Messi es Marco Aurelio

Messi es el capitán de un ejército de amigos y su liderazgo lo ejerce de manera horizontal. Cree en el arte, él es el arte. Es equilibrado. ambicioso y sereno.

Messi  es Marco Aurelio
Meesi y la Selección Argentina. Foto: EFE/EPA/Ronald Wittek

Después del Mundial de Fútbol 2006, en el que Italia venció a Francia y se coronó campeón, escribí el artículo “Zidane es Camus”. En esa final Zidane le da un cabezazo al pecho a Materazzi. Este hecho me permitió establecer una relación filosófica entre Zinedine Zidane y Albert Camus. Ambos franceses de origen argelino, ambos vinculados claramente con España, el futbolista, ídolo del Real Madrid, se casó con Verónique Fernández, que es hija de padres españoles y con quien tuvo hijos españoles. La madre del escritor, Katerine Sintés, también era española. El amor de su vida, María Cáceres, nació en España. Ambos comprendieron el sentido estético de la existencia, a través de sus acciones vitales y del fútbol, ambos comprendieron el “absurdo” de todo y el valor de la rebeldía como distracción valiosa hasta esperar la muerte. Zidane lo hace desde su juego exquisito, desde su embestida contra el pecho del italiano y contra todo el catenaccio como sistema del antifútbol, en la final y en su despedida de la práctica profesional. Camus lo hace desde su propuesta poética y literaria, desde su resistencia al fascismo, desde su rebeldía hacia cualquier autoritarismo.

Lionel Messi es el protagonista casi exclusivo de las noticias deportivas del mundo, desde hace quince años, incluyendo la obtención del título de Campeón en la última copa disputada en Qatar.

Aquella relación establecida entre Zidane y Camus se repite una vez más, pero ahora en Messi. Camus en El mito de Sísifo, piensa a la Historia como una repetición abstracta de circunstancias y piensa que cada cobardía, cada traición o cada heroísmo, se reitera de un modo idéntico y permanente a través del tiempo.

Con estas ideas se me ocurre pensar ahora en Messi. Y en Marco Aurelio, el Emperador que nos regaló sus “Meditaciones”, un compendio de pensamientos estoicos.

Es natural que alguien crea que el hecho de comparar a Messi con Marco Aurelio sea una exageración, pero no soy un profesor de cultura grecolatina ni un especialista del fútbol.

Me animo a vincular el fútbol y la filosofía gracias a las palabras de mi amigo Enzo: “en la exageración está dios”. Y lo hago, por ahí hasta veo algún dios en el cielo.

Hablaré del Emperador en tiempo presente, solo como para traerlo más cerca en mi relato sin necesidad de remontarme diecinueve siglos hacia atrás. Y también para confundir, y sobre todo, para confundirme.

Marco Aurelio inaugura un nuevo estilo de mando en el Imperio. Es quien mejor reconoce todos los campos de acción. Es práctico en la lucha y no se rinde nunca. Cree en el arte, ayuda a los artistas. Es equilibrado y mesurado adentro y afuera de la batalla. Ambicioso. Sereno. Magnánimo con el vencido, respetuoso de sus costumbres y tolerante de su religión. Introspectivo, sabio, valiente, prudente. Está siempre cerca del soldado en el lecho de muerte, y codo a codo con el que defiende o ataca. Juega con las palabras y con los conceptos para encontrarle un sentido a la vida. Navega libre en un mundo de ideas. Festeja los triunfos y sufre las derrotas junto a sus súbditos. Pacífico en tiempos de paz y letal en tiempos de guerra.

Messi recorre con su mirada toda la cancha, camina en círculos irregulares por el centro, se desmarca con sigilo, es libre, sabe dónde está cada uno de los otros veintiún jugadores y espera el momento. No finge nunca y nunca se rinde. Siempre juega. Es equilibrado y mesurado, adentro y afuera de la cancha. Da indicaciones precisas, con gestos o con frases cortas. Es introspectivo, sabio, valiente, prudente. Cree en el arte, él es el arte. Festeja sus goles abrazado a sus compañeros. Ambicioso. Sereno. Está en todos los partidos y transmite calma y entusiasmo en los vestuarios. Es pacífico, y de golpe, como un depredador serial, arremete letal. Es el capitán de un ejército de amigos y su liderazgo lo ejerce de manera horizontal.

No veo en la historia un gobernante o un futbolista que se les parezcan. En este preciso instante, mientras escribo, se me confunden. Y si la historia es circular o reiterativa, puedo decir que Messi es Marco Aurelio o que Marco Aurelio es Messi. Para mí, a partir de ahora será lo mismo expresarlo de un modo o de otro.

Hernán Casciari tiene un relato en el que identifica a Messi como un perro, de hecho lo llama “Messi es un perro”. En este maravilloso relato el lector desprevenido, al principio no entiende nada, y esto el escritor lo sabe, teniendo en cuenta que a los que juegan mal al fútbol se les dice “perros”. Pero el perro al que Casciari iguala con Messi no es de éstos que nadie elige. Es otra clase de perro, podría fantasear con el perro sagrado de los egipcios, o con Buck, el perro extraordinario de El llamado salvaje de Jack London. No, el escritor lo iguala con el perro amado de cualquier ser humano. Sugiero leer o escuchar el relato de Casciari, pues no quisiera ingresar en la horrible categoría de ser un spoiler literario.

Messi o Marco Aurelio, son y serán personajes que la historia nos regaló para que tengamos la posibilidad de pensar y repensar nuestra conducta vital, nuestros procesos reflexivos, nuestra misión, nuestro esfuerzo diario y nuestras aspiraciones espirituales más nobles.

* El autor es escribano público.

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