Los analistas económicos locales vienen haciendo foco sobre la escasa capacidad del mercado laboral mendocino para generar nuevos puestos de trabajo formales y mejores remuneraciones; intentando endilgarle el problema al Gobierno provincial.
Esta incapacidad la basan en series estadísticas oficiales que, por supuesto, son fidedignas e incuestionables, salvo por su parcialidad. Por ello, intentaremos abordar un análisis más amplio del tema, haciendo foco en el ingreso de la totalidad de personas ocupadas en Mendoza y comparándolo con el resto de las provincias argentinas.
No obstante, antes que nada, observaremos la evolución de la población de Mendoza, respecto del total nacional. De los censos y las proyecciones del Indec para 2021, surge que hace 40 años Mendoza albergaba alrededor del 4,3% de la población de nuestro país, dentro de un contexto general de crecimiento poblacional. En otras palabras, hace 40 años que Mendoza genera condiciones para mantener la misma proporción de la población dentro del país.
Dicho esto, nos vamos a introducir en los datos del mercado laboral.
Por el lado de la oferta de trabajo, compuesta por todas aquellas personas que tienen la edad y el deseo de trabajar, lo estén haciendo o no, debemos analizar lo que ocurre con la tasa de actividad que ausculta trimestralmente el Indec, en los aglomerados urbanos más importantes del país. Según esta información, la tasa de actividad promedio de Mendoza, durante los dos primeros trimestres de 2022, alcanzó el 50,5%; en San Juan el 44,2%; en San Luis el 45,5% y en Neuquén el 46,9%. En tanto que, los 32 aglomerados argentinos registraron un promedio de 47,2%. Evidentemente, la oferta de trabajo en el Gran Mendoza se comporta como en las grandes urbes argentinas (solamente superada por CABA y el Gran Rosario) y no es comparable a la de los aglomerados vecinos.
Por otro lado, la demanda de trabajo se mide por la tasa de empleo (cociente entre la población ocupada en algún trabajo respecto de la población total en edad de trabajar). Según el Indec, el Gran Mendoza tiene una tasa de empleo promedio del 47,5%; mientras que el promedio de los 32 aglomerados alcanzó el 44%. En las provincias vecinas, San Juan alcanzó un 42,6%, San Luis un 43,9% y Neuquén un 43,3%. Entonces, en el Gran Mendoza hay una mayor proporción de la gente que desea trabajar que está consiguiendo hacerlo, respecto de los aglomerados vecinos y del promedio nacional.
Por último, el diferencial entre la oferta y la demanda laboral, es el desempleo. En el Gran Mendoza, están en esta condición el 6,1% de los oferentes de trabajo, cuando el indicador a nivel nacional alcanzó al 7%.
El diferencial de Mendoza
Ahora bien, cuando estudiamos el ingreso total que perciben las personas que se encuentran ocupadas, ya sea que se trate de empleos en relación de dependencia (formales o informales); o cuentapropistas y patrones, observamos que, según la información del Indec, de los 525.0000 habitantes del Gran Mendoza que tienen edad y deseo de trabajar, 491.197 están ocupados, de los cuales el 68,7% lo hacen en relación de dependencia y el 31,3% son cuentapropistas o patrones. Mientras que, en el total de los 32 aglomerados, la cantidad de ocupados son cerca de 12.584.000 personas, de las cuales el 73,5% son empleados en relación de dependencia y el 26,5% son cuentapropistas o patrones. Comparativamente, Mendoza tiene una mayor proporción de emprendedores.
De los 337.398 ocupados en relación de dependencia del Gran Mendoza, el 56,4% trabajan en forma registrada y el restante 43,6% lo hace informalmente. En el país, las proporciones son 64%-36%, respectivamente; y en las provincias vecinas, San Juan muestra una informalidad del 47,3%, San Luis del 40,1% y Neuquén del 25,5%. Comparativamente, San Juan es la peor de la Región, pero debemos reconocer que Mendoza tiene un problema en este aspecto.
Si elegimos al azar 100 ocupados mendocinos, encontraremos 39 empleados registrados, 31 cuentapropistas o patrones y 30 empleados informales. En San Juan, 37 empleados registrados, 33 empleados informales y 30 cuentapropistas y patrones. En San Luis, 48 empleados registrados, 32 empleados informales y 20 cuentapropistas y patrones. Neuquén, mostraría 62 empleados registrados, 21 informales y 17 cuentapropistas y patrones. Es muy probable que las provincias vecinas prefieran intercambiar un poco de empleo registrado público por una buena cantidad de emprendedores. ¿No les parece?
