El ministro Guzmán tenía las horas contadas. Sin apoyo del kirchnerismo, su salida era inevitable. Pero su sucesión abre interrogantes a futuro: ¿kirchnerizará más su política económica Alberto o dará un giro hacia cierta racionalidad, como piden los mercados? Y dependiendo del rumbo que se elija ¿qué va a pasar con el dólar y la inflación a partir de ahora? Difícil saberlo, aunque se intuye más una mayor kirchnerización que un giro hacia la racionalidad.
Por el lado de Mendoza, nuestra economía ya viene sufriendo con el descalabro inflacionario nacional más las trabas para importar insumos de la industria, lo que, sumado a esta incertidumbre aumentada, va a complicar aún más a empresarios y particulares, haciendo cada vez más difícil el día a día.
El presidente Fernández debería de una vez por todas empezar el giro hacia cierta razonabilidad fiscal y monetaria, que estabilice las expectativas, pero difícilmente lo haga, dada la opuesta visión de Cristina Fernández sobre el rumbo de la economía. De esta forma, el próximo ministro de economía va a terminar siendo alguien que acepte inmolarse para mantener un modelo que el mercado no percibe sustentable, y que por lo tanto genera escasez de divisas y valores muy elevados de los dólares paralelos.
En síntesis, sin un giro hacia políticas económicas racionales, como la de aquellos países que les va bien, no hay manera de enderezar el barco, lo que genera el peligro de dirigirnos hacia el caos económico y social en el año y medio que queda de gestión a la dupla Fernández-Fernández.