En anteriores entregas de esta columna editorial, habíamos meditado sobre la necesidad de proteger al sistema de salud mendocino, puesto en máxima tensión por la cantidad de casos de Covid-19 que se registran diariamente en nuestro territorio.
Insistimos en ese criterio porque, cuidándonos más, especialmente el núcleo de población más vulnerable a la enfermedad, las prestaciones de médicos, enfermeros y otros auxiliares de los equipos sanitarios, de ambos sexos, tendrían un alivio. Hay momentos en que la sobrecarga de trabajo de estas personas se extrema, a tal punto, que corren el riesgo de enfermarse o cometer descuidos por la presión a la que son sometidas.
Teniendo siempre como pauta prioritaria esa consideración del amparo de médicos y otros servidores, es necesario prestar atención a las posibles patologías que pueden sobrevenir tras la pandemia que, por otra parte, no ha pasado ni por asomo.
Profesionales de la Medicina, la Psicología y la Psiquiatría, advierten que, cuando cese o disminuya el proceso del coronavirus, es posible que haya que estar atentos a posibles casos de patologías mentales entre los componentes de distintos núcleos de la población. Sostienen que esa posible y grave consecuencia de tanto tiempo de aislamiento, podría semejarse a los efectos de una posguerra.
La suspensión o postergación de atención de todo lo que no se hizo este año por el temor al contagio, tiene que ver con enfermedades crónicas a las que seguramente tendremos que atender con controles o diagnósticos más tardíos, y haciendo votos de que no se hayan agravado esas dolencias.
Habrá que estar atentos al comportamiento de los adultos mayores (problemática de enfermedades diversas, biológicas) pero también de salud mental y social (violencia intradoméstica, o cómo son contagiados por los jóvenes) en ocasión de la pandemia.
También pueden registrarse consumos de ansiolíticos y bebidas alcohólicas en aumento, que complicarán aún más el panorama de salud en diversos grupos etáreos y sociales.
A medida que se han aplicado medidas para restringir los movimientos con el fin de reducir el número de infecciones, cada vez más habitantes están cambiando radicalmente algunas de sus rutinas cotidianas.
Los expertos señalan que las nuevas realidades del teletrabajo, el desempleo temporal, la enseñanza en casa y la falta de contacto físico con familiares, amigos y colegas, requerirán un tiempo de acostumbramiento, un umbral que posiblemente no será fácil de transitar para muchos ciudadanos.
La misma Organización Mundial de la Salud (OMS) hace hincapié en los cambios de los hábitos de vida ante el temor de contraer Covid-19 y a la preocupación por las personas próximas más vulnerables, panorama que se agravará para quienes padezcan trastornos de salud mental.
Afortunadamente, son muchas las actitudes y cosas que podemos hacer para cuidar nuestra salud mental y ayudar a otras personas que pueden necesitar más apoyo y atención.
Determinados consejos y pautas pueden resultar útiles.
Es necesario mantenerse informados, escuchando los consejos y recomendaciones de las autoridades nacionales y locales, escapando de las noticias falsas y recurriendo a fuentes informativas fiables.
Otra de las sugerencias es conservar rutinas diarias en la medida de lo posible, como no descuidar la higiene personal, acceder a comidas saludables y hacer ejercicios en forma habitual, además de establecer horarios para trabajar y para descansar.
Como se ve, no es sólo superar el difícil momento que atravesamos sino también empezar a asumir que los días venideros, cuando el cuadro viral haya disminuido, nos tendrá que encontrar dispuestos a realizar esfuerzos que nos permitan acomodarnos a una realidad, que ya no será como la que conocimos en el pasado.