Nos encontramos en un momento histórico, clave para el futuro de Mendoza y estratégico para las generaciones venideras. Debemos aprovechar la severa pandemia para reinventarnos y cambiar ciertos paradigmas que en algunas oportunidades por aprensión y en otras por intereses mezquinos y sectoriales, los mendocinos no nos hemos animado a transformar.
Uno de ellos es sin duda el destino Alta Montaña, sus bellezas naturales, sus sitios históricos únicos y diversos, desde arqueológicos, incaicos, huarpes y sanmartinianos, hasta ferroviarios, andinísticos y comerciales. Sus majestuosos monumentos naturales como el Puente del Inca y el cerro Aconcagua, completan una oferta interesante, variada y hasta el momento devaluada.
Seguramente muchos mendocinos, imposibilitados de viajar a otros destinos del país y del exterior, dadas las condiciones sanitarias imperantes, optarán por la montaña, entre otras alternativas. Aquí la inevitable pregunta: ¿Está preparada la zona para ello? A las claras la respuesta no es la más satisfactoria que podríamos recibir. Decisiones postergadas una y otra vez, proyectos y planes que sin llegar a terminarse quedan en el olvido para ser remplazados por nuevos funcionarios y planes estratégicos, hacen de esta situación una permanente postergación de una puesta en escena impecable para los visitantes e imprescindible para los habitantes de esas zonas tan agrestes.
Quizás sea el momento para que los distintos organismos involucrados articulen eficaz y eficientemente los escasos recursos económicos con los que cuenta la provincia para este desafío y priorice acciones simples y de rápida ejecución como lo puede ser, a modo de ejemplo, una limpieza general tanto de la ruta nacional 7 (internacional, atestada de botellas con orina arrojada por los transportistas de carga) como de las villas cordilleranas y una adecuada y nueva señalización turística vial.
Éstas son algunas de las acciones que tan sólo requieren de decisión y aprovechamiento del recurso humano estatal, más que de dinero.
Luego habrá tiempo para ejecutar proyectos ambiciosos y salir en busca de los grandes inversores, que aterrizarán por estas latitudes recién cuando la seguridad jurídica y el rumbo económico de la Argentina sean claros y previsibles.
Con acciones simples se podría lograr fácilmente “lavar la cara” a esta imagen de permanente abandono y deterioro en comunión con las poblaciones que, sin lugar a dudas, estarían dispuestas a poner manos a la obra.
Nos parece redundante hacer un detalle del abandono de Penitentes, del Puente del Inca propiamente dicho y su siempre latente riesgo de colapso, y de falta de seguridad jurídica de los comerciantes, entre otros.
Sí valoramos como acertado que se anuncie para el 14 de este mes un operativo de limpieza de varios organismos en Puente del Inca.
Recientemente hubo reuniones y probablemente haya otras, entre operadores turísticos, comerciantes y vecinos de las localidades fronterizas con funcionarios del Ministerio de Planificación, del Emetur (Turismo), de la Dirección de Recursos Naturales Renovables, del municipio de Las Heras, Dirección Nacional de Vialidad, Dirección de Patrimonio, IPV, luego de una nota que la comunidad remitiera al Gobierno para que explicara el alcance y puesta en marcha del Plan de Ordenamiento para esa zona.
Entonces, los habitantes del área y el resto de los mendocinos aguardan una reconversión y mejora de los distintos puntos del circuito que podríamos definir entre Potrerillos y Las Cuevas, pasando por el hito que significa el hermoso valle de Uspallata.