Macri versus Bullrich, la guerra entre el consiglieri y la soldado militante

Mauricio Macri y Patricia Bullrich siguen siendo dos protagonistas principales de la vida pública argentina en la era Milei. Pero ninguno de los dos están actuando como líderes políticos pese a que uno fue presidente y la otra casi lo logra. Macri es hoy un consiglieri que aconseja a Milei todo lo contrario de lo que le aconseja el consiglieri joven: Santiago Caputo. Y Patricia es una soldado y una militante de Milei que jamás discute órdenes, simplemente las ejecuta sin dudar. Pero Macri y Bullrich, pese a formar parte del mismo bando, están en guerra total. Y en esa lucha enconada entre la Pato y Mauricio, hay algo personal.

Macri versus Bullrich, la guerra entre el consiglieri y la soldado militante
Patricia Bullrich y Mauricio Macri cuando aún no se habían declarado la guerra.

La derrota de Mauricio Macri en su reelección presidencial de 2019 y el posterior fracaso de Patricia Bullrich en su candidatura presidencial de 2023 selló el destino casi seguramente terminal del PRO, quien prometía ser el partido que le pondría fin al kirchnerismo desde el liberalismo institucional. Es que ni Macri ni Bullrich, juntos ni separados (y menos Larreta) pudieron ser los políticos más adecuados para liderar esa tarea transformacional. Para colmo, hoy están personalmente en las antípodas pese a formar parte del mismo marco político-ideológico. Es que la derrota no perdona. Sin embargo, eso no obsta para reconocer en ambos dirigentes valiosos méritos que hoy les permiten seguir siendo protagonistas principales de la vida pública en la era Milei. Lástima que como enemigos o algo parecido.

Hagamos en esta nota un análisis más descriptivo que valorativo de estos dos protagonistas de la política que prometían, para llegar al mismo lugar, un camino menos disruptivo que el actual. ¿Pero será posible eso en la Argentina? La renovación institucional radical y peronista de los 80, la alianza UCR-Frepaso de fines de los 90 y el liberalismo moderado de Cambiemos no nos alientan muchas esperanzas. La sombra de Facundo y de la barbarie no nos dejan en paz, como diría Sarmiento.

En política son bastantes los que saben lo que hay que hacer, menos son los que saben cómo hacerlo, pero poquísimos saben cuándo hacerlo. Y hasta las mejores decisiones políticas sólo son acertadas si se toman en el momento justo, ni una hora antes ni una hora después. Allí es dónde se luce la verdadera sabiduría política.

Esta última es la gran capacidad de los líderes (que Milei deberá demostrar si la tiene, a lo largo de su gobierno). Eso no lo sabe hacer Macri, no está en su naturaleza. Bullrich tampoco, pero ella no es política, es una técnica, una profesional, una militante y una soldado, la mejor pero no una política.

Macri sí es un político pero con importantes limitaciones en su pensamiento y acción: perdió la reelección porque subestimó a Cristina mientras que Pichetto no. Apenas asumió Macri y Pichetto aún era el jefe en el senado de un importante sector peronista anti K, le insinuó todo tipo de alianzas para acabar con el kirchnerismo: si no lograban atraer una parte significativa del peronismo no K hacia Cambiemos, que al menos le impidieran ser esa oposición unificadamente despiadada tras Cristina que fue el peronismo durante toda la era Macri. Eso Pichetto lo vio, pero Macri no. Y su error al fin le costaría la reelección. Creyó que Cristina estaba políticamente muerta y entonces siguió reinventándola como enemiga principal. Rol que CFK aceptó encantada. Hasta que a los dos años le birló el gobierno al ingenuo presidente liberal.

