Que el régimen de Maduro haya adelantado la navidad a octubre, no es ridículo, sino absurdo. Y eso es más grave.
Ridículo fue afirmar que Chávez se le apareció convertido en pajarito. Obligar a los venezolanos a festejar la navidad dos meses antes de la fecha en la que el mundo evoca desde tiempos remotos el nacimiento de Cristo, es más oscuro, porque es absurdo.
El absurdo siempre fue un rasgo del totalitarismo, por eso las más reveladoras descripciones de la dictadura absoluta se dieron en el terreno de la ficción literaria, con El Proceso, de Kafka, y 1984, de George Orwell.
En su novela “Las dos muertes de Simón Bolívar”, Mario Szichman le hace decir al Libertador en su agonía: “lo que me preocupa no es la muerte, sino la inmortalidad, que impide a una persona descansar tranquila en su tumba”. Seis años después, un acto delirante de Hugo Chávez le dio la razón al lúcido escritor, haciendo desenterrar a Bolívar para que se le practique una segunda autopsia que probara la teoría del asesinato y descartara la de muerte por tuberculosis.
La transmisión de esa autopsia relatada por el relato del exuberante líder caribeño dio la razón a la denuncia que había hecho el general Baduel tres años antes, cuando renunció como ministro de Defensa.
Mario Baduel se bajó del escenario del poder diciendo que el chavismo había iniciado una deriva totalitaria. Aquella decisión inició el calvario que acabó matándolo en una prisión del régimen. La familia no cree que haya muerto de covid, como dice la versión oficial, pero aún si fuera cierto, lo visible era la debilidad y el deterioro que le había causado su encarcelamiento, primero en esa mazmorra del Sebín al que llaman “La Tumba” y ésta en el sótano del cuartel general del aparato de inteligencia, y luego en la prisión de el Helicoide.
Sin libertad ni derechos murió el preso político más célebre de Venezuela. El padecimiento y la muerte del general Baduel prueban el brutal envilecimiento del chavismo, que bajo el liderazgo de Maduro alcanzó su mayor nivel de criminalización.
El robusto militar que murió esta semana, a los 66 años, había estado entre los cuatro fundadores del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), que luego se rebautizó el Movimiento V República y convirtió a Chávez en presidente.
Por oponerse al plan de rebelión contra el gobierno democrático ejecutado en 1992, fue marginado de la dirigencia chavista. Pero su fuerte vínculo con el líder se restableció cuando, en 2002, encabezó el grupo de militares que rescató al mandatario apresado por militares golpistas que posibilitaron al empresario Pedro Carmona proclamarse presidente de facto.
Primero se negó a acompañar al comandante en una aventura golpista y después lo salvó de un golpe de Estado. Y por haberlo rescatado, lo que implica haber salvado al gobierno chavista, Hugo Chávez lo nombro ministro de Defensa. Sin embargo, en el 2007, a poco más de un año de haber asumido el mando de ese poderoso ministerio, renunció diciendo que el presidente había iniciado una deriva autoritaria que podía desembarcar en el totalitarismo.
El precio que pagó por haber dado aquel paso, fue altísimo. Se lo acusó de haber realizado, como ministro de Defensa, actos de corrupción para apropiarse de casi cuatro millones de dólares y se lo encarceló en la prisión militar de Ramo Verde.
La acusación parecía absurda. Si el general Baduel se hubiera quedado con semejante fortuna malversando fondos del Ministerio que encabezaba, no habría renunciado al cargo que le daba poder. Y mucho menos hubiera acusado al todopoderoso Chávez de iniciar la construcción de un régimen autoritario. Haber renunciado denunciando el giro autoritario del líder bolivariano, implicó su paso desde el poder al infierno.
Posiblemente es cierto que usó la libertad condicional que le concedieron en el 15 para acercarse a la disidencia o, incluso, para conspirar contra Maduro. No obstante, Maduro encabeza una dictadura que aplastó a sangre y fuego protestas masivas, colmó las cárceles de presos políticos, destruyó PDVSA y causó una diáspora de dimensiones bíblicas.
No es incoherente que el militar que se opuso a un golpe y frustró otro golpe, haya intentado luchar contra una dictadura. Por esa razón el régimen chavista volvió a encarcelarlo en el 2017, acusándolo de traición a la patria y de instigar a la rebelión.
En las cárceles abarrotadas de Maduro ya murió una decena de presos políticos. Baduel era el más revelador de los casos de encarcelamiento por demandar democracia. Su vida en la historia del movimiento bolivariano muestra el envilecimiento del chavismo. Y su muerte certifica la criminalidad del régimen.