Rodolfo Suárez dejó fuera de discusión una opción que podría ser atractiva. Sostuvo que “no se van a poder cerrar las calles para poner mesas. Sólo lugares que ya tienen espacios habilitados van a poder trabajar al aire libre”.
La afirmación llamó la atención. Es que en ciudades con mayores índices de contagio y muchísimo más movimiento que el del área metropolitana de Mendoza, sí han logrado algún punto de equilibrio entre la salud y la economía.
Para muestra un botón. En la ciudad de Nueva York (NYC), lo que podríamos llamar uno de los epicentros de la pandemia, donde la crisis causada por el coronavirus obligó a más de 16.000 restaurantes a cerrar sus puertas, las calles se pusieron a disposición de la economía y la salud.
¿Cómo? Se cerraron más de 110 kilometros de calles (70 millas) para permitir el distanciamiento social de los transeúntes, tener más espacio para bicisendas (muchos lo eligen como medio de transporte para evitar el transporte público) y además comidas al aire libre, según relata el New York Times. No todas las calles están cerradas al 100% sino que en la mayoría de ellas el Estado le otorgó a los restaurantes el espacio que se utiliza para estacionar autos. Entonces si bien prescinde del ingreso que generan los parquímetros a cambio el movimiento económico gastronómico le genera más ingresos por otro tipo de impuestos. Por lo tanto, podríamos hablar de que el Covid trajo una reinvención radical de verano al trazado urbano de una de las ciudades más icónicas del mundo.
Las nuevas salidas “al fresco”, tal como se conocen en Estados Unidos, son la nueva normalidad. Es cierto que quizás sólo se pueda sostener en época estival, ya que se sabe del inverno riguroso en aquella región pero hoy constituye una opción para los que generan trabajo y necesitan seguir en pie.
En el área metropolitana de Mendoza con una importante caída en la cantidad de tráfico, la idea implementada en Nueva York, quizás pueda ser una opción. Cabe recordar que en nuestra provincia ya cerraron, según los datos del gremio de gastronómicos publicados por Los Andes, 200 bares y 2.000 personas perdieron el trabajo en ese rubro, por lo que es poco probable que ese sector pueda seguir resistiendo más restricciones sin que, al menos, se ofrezcan otras posibilidades.