Por eso decimos que los principales errores de Macri fueron políticos, no económicos. No nos engañemos, ni siquiera Milei, en el caso de haber sido presidente, en 2015 hubiera podido hacer lo que hizo en 2024. El país no estaba tan mal para tolerar ese colosal ajuste que solo aceptaría luego del desastre fernandista.,

Quizá Macri no fue ni es un gran líder. Sin embargo, es el mejor de los consiglieri. Aprendió mucho de política en su vida pública, y su don es la voluntad, la perseverancia más que el instinto político. Primero, tuvo que demostrarle al padre que no era el timorato que Franco pensaba qué era. Segundo, ganó la presidencia por casi nada con una alianza inteligente que forjó él. Pero allí empezaron los problemas, el éxito capitalino no lo pudo repetir en la nación. Desde el primer día el peronismo decidió que lo transformarían en otro De la Rúa y casi lo logran en las intermedias con Santiago Maldonado.

Allí apareció la mejor Patricia Bullrich, quizá hasta Macri dudó de que podría haber habido un exceso represivo con Maldonado, pero ella no, nunca jamás. Se mantuvo firme contra todo el aparato kirchnerista hablando de un asesinado desaparecido por las fuerzas militarizadas de Bullrich-Macri. Con eso esperaban ganar las intermedias y luego echar a Macri como hicieron los peronistas con De la Rúa. Pero Bullrich con su convicción demostró que tenía razón, que nadie había secuestrado al muchacho, todos los peritos la avalaron. Lo de ella fue determinante porque se descubrió la verdad en las horas previas de las elecciones cuando ya la idea K de que el gobierno de Macri había matado y hecho desaparecer a un militante político, estaba impregnando el sentido común general de la sociedad. Pero se impuso Patricia: ella, casi en soledad, había defendido la verdad y no entregó a ningún gendarme inocente como muchos de los suyos le pedían. Desde allí no paró de crecer. Y soñó con ser presidenta luego de la reelección de Mauricio. Pero Mauricio perdió.

Sin embargo, en la derrota se vio al mejor Macri, perdió las PASO arrolladoramente por casi veinte puntos, pero su voluntad le permitió recuperar la mitad de esos puntos para la elección general. No le alcanzó pero fue contundente y armó una movilización pocas veces vista en la historia en su apoyo. Quedó fortalecido. Eso permitió que sobreviviera Cambiemos a la adversidad y de a poco pareció que luego del interregno de los Fernández, volverían mejorados.

Pero nada de eso pasó, el mundo cambio más rápido que el PRO y la Bullrich que como ministra contra sindicalistas mafiosos, narcotraficantes, delincuentes y corruptos era extraordinaria, como candidata presidencial no tuvo el mismo talento.

Allí apareció el primer cortocircuito implícito entre ella y Macri. Mauricio tenía dos candidatos aunque no sabía cuál era mejor. Porque Larreta le parecía demasiado indeciso pero Bullrich le parecía demasiado temeraria. Uno dudaba mucho, la otra no dudaba nada. Ambos extremos eran malos. Al final, en su interior le pareció más popular Bullrich que Larreta, pero, sin embargo, no se jugó demasiado por la Pato, al menos no tanto como le hubiera gustado a ella. Es que fue Macri el primero que olfateó en Milei lo que quizá a él le había faltado e intuía también le faltaba a Patricia, pero no lo podía decir para no bajarle el precio a su candidata. Sin embargo Bullrich lo presintió. Y fue acumulando rencor.

La interna de JxC fue horrible, una agresión mutua inconcebible donde la que más agredió, por personalidad, fue Bullrich, mientras que Larreta le tiró encima un aparato político monumental. Ya a los pocos meses de interna, ninguno de los dos sabía que en la Argentina existían millones de personas aparte de ellos dos, a los cuales había que seducir. Solo interesados por pelearse entre ellos dos, se olvidaron de los votantes, pero Macri no, por eso cada vez miraba más interesado a Milei. Es cierto, asustadísimo por sus formas y sus tendencias autoritarias (susto que aún mantiene) pero al que consideró mucho más capaz de hablarle a la gente común que sus dos candidatos y con un programa mucho más definido, sobre todo en economía. Además, la Pato demostraba no saber ni siquiera el abc de economía.

