El 10 de septiembre, el empresario sudafricano-estadounidense Elon Musk, dueño de SpaceX, anunció que adelantará sus planes para priorizar la exploración de Marte, con la meta de enviar una nave en 2026 y lograr para 2030 que un astronauta pise el planeta. Además, proyecta construir una ciudad autosuficiente en Marte hacia 2045, promoviendo la idea de convertir a los humanos en una especie multiplanetaria. A pesar de que varios países como EEUU, China y Rusia enfocan sus esfuerzos en la Luna, Musk insiste en que Marte es el objetivo principal.
No obstante, su proyecto enfrenta algunas críticas, como las de la científica de la NASA Michelle Taller, quien advirtió que la radiación espacial haría que la misión fuera “suicida” al exponer a los astronautas a graves riesgos de salud.
Sin embargo, Musk continúa adelante, destacando la reutilización de los cohetes Starship para reducir costos y acelerar la carrera espacial. Además de su rol en SpaceX, Musk impulsa otros proyectos innovadores, como Neuralink, que busca potenciar la inteligencia humana mediante chips cerebrales, y Starlink, que ya tuvo un papel clave en la guerra de Ucrania. También enfrenta desafíos, especialmente tras la compra de la redo social X (ex Twitter), lo que ha generado tensiones políticas y legales en todo el mundo. Musk, identificado con la derecha radical, apoya abiertamente a Donald Trump, quien ha prometido darle un rol importante en su eventual gobierno para modernizar y hacer más eficiente el Estado.
En América del Sur, las relaciones más relevantes de Musk se dan con Brasil y Argentina. En ambos casos hay un trasfondo político. Brasil va a elecciones de medio mandato el próximo 6 de octubre y Musk se ha involucrado en este proceso. Cuando gobernaba Jair Bolsonaro el empresario lo visitó, como hacía con otros líderes políticos del mundo. Combinaba por un lado los intereses de sus empresas y sus afinidades políticas por el otro. Es claro que la relación política entre Trump y Bolsonaro sigue vigente.
Musk ha entrado en un conflicto abierto con el gobierno de Lula. Decenas de miles de partidarios del ex presidente brasileño se han manifestado en las calles a favor del empresario. El mismo juez de la Suprema Corte que ha impedido con su fallo la candidatura del ex presidente, Alexandre De Moraes, determinó la suspensión de la actividad de X, la red social de Musk, en el país, por negarse a aceptar la regulación de sus contenidos. El conflicto está en desarrollo. Musk parece haber flexibilizado su posición en aras de recuperar el acceso de su red social al mercado brasileño. Cabe señalar que Brasil es el primer país de América Latina por población, territorio y PBI.
En la oposición se dice que la decisión de De Moraes tiene que ver con la próxima elección. El actual ministro de Justicia y ex integrante de la Corte, Ricardo Lewandowski, ha dicho que este conflicto se asemeja al ocurrido entre la empresa china TikTok y el gobierno estadounidense. Agregó que “es el mismo brazo de hierro que De Moraes está teniendo con X de Musk, que supuestamente estaría al servicio de grupos de extrema derecha, para divulgar esta ideología extremista”.
El presidente argentino Javier Milei tiene a Elon Musk como un aliado político, como se puso en evidencia en el tercer encuentro entre ellos que tuvo lugar en Nueva York el 23 de septiembre. Es una actitud coherente con el alineamiento de ambos con Donald Trump frente a la elección presidencial estadounidense.
El contenido del encuentro fue difundido por redes sociales. Las cuentas asociadas a Milei dijeron que fue una “gran reunión con Elon Musk: conversaron sobre el proceso de desregulación que se está llevando adelante, de todos los detalles del RIGI, de las implicancias de la Ley Bases y del camino que está recorriendo la Argentina en su regreso a la normalidad”. También fue difundida una foto en la que Musk usó una gorra con la consigna “Make America Great Again”, el eslógan electoral de Trump.
En el conflicto del empresario sudafricano-estadounidense con el gobierno brasileño, Milei apoyó enfáticamente al primero. Su versión del encuentro en las redes sociales fue que “el presidente Javier Milei está haciendo un trabajo increíble, devolviéndole la grandeza a Argentina”. Musk tiene así al gobierno de centroizquierda brasileño como un oponente en América del Sur y al de Argentina, expresión de la derecha radical regional, como un aliado político. En paralelo, los negocios de Musk se van extendiendo: X no quiere abandonar el mercado brasileño y en Argentina puede tener interés en el litio, mineral que en 2050 Estados Unidos consumirá siete veces más que ahora.
En conclusión, a pesar de las críticas y los desafíos políticos, Elon Musk sigue avanzando con su ambiciosa visión innovadora mientras consolida sus influencias empresariales y políticas en América del Sur.
* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.