Queda claro entonces que, basar el análisis solamente en la información referente al empleo registrado es, al menos, algo parcial, como intentar describir lo que pasa en una habitación cerrada, mirando por el ojo de la cerradura.
Del estudio del ingreso total que perciben los ocupados del Gran Mendoza, obtuvimos que:
• El Gran Mendoza representa el 3,9% del total de la PEA del total de los 32 aglomerados.
• El ingreso de los trabajadores registrados del Gran Mendoza equivale al 2,6% del total. Pierde 1,3 puntos porcentuales, en términos de PEA.
• El ingreso de los trabajadores informales del Gran Mendoza es el 4,1% del total país. Gana 0,2 puntos porcentuales, en términos de PEA.
• El ingreso de los cuentapropistas y patrones del Gran Mendoza es el 4,5% del total. Gana 0,6 puntos porcentuales, en términos de PEA.
• Sumando todo, el ingreso total de los ocupados del Gran Mendoza representa el 3,2% del total de aglomerados. Pierde 0,7 puntos porcentuales, en términos de PEA.
Entonces, es cierto que al Gran Mendoza lo afecta el problema de la informalidad en la registración de empleos, pero si se comparan sus datos con el resto de los aglomerados, eso mismo lo sufren y en mayor medida los Partidos del Gran Buenos Aires (GBA) y el Gran Córdoba. De los 32 aglomerados, 20 muestran una participación relativa en el ingreso total de sus ocupados menor a su participación en la PEA, incluidos el Gran San Juan, el Gran San Luis y Neuquén - Plotier.
En las Antípodas, se destaca la situación de privilegio de la CABA, que concentra la administración pública nacional. No obstante, muchos de sus puestos de trabajos son ocupados por personas que viven en Partidos del GBA. Por tanto, estamos frente a números distorsionados. Bastante más atrás, también muestran números positivos algunos aglomerados del Sur Argentino, de base petrolera o promocionados industrialmente. Sin embargo, si sumamos la PEA de todos ellos, obtenemos que representan solamente el 3,3% del país.
En conclusión, es real la problemática de Mendoza al momento de generar ocupaciones bien remuneradas. Sin embargo, no es un patrimonio exclusivo de la Tierra del Vino. Me pregunto, ¿qué dirán los analistas cuando observan los números de Córdoba, la segunda provincia del país que posee una de las matrices productivas más diversificada? o ¿del Gran Rosario, que tiene el clúster sojero más competitivo del mundo y también muestra números negativos?
A favor de Mendoza, aquí demostramos que tiene un mercado laboral más vigoroso, tanto en la oferta como en la demanda de trabajo; y una tasa de desempleo menor al promedio nacional. También observa una mayor proporción de su PEA caracterizada como cuentapropista o patrón, lo cual es un valor positivo en el contexto nacional reinante. Además, quedó en evidencia un importante problema de informalidad.
Sin embargo, en un país donde rige una presión fiscal agobiante, escasez de crédito para financiar la inversión, atraso del tipo de cambio que desalienta las exportaciones, escasa y nula vocación por promover el comercio internacional, costos de transporte exorbitantes, leyes laborales cuasi prehistóricas, una inestabilidad macroeconómica sistémica y una distribución inequitativa de los recursos federales en detrimento de las 4 provincias más grandes del país; ¿cómo hacen los empresarios mendocinos, distantes a más de 1.000 km del puerto, con una matriz productiva basada en bienes y servicios transables y un Gobierno provincial discriminado en la distribución de los recursos federales, para generar mejores condiciones de empleo y salarios?
Algunos tendrían la tentación de responder: ampliando su matriz productiva hacia la minería, como hizo el Gobierno de San Juan. Sin embargo, acá pudimos ver que la vecina provincia tiene un mercado laboral menos vigoroso, un ingreso total de sus ocupados por debajo de su participación en la PEA y un 47% de sus empleados en relación de dependencia “en negro”.
Si bien es cierto que la minería ayudaría a generar nuevos empleos mejor remunerados; por otro lado, algunos negocios que se encuentran muy “finitos” tenderían a achicarse.
Ahora bien, nosotros entendemos que es más relevante concentrar nuestros esfuerzos en exigir un país con condiciones macroeconómicas estables, con menores costos de transporte, con un mejor perfil competitivo y con una equitativa distribución de los recursos federales.
Con esas condiciones, más las ventajas comparativas que ya brinda Mendoza en materia de formación educativa, infraestructura económica para desarrollar negocios, menor litigiosidad laboral, presión fiscal provincial decreciente, buenas prestaciones de salud, un buen clima y calidad de vida; cuestiones que sí dependen de la provincia, seguramente lograremos el desarrollo económico colectivo de nuestra población.