Legislación culinaria con sabor oriental

Es inaudito que, el estado actual de crisis del país, el Senado de la Nación se preste a una maniobra marketinera del colectivo de restaurantes coreanos de Buenos Aires.

Legislación culinaria con sabor oriental
Es inaudito que, el estado actual de crisis del país, el Senado de la Nación se preste a una maniobra marketinera del colectivo de restaurantes coreanos de Buenos Aires.

El “Grupo Sushi” era “un grupo de amigos”, así se definían. Cobró notoriedad en la Presidencia de Fernando de la Rúa. Estaba muy cerca del Presidente, en el riñón del poder.

Su rostro más visible era el de Darío Lopérfido quien fungía como Secretario de Cultura y de quien se dice que fue la idea de presentar al Presidente en el programa televisivo de Marcelo Tinelli. Como muchos recordamos, esas escenas lamentables producto de la nula ductilidad actoral del mandatario y de la falta de profesionalismo de la productora del programa derivaron en un bochorno que contribuyó a liquidar la ya muy diluida imagen pública de don Fernando.

El nombre popular, “Grupo Sushi”, provino de la costumbre de reunirse los viernes por la noche a degustar esa delicia japonesa en “Las Cañitas, Sushi Club”, un distinguido restaurante de Palermo.

El aumento del consumo de sushi fue un fenómeno global en los años que siguieron, pero la verdad es que esa propaganda gratis contribuyó mucho a su popularidad en Argentina.

Una receta desconocida pasó a ser muy comentada llegando muchas veces a reemplazar el tradicional asado criollo en las tertulias de amigos.

El sushi parece instalado en las costumbres vernáculas, si bien su momento de máxima ha pasado.

Con ese antecedente en la memoria, llega la noticia de que la Cámara del Senado de la Nación Argentina vuelve a sesionar con la presencia de sus Honorables Miembros.

Es un hecho memorable en la vida republicana, quedan atrás los tristes días de medidas restrictivas que impedían a los ciudadanos gozar del bello espectáculo de los sabios legisladores debatiendo cara cara sus claras ideas en beneficio de la Nación.

En un momento de tensión política y social debido a la situación del país, fue un bálsamo de esperanza.

Los problemas que esperan tratamiento por parte de los deliberantes más venerables de la institución republicana, los “senadores”, los de más edad, los más sabios y experimentados, son múltiples y muy graves.

Su consecuencia es un calamitoso estado económico y social con pobreza del 50% y una inconcebible indigencia en un país que posee riquezas abundantes y una capacidad productiva largamente demostrada en el pasado.

Son los problemas de siempre, desde el advenimiento de la República, en 1983, que no hemos podido solucionar. Agravados en el momento actual hasta el escándalo.

En ese contexto de gravedad extrema los senadores declararon el 22 de noviembre como “Día Nacional del Kimchi”, un plato tradicional de la cocina coreana.

Afortunadamente, no fue el único tema debatido, como erróneamente informó parte de la prensa nacional. Lamentablemente, fue uno de ellos y se aprobó con 47 votos a favor, ninguno en contra, sin abstenciones.

Es insólito. Peor, inaudito. Mucho peor, inaceptable, impresentable.

Una hasta ahora ignota para el gran público senadora de la provincia de Misiones expuso durante once minutos las bondades del plato para convencer a sus colegas de aprobar el proyecto.

Los convenció, parece.

La referencia al bocadillo japonés, su grupito insigne en Argentina y la popularidad que repentinamente cobró, es por la presencia en la Cámara durante el “debate” de funcionarios de la Embajada Coreana y de importantes referentes de la alta cocina de ese país interesados en la aprobación del proyecto.

No los critico por pretender difundir su cultura en un país que acoge una importante comunidad coreana. Deploro, en cambio, que en momentos de tamaña gravedad el Honorable Senado de la Nación se preste a una maniobra marketinera del colectivo de restaurantes coreanos de Buenos Aires, no le reconozco al proyecto más trascendencia que ésa.

Primera sesión presencial desde el 12 de marzo de 2020. Un año, seis meses, tres semanas y tres días después, en plena crisis, con problemas de todo tipo, tamaño y color, con un Presupuesto 2022 sin debatir, esta nadería sale aprobada por unanimidad.

Es lastimoso. Ya no sé a qué adjetivo recurrir.

Señores políticos, disponen Uds. de todo lo necesario para hacer historia y la verdad es que sólo se los ve hacer papelones.

Suelo usar la metáfora de Versalles para graficar los momentos que nos toca vivir. Veo que se recurre cada vez más a ella, tristemente, porque significa que quienes tienen la responsabilidad de administrar el Estado y la capacidad de nada menos que legislar, nos dan la impresión de vivir en un mundo paralelo desconectado del pueblo a quien debieran representar.

Aquella situación hizo eclosión con la Toma de la Bastilla, una fecha que el Mundo celebra, 14 de julio de 1789.

Yo deploro que se llegara a ese baño de sangre y sus consecuencias. No hay razón para ello. Sólo se requiere para evitarlo algo de sensatez.

También de las épocas doradas del devaluado Presidente cordobés es aquella frase tan deprimente: “Para el Senado tengo la Banelco”, atribuida a su ministro de Trabajo el mendocino Alberto Flamarique.

Bueno, “cada uno es libre de entender las cosas como quiera”, aunque en verdad creo que todos estamos condenados a entender las cosas como las entendemos, nada más.

“Tu nombre me sabe a hierba”, dijo el poeta catalán y a mí esto me huele a plástico.

Dios me perdone por pensar mal, pero la verdad es que no puedo evitarlo.

*El autor es un ingeniero mendocino radicado en Quebec, Canadá.

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