Finalmente, se conocieron cuántas hectáreas fueron afectadas al 100% por las heladas tardías que causaron estragos a principios de noviembre. El número es bastante superior al planteado en una primera instancia y, según datos del ministerio de Economía, unas 51 mil hectáres perdieron toda su producción. Un problema que se deberá sortear durante la próxima temporada. En detalle, los datos del Gobierno de Mendoza indican que hay 20.884 hactáreas perdidas de frutales y 30.921 hectáreas perdidas de vid.
En tanto, con algún tipo de afectación, hay en vid unas 63 mil hectáreas afectadas en total. Por lo tanto, si tenemos en cuenta que, según el Observatorio Vitivinícola, hay 148 mil hectáreas con vid, estamos suponiendo que alrededor del 42% de la producción total de uvas de la provincia va a tener algún tipo de pérdida de rendimiento por las heladas.
Las bodegas que conocen esta realidad de antemano ya salen a hacer sus apuestas. Es más, tal como publicó Los Andes en ediciones anteriores, asegurarse la materia prima hoy es tarea primordial. Muchos saben que además de los problemas directos por las heladas, en los viñedos que quedaron tocados, el corrimiento plantea otro interrogante.
Está claro que este es el año del productor, tal como se ha dicho en otras oportunidades. Sin embargo, hay muchos interrogantes de cara al escenario 2023. Y otro de ellos puede ser entregar la uva sin precio, a cuenta de supuestos buenos valores que finalmente las bodegas no convalidarán en las liquidaciones, y terminarán sorpendiendo en su buena fe a los productores.
Pero también hay otro interrogante, que lo plantea la macro. La inflación, la caída del poder adquisitivo y los embates que tiene la economía argentina, plantean cuánto del aumento deseado por los productores finalmente será absorvido por los consumidores finales.
Según explica hoy el presidente de Acovi, Fabian Ruggeri, el fantasma de las importaciones parece totalmente en el pasado, con la falta de dólares del BCRA. El único fantasma que acecha es el de la caída del consumo en el mercado interno. El 75% de nuestros vinos se venden en Argentina y una baja en el consumo puede tensar aún más a las estructuras del sector.
