En un lugar de venta de música, le pido al vendedor unos catálogos de música coral. El empleado se sorprende por mi modo de hacer el pedido: “cedés” o “devedés”. En tono burlón, me responde y corrige: “cidís” y “dividís”. Entonces, al verlo reticente a aceptar mi modo de pronunciar, le digo si él sabe por qué nos referimos a un disco compacto con la designación “CD” y a un disco de video digital como “DVD”. Con alma docente, decodifico las dos siglas inglesas y añado: “Cuando usted dice el nombre de las letras en español, las llama “ce”, “de” y “ve”, según nuestro alfabeto”. Le recomiendo corroborar mis afirmaciones en el Panhispánico de dudas, donde figuran “cedé” y “devedé, como sustantivos escritos así, con todas las letras, con derivados, como “cedeteca” o “devedeteca”, respectivas colecciones de unos y otros.
Como profesora de español, considero un deber defender nuestra bella lengua. La globalización, el uso permanente de internet, el hecho de tener que presentar en las dos lenguas (español e inglés) los resúmenes de los trabajos para congresos, son realidades que nos llevan a pensar que no se trata de lenguas enfrentadas sino de lenguas que coexisten… Se trata de delimitar territorios.
Entonces, en el aula ocasional que es la calle, donde mucha gente debe aprender que la lengua es algo vivo y en permanente cambio, diferencio extranjerismos, préstamos y calcos.
Los extranjerismos son esas palabras viajeras que, provenientes de otras lenguas, no se han adaptado a las reglas de la lengua receptora. Deben escribirse en cursiva o en resalte tipográfico para indicar que no son españolas. Alguna bibliografía los llama “extranjerismos crudos”: software, copyright, ballet son muestras de esta categoría. En cambio, los préstamos son voces extranjeras llegadas de otras lenguas, con “carta de ciudadanía” en el idioma importador: paddle y ‘pádel’; scanner y ‘escáner’; stress y ‘estrés’; jambon y ‘jamón’; assúkar y azúcar… Finalmente, los calcos adoptan formas de otros idiomas y los traducen y modifican según los caracteres del español, como data bank o “banco de datos”, week-end o “fin de semana” (con su acortamiento, “finde”) y skyskraper o rascacielos.
Debemos lograr que no sean desplazados los términos netamente españoles por sus equivalentes extranjeros: ¿Por qué decir performance si se puede decir, según los contextos, “desempeño, actuación, resultado”?
Mi defensa del español abarca tres consejos: usar adecuadamente los extranjerismos; adaptar las voces extranjeras a las normas españolas y, si existen equivalentes en nuestro idioma, no vacilar en usarlos.
Sabiamente, Ivonne Bordelois en La palabra amenazada nos dice: “… La música poética de cada idioma es intransferible y conviene colocarse en el ánimo de poder admirarlas a todas y a cada una en su particular esplendor. […] De modo que bienvenido el inglés junto con todas aquellas lenguas que nos ayuden a ampliar nuestra acústica poética. […] La oreja argentina es una oreja poliglótica: admite y absorbe préstamos e imágenes que van paulatinamente confiriendo una tonalidad particular a nuestro hablar”.
* Producción y edición: Miguel Titiro