En mis estudios universitarios de grado, 1953/1956 y de doctorado, 1965, Universidad Nacional de La Plata, aprendí Finanzas y Derecho Financiero y Política Económica respectivamente. En las Universidades se enseña que cuando particulares y empresas programan sus gastos, primero analizan cuáles son sus recursos y conforme a ello fijan sus gastos, cuidando con minucia no gastar más de lo que se tiene porque de lo contrario el concurso o la quiebra son posibilidades ciertas.
En el Estado se tenía como dogma que primero se fijaban sus gastos y luego se proyectaban los recursos. Es decir el Gobierno fijaba arbitrariamente los gastos y luego proyectaba los recursos existentes o a crearse para afrontarlos. El Estado se presume solvente, nunca puede ser declarado en quiebra y siempre dispone de recursos. Esto me parecía absurdo pero no lo cuestioné como alumno ni como profesor luego, porque los académicos de la época peronista así lo enseñaban.
Es interesante analizar en qué contexto se introducía este dogma mentiroso en la política. Desde principios del siglo XX la inflación era del 1% al 2% anual. Desde 1946 en la Presidencia de Perón comienza a incrementarse y cuando es derrocado en 1955 se registraba una inflación del 12,3% anual, por primera vez en la historia. Ello se corresponde con el crecimiento notable del Estado y del gasto público desorbitado.
El 24 de abril de 1946 se nacionalizan los depósitos bancarios de los ahorristas y se ordena a los bancos encajarlos (de encaje) en el BCRA. De esta forma Perón desde el 4 de junio podía obtener dinero abundante sin tener que endeudarse. Los bancos fueron meros intermediarios a comisión entre los ahorristas y el gobierno. Las entidades financieras dejaron de serlo para convertirse en subordinadas del gobierno, quedando los particulares y las empresas desfinanciadas.
Creció abruptamente el Estado y el empleo público –para colocar a los adictos al régimen- y Perón puso dinero en los bolsillos de la gente. Así se engañaba con un bienestar falso porque no había crecimiento genuino mientras acrecía el déficit fiscal, la inflación y la decadencia. El elevado riesgo país impedía el préstamo de terceros, y la insoportable presión impositiva, curva de Laffer, impedía el aumento de impuestos. Restaba solo la emisión monetaria y así comienza la historia de la decadencia que padecimos hasta diciembre de 2023.
Desde 1946 la inflación, el gasto y el déficit fiscal no cesaron. Para conjugarlo solo hay cuatro sistemas: pedir préstamos, aumentar los impuestos, emitir dinero para monetizarlo o los tres juntos. Esto hizo la Argentina, pero los aumentos impositivos solo llegan a un nivel tal que si se supera, la presión es tan fuerte que la población deja de pagarlos (Laffer); la magnitud de la deuda aumenta el riesgo país y los bancos y gobiernos extranjeros dejan de prestar. Resta la emisión monetaria que desboca la inflación como única salida y así se hizo.
Durante 77 años, peronistas salvo Menem, radicales, militares y kirchneristas en especial, han aplicado el dogma mentiroso del gasto público ilimitado fijado en el presupuesto anual, al que se denominó LEY DE GASTOS. Así descendimos de los primeros lugares en el mundo al puesto 140 y más bajo.
Hoy Javier Milei es Presidente y tiene muchos defectos humanos. Algunos de mucho peso como los insultos indiscriminados que incentivan a algunos opositores a criticarlo severamente. Y otros porque temen que su gobierno tenga éxito y ellos desaparezcan de la política, intentan derrocarlo mediante acciones violentas o juicio político. Martín Lousteau y sus afines votan todas sus iniciativas en contra o proyectan leyes para retornar al déficit fiscal como la de jubilaciones y desacreditar la gestión del gobierno.
Por supuesto la libre expresión y la crítica son esenciales en una democracia. Sin ellas, solo hay dictadura y totalitarismo. Pero hoy en el país algunos pretenden retornar a la inflación, al déficit fiscal, a los negociados, a la pobreza e indigencia y tantas otras calamidades que hemos padecido por décadas y nos dejaron sin futuro y sin esperanzas. Actúan en forma antidemocrática encubierta en una falsa libertad de expresión.
En la presentación del presupuesto 2025 el Presidente anuncia muchos cambios importantes. Pero en esta materia no he visto comentarios y sí solo menciones al pasar. Dice Milei que de ahora en adelante el Presupuesto no fijará gastos que no sean cubiertos por impuestos pre existentes que no aumenten la presión fiscal ni el déficit inflacionario.
El Pacto de Mayo prohíbe el déficit fiscal a cumplir por todos los funcionarios. El irresponsable Lousteau presentó con el kirchnerismo un proyecto de ley de jubilaciones con déficit fiscal y por eso fue vetado correctamente.
Esto es un cambio de 180 grados con relación a la mentira que vivimos durante 77 años. Es posibilitar el crecimiento sostenido sin inflación y con todas las ventajas ya conocidas del nuevo orden que vivimos, que es el de los países del primer mundo. La libertad de expresión y la crítica constructiva contribuirán sin dudas a este elevado propósito.
* El autor es Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.