La presunta disponibilidad de fondos, en dólares, que se debían aplicar a la construcción del Embalse de Portezuelo del Viento han despertado el ingenio y la codicia de políticos, empresarios y oportunistas de siempre.
La primera reflexión que se le viene a la mente de una persona como la que escribe, que ha pasado los ochenta, es el cuento de la lechera que leíamos en los libros de lectura (entonces se leía) en la escuela primaria, hace de estos más de siete décadas. Recordando, de memoria, la lectura cuenta la historia de una joven que porta, sobre su cabeza, un cántaro de leche, recién ordeñada, y se dirige a venderla. Va cantando e imaginando las cosas que hará con el dinero que va recibir. En su ensoñación de cada vez más proyectos, olvida cuidar el cántaro que cae al suelo se rompe y se pierde la leche.
Valga el pedagógico cuento de la niñez para recordar que aún no tenemos el cántaro lleno y saber si lo podremos vender.
Entre los ya varios proyectos he leído en algún medio que un economista asesor del Justicialismo, propicia recrear el Banco de Mendoza, como banco estatal, para cambiar y ampliar la “matriz productiva” de la provincia.
Es notable la vocación no sólo de políticos, sino de muchas personas, por encontrar en los fracasos del pasado soluciones para el futuro. Parece que nada enseña la historia, que nada aprendemos de ella, siendo una las disciplinas mejor desarrolladas por la humanidad.
Pensar en destinar (a recrear un Banco) parte de los fonos, insisto aún no cobrados en su totalidad por el resarcimiento a la provincia, provocados por los regímenes de promoción económica a las provincias vecinas, es un despropósito que no resiste el menor análisis.
Detrás de estos propósitos están siempre las ideas del “realismo mágico” latinoamericano” aplicado a la economía. Gente que cree que el crédito es un instrumento mágico que pueden fabricar los gobiernos. Que no requiere que para que haya crédito primero debe haber ahorro. Y que para dar crédito debe haber “sujetos de crédito”. Es decir empresas y personas solventes, que a juicio de los bancos y entidades financieras van a poder devolver el crédito.
En la Argentina y en Mendoza sobran bancos y hay crédito para quienes encuadran en la categoría de sujetos de crédito., es decir que lo van devolver.
Los que sueñan con los “créditos blandos”, otorgados a tasas negativa de interés y que además “saben” que no los van devolver que sigan soñando, como la lechera. A fines de 1996 se privatizaron los dos bancos estatales, Mendoza y Previsión Social. Se unificaron y quebraron poco tiempo después Desde entonces hasta ahora en un cuarto de siglo, Mendoza ha transformado la vitivinicultura, igual que el turismo y otras activividades, sin bancos oficiales.
Una curiosidad he leído por ahí que señala que el Banco de San Juan da ganancias, es privado desde 1996.
Finalmente, y especialmente a los Justicialista que tienen estas iniciativas les recomiendo leer el libro del ex Gobernados Arturo Lafalla “Utopía y realidad. Testimonio de un Gobernador (1995-1999), pag. 319 en adelante- Y recorrer la lista de deudores que fundieron el Banco de Mendoza y comprobar que buen parte de ellos también se fundieron.
Esta es la enseñanza de la historia.