia económica y política de acá al comienzo del proceso eleccionario?
2) ¿Hay posibilidad de una escalada inflacionaria? Y por último...
3) ¿Están pensando en cambios estructurales en la provincia?
Ya se sabe que, con las elecciones desdobladas en la provincia, el proceso eleccionario para esta época en 2023 estará en marcha, por lo que muchos en el sector privado tienen puesto el ojo en quiénes serán los elegidos al interior de la fuerza que actualmente gobierna. En al menos, dos almuerzos, varios aseguraron que dan por descontado que el nuevo gobernador vendrá de ese sector.
Sin embargo, los empresarios saben que hay algunos números que preocupan. Si tomamos 2019 y lo comparamos con 2022, según datos de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, Mendoza perdió más de 1.200 empresas. Los rubros más afectados fueron agricultura y ganadería, comercio, construcción, transporte y servicios profesionales. Pandemia de por medio, por ahora, la provincia no logra recuperar la cantidad de empresas registrada al comienzo de gestión.
Otro número en amarillo es el de los salarios promedio: sobre las 25 jurisdicciones que analiza el Ministerio de Trabajo de la Nación (23 provincias, más Capital Federal y Gran Buenos Aires), el salario promedio bruto de la provincia se ubicaba en puesto 14 en 2019 con $ 31.840 mientras que, al cierre de 2021, la provincia había caído dos puestos para ubicarse en número 16 con $ 64.337.
En otro orden, algunos empresarios notan una mejora en el nivel de actividad, y ponen como ejemplo el movimiento de Semana Santa, pero otros aseguran que es rebote pasajero, ya que los sueldos no logran igualar a la inflación, es decir, pierden poder adquisitivo (lo que terminará afectando el nivel de la economía en el corto plazo).
En tanto, los que no están relacionados con el comercio y la gastronomía y se encuentran en el sector de la manufactura, admiten que, si bien hay créditos interesantes para tomar en el mercado y endeudarse a “tasa negativa”, la falta de stocks de sus proveedores o en bienes para capital de trabajo deja afuera del esquema la posibilidad de invertir. Es conocida la dificultad para comprar camiones, tractores, camionetas, que tienen plazos de entrega entre 3 y 6 meses, como para mencionar rápido un ejemplo.
En términos de inflación, cabe recordar que el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del Banco Central ya marcaba que los empresarios preveían una inflación núcleo del 60% a fines del 2022.
Por último, la pregunta sobre si se está trabajando en nivel Estado en cambios estructurales o sobre el cambio de la matriz productiva queda dando vueltas, con respuestas aún inciertas. A la minería muchos la ven cerrada, pero alguno que otro se anima a plantearla también. “¡Ojo! que nos puede pasar lo mismo que a San Juan”, comentó un empresario. ¿A qué se refiere? A que la minería podría traer no sólo negocios, sino un encarecimiento de la mano de obra, que muchos no están dispuestos a afrontar.
En conclusión, hay muchos interrogantes sin respuestas entre los ejecutivos y el empresariado mendocino, que, por ahora, no tienen más que proyecciones.