La embestida de la pandemia ha golpeado muy fuerte en la salud mental en la niñez y adolescencia, lo podemos ver en los cambios de los hábitos de comportamiento, por ejemplo. Claro que las repercusiones no responden a un grupo etario en particular, pero la niñez y la adolescencia son momentos de la vida vulnerables a los efectos colaterales de la situación sanitaria. El impacto en la subjetividad fue inesperado, disruptivo, ocasionando cambios en la cotidianeidad de los niños, niñas y adolescentes.
Se visibilizan afecciones, preocupaciones y malestares de la salud mental transformando la vida diaria de niños, niñas y adolescentes que repercuten en las relaciones sociales, vínculos con la familia, pares y personas en general. Esto restringe posibilidades de diversión, recreación, distracción, sostenimiento de la escolaridad, y la progresiva capacidad de autonomía. Los cambios en las conductas, en adolescentes especialmente, se vinculan a acontecimientos que atraviesan desde estados emocionales cambiantes, permanente inestabilidad, fusionada con vulnerabilidad y omnipotencia.
En la investigación realizada por UNICEF, “Estudios sobre los efectos en la salud mental de niños, niñas y adolescentes”, en los años 2020 y 2021, se evidencian los modos de afectación de las infancias y adolescencias dándole voz a las experiencias, sentires y percepciones sobre el contexto de incertidumbre y constante cambio.
En el ámbito educativo, específicamente como espacio de tramitación de los conflictos, se hacen visibles las manifestaciones y malestares, que más allá de las características y especificidades del momento de la vida, actualmente se incrementan debido a la situación de pandemia. Concretamente se registran cambios en la conducta en las relaciones sociales, con el conocimiento, el aprendizaje y la resolución de adversidades que se plantean en la vida. Un indicador son las dificultades para sostener las trayectorias educativas, la vinculación con la escuela, visualizarse en acciones futuras, reconocer intereses, deseos y aspectos que promuevan un apego saludable a un proyecto de vida. Se muestra un incremento en el cansancio y agotamiento de la capacidad de adaptación a las situaciones, y problemas para procesar subjetivamente lo ocurrido, lo que repercute en derivaciones a consultas para diferentes profesionales de la salud mental. La intervención psicopedagógica se enmarca en un abordaje interdisciplinario, prioriza potenciar los factores protectores y compensar factores de riesgo para la prevención. En el ejercicio profesional, en todas las áreas del campo laboral psicopedagógico, una finalidad es proponer a adolescentes situaciones de aprendizaje, para el autoconocimiento, la autorregulación y la conformación de proyectos de vida que puedan prevenir escenarios adversos, a fin de construir herramientas para afrontar de forma resiliente las desavenencias de la vida.
Las personas somos una integralidad bio psico social, los nuevos contextos y circunstancias evidencian con mayor profundidad la necesidad de repensar las lógicas simplistas en el abordaje de la salud. Concientizarnos sobre la importancia en la salud mental es una tarea sistemática y cotidiana, también es una responsabilidad social para propiciar calidad de vida resiliente y saludable.
Lic. Karina Bergé, Presidenta Colegios de Psicopedagogos de Mendoza
