Me he referido a este tema reiteradamente. Cada vez estoy más convencido que en la disputa de soberanía entre nuestro país, el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los isleños, protagonistas obligados del conflicto, no se resolverá favorablemente para los intereses argentinos y las Malvinas terminarán siendo un país independiente miembro de la Comunidad Británica de Naciones igual que lo es hoy Santa Lucía, país cuyo territorio cabe 20 veces en la provincia de Tucumán.
Hemos tenido infinidad de declaraciones efectuadas por cancilleres argentinos de todos los gobiernos que se sucedieron desde 1965 cuando las Naciones Unidas exhortaron a ambos países a negociar una solución, como así también altisonantes documentos producidos por legisladores de todos los partidos en el mismo sentido.
Baste citar (como bien lo hizo notar el diputado nacional Guillermo Carmona) la Declaración de Ushuaia, suscripta por todos los bloques y votada por unanimidad en ambas cámaras en abril de 2012.
Han habido airados reclamos hechos públicamente por personalidades de todo tipo incluyendo jefes de Estado.
Del lado británico ha ocurrido algo similar.
Visité las Islas Malvinas el 11 de marzo de 2017 y me dediqué a conversar con políticos miembros de la Asamblea Legislativa de las Islas, con empresarios como el millonario Mike Summer, principal accionista de la Falkland Islands Company. Igualmente lo hice con Lisa Watson, editora del diario malvinense “The Penguin”.
Repetí la experiencia con algunos de los 25 argentinos que viven en las islas desde hace muchos años y con unos cuantos chilenos que se han establecido allí; con empleados que prestan servicios en el puerto, en el supermercado, en los dos hoteles existentes.
Visité asimismo los tres cementerios existentes; el argentino llamado Darwin, el británico Blue Beach Military Cemetery donde descansan 14 oficiales fallecidos en el conflicto y el isleño en la que pude comprobar la existencia de tumbas fechadas desde 1860 en adelante.
Estuve en el Museo de Malvinas y visité la taberna (pub) que allí existe. Encontré todo tipo de trato: amable algunos, desconfiados otros definitivamente hostiles los menos. La mayoría coincidía “en el poco o ningún interés en ser parte de un país con inflación constante desde hace más de siete décadas, crisis políticas y económicas recurrentes y constante enemistad y agresiones”. Pareciera que sólo las malas noticias llegan allí.
Mahatma Gandhi, firme promotor de la independencia de la India, manifestó en una asamblea de la que participaban numerosos miembros del Partido del Congreso que fue instrumento clave en el proceso independentista lo siguiente: “Compatriotas, debemos decidir pronto que es lo que deseamos: la independencia de la India o la humillación de los británicos. Los dos objetivos juntos será imposible obtenerlos”.
Unos cuantos meses después las nuevas autoridades indias se hicieron cargo con toda la pompa, arriando la bandera británica e izando la india. Con la formación militar de honor pertinente. Así, asumió como jefe del Gobierno Sri Pandit Jawaharlal Nehru con el virrey saliente, lord Luis Mountbatten. La India es soberana independiente pero se incorpora a la Comunidad Británica de Naciones. Gandhi y Nehru fueron pragmáticos y lograron arriar para siempre la bandera británica de la India, ocurriendo lo mismo luego en Pakistán y Bangladesh.
No es arriba de un ring de boxeo en el que vamos a encontrar una solución definitiva para las Islas Malvinas.
Con el absoluto respeto que me merecen las opiniones del doctor Cesar Lerena, el diputado Guillermo Carmona y los cancilleres argentinos de los últimos 70 años, estoy convencido que mientras no nos sentemos a negociar diplomáticamente con paciencia, imaginación y pragmatismo ingleses, isleños y argentinos, este asunto no tendrá solución; el tiempo no corre a favor de Argentina.
Todas esas declaraciones unilaterales citadas más arriba como la Declaración de Ushuaia sirven para el público argentino, no para resolver el conflicto.
En todo proceso negociador se deben atravesar tres etapas: acercamiento, diálogo y negociación. Entonces, comencemos por el principio: una “Casa Argentina” en las islas nos acercará, para poder después dialogar. Luego en última instancia negociaremos. Todo lo demás ya lo probamos y no funcionó.
Gandhi fue pragmático. Para ser un buen principista muchas veces hay que caminar por el sendero del pragmatismo.
*El autor es Diplomático de carrera jubilado