Malargüe parece destinado a ser el epicentro de los mayores conflictos políticos con la Nación que debe enfrentar nuestra provincia. Al freno de Portezuelo del Viento, que logró el peronismo pampeano ni bien asumió el Frente de Todos a nivel nacional, se suma ahora el controvertido otorgamiento de tierras a comunidades mapuches. En base a los antecedentes por lo sucedido en provincias patagónicas, una suerte de imposición de límites por parte de la Nación en pleno territorio provincial.
Un asunto sorpresivo para la gestión de Rodolfo Suárez con dos rápidas interpretaciones. Por un lado, la necesidad de actuar rápidamente en el campo legal para frenar la embestida nacional dispuesta a través del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). Toda suspicacia es válida, sin ninguna duda. Con intenciones o no, se pone en aprietos a la administración de Juntos por el Cambio más importante en el país después de la Capital Federal.
La armadura que desde lo legal encabeza el ministro Víctor Ibáñez, en este caso en conjunto con el fiscal de Estado y el asesor de Gobierno, permite esperar de parte de la Provincia una estrategia judicial importante. No se debe dejar de lado el reclamo de los sectores privados invadidos por la medida, los primeros en alzar la voz.
Y la segunda mirada de esta cesión de tierras está dirigida al terreno preelectoral. La situación planteada le permite a Suárez reforzar su postura crítica hacia las decisiones de la Nación con respecto a Mendoza y profundizar la prédica contra las intenciones y acciones del kirchnerismo.
Y se puede especular aún más. ¿Potencia este conflicto las posibilidades de que el senador Alfredo Cornejo sea el candidato a gobernador de Cambia Mendoza? El hecho le da una oportunidad de mostrar su impronta, mucho más enérgica en lo discursivo, obviamente, que la del Gobernador. Ya lo hizo con este tema de las tierras y hasta sorprendió por la opinión que dio a conocer el viernes, en la que no ahorró calificativos críticos sobre la gestión de Alberto Fernández con relación a nuestra provincia.
En realidad no tendría nada que ocultar, sino ratificar lo que muchos esperan en la UCR. Cuenta con el apoyo explícito de Suárez, que lo propuso y lo espera ansioso para que ordene a la dirigencia partidaria hacia abajo y comience a caminar por la provincia ya como postulante a la Gobernación.
Por otra parte, a raíz de la adjudicación de tierras en el sur provincial se advirtió una suerte de tregua en la fuerte interna del oficialismo ante la postura crítica hacia el Gobierno acentuada por Omar De Marchi. Se trata de un tema que es común a ambos partidos. Pero del lado del Pro prefieren no hablar de calma en la disputa existente; en todo caso como un espejismo motivado por un asunto indudablemente grave en cuanto a la integridad territorial mendocina. Cada uno a su manera, De Marchi y Cornejo se han constituido en la voz cantante de la resistencia política mendocina al avance nacional sobre superficies altamente productivas.
Por parte del justicialismo local, evidente incomodidad para salir a criticar a la Nación, salvo en el caso del intendente Emir Félix, crítico con argumentos jurídicos importantes.
Tampoco se esperan rápidas definiciones por parte del lujanino con respecto a la posible alianza que encabezaría, con más razón luego de que el propio De Marchi señalara públicamente que puede esperar hasta mediados de abril para definir la pertenencia o no de su partido a Cambia Mendoza. Esto lo sostuvo luego de la publicación del decreto que formaliza el calendario electoral provincial. Pero, al expresar que “los plazos los fija la ley, no las personas…”, volvió a criticar públicamente la decisión de la UCR de exigirle que el 15 de este mes diga qué va a hacer su partido en lo electoral.
“Todo está cada vez más roto. Siguen haciendo picardías”, se limitan a decir en el entorno del armador político de Rodríguez Larreta cuando se trata de indagar sobre la relación con la UCR local. Es que del lado del Pro miran con inquietud los movimientos del radicalismo en el tironeo por la captación de partidos de los denominados “chicos”, en juego de cara a las elecciones.
Y así como del lado de De Marchi atribuyen gran parte de la virtual ruptura de la coalición a actitudes herméticas de los radicales, éstos no dejan de mirar con alguna preocupación los efectos que puede dejar una verdadera disolución de la alianza entre la UCR y el Pro. Porque si bien Alfredo Cornejo partiría en su casi segura postulación con un margen de intención de voto importante, no deja de preocupar la deserción, si ésta se confirma.
Se puede pensar en un debilitamiento que reste votos a Cambia Mendoza. Tal vez por ello los fantasmas del kirchnerismo vuelven a aparecer en cada arenga radical. Probablemente no esté en riesgo una nueva gestión, pero sí, por ejemplo, el refuerzo de mayorías legislativas que la UCR anhela obtener para poder destrabar el abordaje de proyectos que la oposición frenó sistemáticamente en todo este tiempo.
Del lado de De Marchi, reiteran que de ningún modo avanzarían con una posible ruptura si existiese alguna posibilidad de triunfo del kirchnerismo en la provincia. Y una de las inquietudes es tratar de mantener el equilibrio legislativo, independientemente de un triunfo o una derrota electoral, para evitar un manejo institucional discrecional por parte del radicalismo.
En cuanto al peronismo, se estudia más de un escenario interno de cara a las elecciones. Todavía es posible pensar en un mano a mano, en las PASO, entre una lista puramente kirchnerista y otra representativa de los intendentes no K, los tradicionales “caciques”. Esto podría ser a todo o nada; el que gana avanza hacia las generales y el que pierde… ¿acompaña?
Sin embargo, muchos siguen alentando la unidad partidaria para intentar, por lo menos, mejorar electoralmente luego de una histórica seguidilla de resultados adversos en la provincia. Obviamente, acordar significa respetar la opinión de Anabel Fernández Sagasti, referente a ser escuchada en cualquier negociación.
En cuanto al ya lanzado Martín Hinojosa, es respetado por su trayectoria política y su capacidad profesional y podría ser parte en cualquier intento de negociación, incluso como integrante de una fórmula.
En el PJ son varios los que insisten con la posibilidad de que se llegue a dar en las elecciones provinciales un escenario de tres tercios, algo que antes de la crisis en Cambia Mendoza nadie esperaba. Es una pequeña ilusión para algunos peronistas.
De todos modos, la primera apuesta es lograr que se retengan las seis intendencias en las elecciones municipales desdobladas. Las perspectivas son favorables para todos, tanto para los que buscarán la reelección como para los que lo intentarán por primera vez aun siendo una suerte de delfines de arraigados líderes, como Righi, Félix y Aveiro. En el caso de San Rafael, si a Emir busca reemplazarlo su hermano Omar, que ya fue intendente, no estaríamos hablando de un delfín político sino de un claro caso de cacicazgo compartido.
Tanto en el oficialismo como en la oposición casi nadie duda de que difícilmente alguna intendencia cambie de signo político este año. Y por eso en el PJ ninguno descuida lo que tiene. Un ejemplo es el del maipucino Matías Stevanato, que luego de recibir en su despacho municipal al gobernador Suárez, que hizo en la semana una recorrida por zonas afectadas por las últimas tormentas, partió hacia Buenos Aires y obtuvo de la ministra Tolosa Paz una millonaria suma para hacer frente a los problemas que generó el fenómeno climático en la producción. Beneficios de la pertenencia política y de no ser K en este caso puntual.