La exitosa serie de Netflix “Gambito de Dama”, inspirada en la novela homónima de Walter Tevis, pone en evidencia la pasión que puede generar el ajedrez. Este juego ha permanecido en el tiempo por casi dos milenios y ha atravesado diferentes geografías y culturas. El tablero y sus piezas dan cuenta de un sistema político, social y militar que experimentaron tanto sociedades orientales como occidentales. Su universalidad, en tiempo y espacio, es indiscutible.
Regresemos a nuestro territorio. En Godoy Cruz, en la década del 30 un joven de 17 años llamado Manuel se inició en esta práctica acompañado por su hermano mayor.
Su primera competencia transcurrió en una peluquería, ubicada entre las calles Leguizamón y Perito Moreno. Se organizó un torneo y ganó el premio que consistía en ocho cortes de cabello.
Aquel joven, con el paso de los años, se convirtió en Maestro de ajedrez nacional, latinoamericano e internacional. Creó un sistema que consistía en una singular forma de apertura del juego, sobre la cual se han publicado los libros “Sistema Pereyra y el ajedrez mendocino”, “Ataque Pereyra” y “Sistema Londres/Pereyra”.
Fue reconocido también en su tierra como “Gloria del deporte mendocino” por el Gobierno provincial y el Círculo de periodistas, en 1983.
Pereyra Puebla transcurrió su existencia en Godoy Cruz. Nació en calle Colón y vivió en el barrio bancario. Su ciudad natal fue el entorno propicio para el despliegue de su inteligencia ajedrecística. Participó jugando en un club de barrio y en el tradicional Club Godoy Cruz Antonio Tomba.
Este último en la década de 1950 era integrante de la Federación Argentina de Ajedrez. Trabajó en YPF y por algunos períodos fue destinado a localidades alejadas. Esto le impedía continuar con su juego en forma presencial. A instancias de Héctor Decio Rossetto, ajedrecista argentino y gran maestro internacional, se hizo socio de la Liga de Ajedrez por Correspondencia, en 1950.
Así comenzó a practicar esta modalidad. Su hijo Daniel Pereyra recuerda: “En esos años la llegada del cartero era un momento esperado y emocionante. Los tiempos entre una jugada y otra eran extensos. Un campeonato mundial llegó a durar cuatro años. Y mientras esperaba con paciencia la carta, se dedicaba a investigar en el juego”.
Eran épocas en que el correo argentino y mundial funcionaba a la perfección. La carta en papel era un medio de conexión internacional.
Se contactó con jugadores rusos, irlandeses, cubanos, checoslovacos, alemanes, italianos, entre otros.
Manuel sugería a sus competidores que le enviaran estampillas con contenido de flora y fauna. Así tuvo una gran colección con imágenes exóticas, seguramente admiradas por filatelistas.
El ajedrez es universal y no requiere traducción. Sin embargo, Pereyra quería conocer el significado de los escritos que los competidores incluían en las cartas.
Una vecina del barrio godoicruceño lo ayudaba con las traducciones y así profundizó el afecto y la amistad con jugadores de diversos lugares del planeta.
En esta práctica a distancia llegó a ser campeón argentino y panamericano y séptimo jugador del mundo de ajedrez por correspondencia.
Un amigo y campeón mendocino, Gabriel Massut, recuerda que en los torneos que compartió con Manuel, sus partidas llamaban la atención y la admiración del público por la “calidad de sus combinaciones”.
Relata la anécdota de un estanciero de Marcos Juarez (Córdoba) y aficionado ajedrecista que como agradecimiento a las bellas partidas del Maestro, lo invitó a pasar unos días en sus tierras.
También rememora que visitar su casa en la calle Cabildo Abierto al 400 era entrar en el “mundo ajedrecístico y te mostraba las más exóticas partidas que estaba viviendo en todas partes del mundo”.
A partir de lo expuesto pensamos que un merecido homenaje realiza la Municipalidad de Godoy Cruz al haber inaugurado un paseo con el nombre “Manuel Pereyra Puebla (1916-1997). Maestro Mendocino de Ajedrez” en el Parque Mitre, el día 4 de diciembre de este año.
Las ocho mesas con tablero y una escultura de una pieza de ajedrez dan cuenta de este nuevo rincón para la práctica del juego ciencia.
El ajedrez requiere discernimiento, pasión, estudio y creatividad. Visualizarlo como medio y no como fin en sí mismo abre un campo de posibilidades educadoras.
Citamos algunas de las habilidades que permite desplegar este juego: desarrollar el juicio crítico, plantear caminos alternativos, saber administrar el tiempo, aprender del error, comprender el sentido de la anticipación y la sorpresa, crear de la nada y volver a empezar.
Un testimonio lo da Daniel Pereyra quien afirma que su padre fue autodidacta y nunca especulaba con ganar sino disfrutaba del ingenio que requiere cada paso y del aprendizaje durante el proceso.
La historia del Maestro y este nuevo espacio de la ciudad de Godoy Cruz seguramente serán un estímulo y fuente de inspiración para que adolescentes, jóvenes y adultos se incorporen a esta práctica.
*El autor es Presidente de la Junta de Estudios Históricos.