“Se vino el agua, fue muy feo. Empezó a caer granizo del tamaño de un huevo y empezó a arrasar y a hacer desastre. En 10 minutos, la piedra se llevó el trabajo de todo un año. Es muy triste esto”. En pocas palabras y con la voz entrecortada, Javier Méndez, contratista de una finca en Buen Orden, en San Martín, describió cómo la tormenta de esta semana lo dejó sin sustento para su familia.
La realidad de Javier deja el descubierto al menos dos cosas: el sistema de contrato vitivinícola y, por otra parte, la falta de inversión en malla antigranizo, que cada vez es más necesaria.
Años atrás muchos productores sostenían que no era necesario colocar malla antigranizo, porque en una década sólo perdías la cosecha de un año y el costo total era superior al año de pérdida de cosecha. Sin embargo, el cambio climático en algún punto puso en jaque esa afirmación de antaño y hoy las pérdidas son mayores.
Datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura sostienen que en Mendoza hay sólo 16.151 hectáreas (10,6%) con malla antigranizo, sobre un total de 151 mil hectáreas.
Vale aclarar que si bien el Fondo para la Transformación y otros organismos estatales, como el Banco Nación, tienen líneas para acceder a este tipo de mejoras, lo cierto es que los productores -que han podido- han preferido priorizar otro tipo de inversiones, como las relacionadas con el riego.
En tanto, sobre el tema del sistema de “contrato” para trabajadores de viña y frutales, si bien, durante 2021 se lograron, en el Congreso de la Nación, avances y mejoras, entre ellas, extender la mensualidad y que sea “fijada por la comisión paritaria”, lo cierto es que el sistema aún tiene puntos flojos, a discutir y que, en algunos casos, atrasan.
Como todos los años, la imagen de los que pierden todo a merced del granizo, es dolorosa, como también lo es la de los que no pueden regar todo su cultivo por falta de agua o la de los trabajadores que ven vulnerados sus derechos.
Resulta importante trabajar en estos aspectos para no sólo mejorar la productividad sino, también, para evitar costos extra a la producción vitivinícola de Mendoza. En tanto, para el caso de los trabajadores, también es necesaria una revisión integral que permita mejorar las condiciones actuales.