Los resultados ya los sabemos. Patricia le ganó la interna a Larreta pero con un estilo tan agresivo que a la postre resultó antipático. A la gente la gusta la agresividad de Patricia contra piqueteros, sindicalistas y delincuentes, pero no en una interna contra aquel que al final propondría como su jefe de gabinete. Debido, en enorme proporción, a esa impresentable y ridícula interna, por mirarse al ombligo, JxC regaló una presidencia que casi tenía ganada, mientras que Milei no solo expresaba a la gente común, sino que parecía surgir de esa misma gente. Su triunfo fue impecable y la derrota de Patricia colosal e inesperada, cuando ya tenía designadas hasta las terceras líneas de su gabinete.

Con Milei candidato ocurrió la última coincidencia entre ella y Macri: el pacto de Acasusso donde ambos apoyaron fervorosamente a Milei para la segunda vuelta. Pero a partir de allí los caminos comenzaron a bifurcarse definitivamente. La Pato se convirtió en lo que siempre fue pero que sus anteriores jefes no le pedían y Milei sí: una militante y una soldado que jamás discute órdenes aunque para ello tuviera que negar muchas cosas que dijo antes.

Desde allí son dos enemigos íntimos. Macri parece haber saltado de ser un político voluntarioso pero con poco timing a un consiglieri político extraordinario. Pero no le llevan demasiado el apunte aunque todo lo que dice es lo que se le debe decir al gobierno en tanto buenos consejos en pos de la institucionalidad. Quiere apoyar todo lo que pueda al gobierno, pero salvar al PRO y mantener su individualidad política, pero cada vez le cuesta más.

Patricia, en cambio, se ha transformado en una feroz defensora de Milei en todo, en lo malo y en lo bueno y en la principal contradictora de Macri. Más incluso que Santiago Caputo o Karina. Es como que le estuviera cobrando el apoyo un tanto vergonzante que le dispensó a su candidatura presidencial. Su protagonismo en el gobierno es enorme y sumamente valorado por Milei, pero no es parte del triángulo de hierro de las decisiones, porque ella no decide ni le importa demasiado. Lo que hace bien y quiere hacer es obedecer y ejecutar como la mejor de todas y con su mejor disponibilidad.

Macri quiere salvar a su criatura partidaria y por eso duda. Mientras que Patricia quiere fusionarla, entregarla a Milei y en eso no duda. Con sus vacilaciones Mauricio ha confundido aún más a su alicaída fuerza política mientras que Patricia quiere subordinarla al mileismo, hasta que desaparezca como entidad diferente.

Es una pena, a un liberalismo institucional, que aún habiendo tenido su oportunidad de gobernar le está pasando lo mismo que a la renovación peronista de los 80 que no tuvo esa oportunidad. Son vistos como demasiados prolijos, puntillosos y correctitos en un país bárbaro donde hasta los que están en contra de la barbarie quieren que se la destroce con métodos bárbaros, porque creen que la institucionalidad por sí sola es inefectiva -y hasta contraproducente- para combatir el mal argentino. Eso es Caputito.

Macri le dice: Javier, vas muy bien en lo económico, me has superado por goleada. Pero si no armás un sistema institucional fuerte, eso va a serte mañana un impedimento para consolidar estructuralmente tu éxito económico y todo puede fallarte.

Pero, por el otro lado, Santiago Caputo le dice: Javier, Macri está loco, si le hacés caso te va a pasar lo mismo que a él. En la Argentina solo se puede triunfar si el bueno es más malo que el malo, sino perdiste. Macri es la garantía segura de tu derrota, como le pasó a él.

Y Milei cavila entre el consiglieri viejo que le aconseja ser bueno y el consiglieri joven que le aconseja ser malo. Mientras tanto, Patricia actúa, no duda, pero se cobra revancha de Macri.

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