La movilización de fuerzas militares hacia sus fronteras con Venezuela y Guyana, es una muestra de los riesgos que conlleva la escalada de tensión entre esos dos países debido a los pasos unilaterales que está dando el régimen de Nicolás Maduro.
Con este complejo desafío en la región comenzará el gobierno de Javier Milei. La canciller Diana Mondino, en la antesala de la asunción presidencial, debió viajar a Brasil para cursar una invitación personal a Lula da Silva, en un intento tardío de corregir el erróneo manejo de una relación tan estratégica y crucial por parte del nuevo presidente argentino. Y el siguiente desafío para la nueva ministra podría ser nada menos que un conflicto militar en la región.
Para garantizar la inviolabilidad de las fronteras, el ejército brasileño anunció que adelantará la creación de un regimiento de Caballería Mecanizada en el estado norteño de Roraima, precisamente para blindar sus fronteras con la región Esequibo, centro de la disputa entre el régimen de Maduro y la República Cooperativa de Guyana.
Con ese objetivo, marchan hacia el estado nordestino de Roraima 16 vehículos blindados, mientras la Primera Brigada de Infantería de Selva a movilizado dos mil soldados hacia esa frontera caliente.
Que Brasil esté movilizando fuerzas militares muestra la gravedad de la situación generada por Maduro al salirse del marco diplomático acordado en 1966 para resolver las disputas que se originaron en los tiempos de la Guyana Británica.
¿A cuál país favorece el despliegue militar brasileño? En principio, a Guyana, porque dificultaría el paso de tropas venezolanas, ya que la región densamente selvática del norte de la región Esequibo, obligaría al ejército de Venezuela a ingresar por el sur, ya dentro de Roraima, o sea de Brasil, donde pueden desplazarse caravanas de blindados y transportes de tropas.
El despliegue militar brasileño y la afirmación de Lula da Silva respecto a que su gobierno no aceptará ninguna resolución unilateral de la disputa territorial, exigiendo a Venezuela que se mantenga dentro de lo acordado en 1966 entre Caracas y los británicos, que a renglón seguido permitieron la independencia guyanesa.
En el régimen chavista muchos calcularon que Lula, por ser de izquierda y haber tenido tan estrechos vínculos con Chávez, que permanecieron, aunque con menor intensidad, desde que gobierna Maduro, favorecería el peligroso paso que está dando el chavismo residual para poner bajo soberanía venezolana la región que se extiende al Oeste del río Esequibo. Pero las señales de los últimos días parecen indicar que el régimen de Maduro está más sólo de lo que pensaba.
El régimen que encabezan Maduro y Diosdado Cabello y llevó Venezuela a una calamitosa bancarrota, decidió recurrir a esa causa a la que siempre adhirieron los venezolanos, con dos claros objetivos: encontrar más recursos para intentar resucitar la destruida economía del país caribeño, y jugar esa carta nacionalista para recuperar adhesiones en una sociedad que está demostrando hartazgo con la realidad que impuso el régimen chavista.
Que la jugada demagógica de Maduro pueda derivar en un conflicto militar con Guyana, no le quita la importante porción de razón histórica que Venezuela tiene en este diferendo.
Los mapas del periodo colonial español incluían el territorio que se extiende al Oeste del Río Esequibo en la Capitanía General de Venezuela. Tras adquirir lo que anteriormente había sido ocupado por holandeses, los británicos corrieron la llamada Línea Shomburgk, acordada en el siglo 19 con la ya independiente Venezuela. Esa línea había sido trazada por el explorador al servicio de Londres, Robert Shomburgk pero, aún así, la corrieron arteramente hacia el Oeste para acrecentar el territorio de la Guyana Británica.
Al menos eso denunció Estados Unidos cuando empezó a aplicar la Doctrina Monroe: América para los americanos.
Posteriormente se denunció a Londres por influir mediante presiones y sobornos el laudo arbitral que se llevó a cabo en París en 1899. Con el aval de Washington, esas pátinas de turbiedad opacaron la razón que heredó del Reino Unido, al independizarse en 1966, la República Cooperativa de Guyana.
Como fuere, poco antes de retirarse de ese rincón sudamericano, los británicos acordaron con las autoridades venezolanas que la cuestión debe dirimirse en el marco de la ONU, donde el diferendo por la región Esequibo quedó en un limbo, pero bajo el control de Guyana hasta la resolución final.
El valor estratégico de la región creció exponencialmente en el 2015, cuando Exxon Mobil descubrió inmensas reservas marinas de petróleo en el Bloque Stambroek, frente a las costas del Esequibo. Guyana se salió del marco de la ONU cuando comenzó a entregar licencias de explotación. Pero eso no alcanza para justificar el peligro de guerra que está generando Maduro en la región.
* El autor es politólogo y periodista.