En la historia de las palabras, encontramos elementos compositivos que se repiten y que permiten desnudar su valor semántico. Hoy quiero centrarme en dos grandes grupos de términos: los optimistas, que aluden a un amor o afecto, y los pesimistas, que se refieren al dolor, a una aversión u odio. Para ello, los agruparemos según estos elementos: en primer lugar, tomaremos el elemento compositivo que indica amor. Si se encuentra ubicado al principio del término, lo encontramos como ‘filo-’, con el valor de “amigo”, “amante”. Este elemento deriva del griego “phylos”. Así, ‘filosofía’ y ‘filósofo’ respectivamente, serán por su etimología “amor por la sabiduría, por el conocimiento” y “amante de ellas”; un ‘filántropo’ será el que se distingue por el amor hacia sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad; la pasión por la música será la ‘filarmonía’, con su adjetivo ‘filarmónico’; un ‘filatelista’ será el amante o aficionado a los sellos de correo. Quien se dedica a la ‘filología’ será aquel que se consagra al estudio de una lengua.
Pero hay vocablos que se relacionan con otra etimología: el griego “phylon”, que significaba “raza” y lo encontramos en ‘filogenia’, parte de la biología que se ocupa de las relaciones de parentesco entre los distintos grupos de seres vivos. También, hay palabras que empiezan con ‘filo-’ derivado del griego ‘phyllon’, con el valor de “hoja o lámina”, como en ‘filófago’, que es el animal o insecto que se alimenta de hojas. Finalmente, hay vocablos que tienen este comienzo, pero con una raíz latina, el sustantivo “filum”, que significaba “hilo”; se encuentra en ‘filiforme’, equivalente a “con forma de hilo”.
La idea de amor puede hallarse también en el sufijo ‘-filo, -filia’: ‘paidofilia’ o ‘pedofilia’, que se define como la “atracción erótica que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes”; el adjetivo correspondiente es ‘paidófilo’ o ‘pedófilo’. También, ‘bibliofilia’ que se entiende como el “amor o afición por los libros, en especial las ediciones que tienen alguna característica especial”; en relación con este sustantivo, se da el adjetivo ‘bibliófilo’. La ‘necrofilia’ es la atracción por la muerte o por alguno de sus aspectos; si se siente admiración por lo inglés o lo francés, se usarán, respectivamente, los sustantivos ‘anglofilia’ y ‘francofilia’, con los correspondientes adjetivos ‘anglófilo’ y ‘francófilo’. Quien se muestra aficionado a la cría y adiestramiento de las palomas será un ‘colombófilo’ pues se dedicará a la ‘colombofilia’, definida como el conjunto de técnicas y procedimientos relativos a ellas.
En cuanto a lo odioso, se puede encontrar en vocablos terminados en ‘-fobia’ que señala miedo, aversión, horror o repulsión; entonces, ‘agorafobia’ es un miedo irracional a los espacios abiertos; todo lo contrario será ‘claustrofobia’ o miedo a los espacios cerrados. Sus correspondientes adjetivos serán ‘agorafóbico’ y ‘claustrofóbico’. La ‘aracnofobia’ es el miedo a las arañas, mientras que la ‘acrofobia’ y la ‘hidrofobia’ señalan, por un lado, el miedo a las alturas y, por el otro, la fobia al agua. Si alguien tiene miedo a hablar en público, se dirá que tiene ‘glosofobia’. Y la aversión a lo extranjero se puede expresar mediante el sustantivo ‘xenofobia’, con su correspondiente adjetivo ‘xenófobo’.
A veces, el elemento que aporta el significado de “odio o aversión’ se encuentra al comienzo del término, con los vestigios del verbo griego “miséin” (“odiar”); así, ‘misantropía’ y ‘misántropo’, (“aversión al género humano y al trato con otras personas”); ‘misandria’ y ‘misándrico’ (“aversión a los varones”); ‘misoginia’ y ‘misógino’ (“aversión a las mujeres”); ‘misoneísmo’ y ‘misoneísta’ (“hostilidad ante lo nuevo”).
Por último, existe un elemento compositivo, ‘-algia’ que, añadido a una base, le conferirá a esta el sentido de dolor: el dolor de cabeza será ‘cefalalgia’; el de dientes o muelas, ‘odontalgia’; el dolor intestinal agudo es una ‘enteralgia’; el de la región lumbar será una ‘lumbalgia’, mientras que una ‘neuralgia’ se define como un “dolor continuo a lo largo de un nervio y de sus ramificaciones”. Otros dolores corporales pueden ser la ‘mialgia’ o dolor de los músculos, y la ‘otalgia’, que comúnmente llamamos “dolor de oídos”.
Pero el dolor puede abarcar no solamente lo físico: también atañe a los dolores derivados de la tristeza o de la ausencia. De allí ‘nostalgia’, que puede indicar tanto la pena por verse ausente de la patria o lejos de los familiares y amigos, como también la tristeza o melancolía que se origina por el recuerdo de una dicha perdida. Según la historia del término, ‘nostalgia’ explica el comportamiento extraño de algunos miembros de la Guardia Suiza y de los mercenarios cuando, lejos de su tierra, sentían melancolía por ella. Experimentaban una especie de enfermedad que, al volver a sus lugares de origen, desaparecía. Entonces, se crea el vocablo mediante la yuxtaposición de “nostos” (regreso) y “algos” (dolor), con lo cual se quiere significar el “dolor por regresar” o melancolía por la ausencia.
El adjetivo que señala al que padece nostalgia es ‘nostálgico’; pero, entre nosotros, hay un término que no figura en el diccionario académico. Se trata de ‘nostalgioso’, presente en una zamba tradicional, que cantaba “Nostalgiosa llevo el alma por las calles de la ciudad. Gusto a polvo mi silbido largo, suspirando zambas se me va”. Entonces, una reflexión más allá del amor, del dolor y del odio: “La nostalgia es una lima que elimina las asperezas de los viejos tiempos”.
*La autora es Profesora Consulta por la UNCuyo
