Bueno es conocer dónde estamos parados. ¿Dónde estamos parados? El mundo está cambiando, en algunos lugares hasta se permite el fútbol, que es un deporte de fricción. Difícil que pasen cinco minutos de un partido sin que exista un foul. En las aglomeraciones de un córner pasa de todo. Tocaditas, patadas, agarradas, capachitos con chiflido, de todo ocurre dentro del área con los que esperan la pelota bombeada. Es un peligro para el contagio, sin ninguna duda.
Pues en varios países la pelota ha vuelto a rodar, por ahora sin público o con pancartas y videos que hacen de público sin la presencia física de los hinchas porque eso sí sería parecido a un suicidio en masa.
Es probable que lo mismo ocurra en nuestro país, donde por ahora, recién están permitidos los entrenamientos en conjunto. Pero el tiempo pasa, los pedidos se acumulan y en algún momento van a tener que atenderse las súplicas.
El problema no es solamente de dirigentes y jugadores. El problema es de los hinchas que están acechando con las ganas crecientes de que el juego se inicie. Ustedes vieron que hay hinchas que no pueden contenerse. Son fanáticos y, si no van a ver al club de sus amores, es como si les amputaran las ganas; se quedan sin motivación. Imagínense cómo estarán después de 80 días sin fútbol. Ya se han trepado las paredes varias veces.
Veamos cómo resulta la experiencia en los países que están en pleno ejercicio. El fútbol alemán, por ejemplo, que fue uno de los que dio el puntapié inicial. Veremos. Para eso hay que esperar. La consigna es esperar.
La cuestión es cómo mantener los planteles sin ingreso de dinero o con ingreso casi nulo. Esto se está sintiendo y seguramente habrán tratativas para acomodar las cargas.
Alemania ya se largó, ya se largó Bosnia, se están por largar España e Italia también. Pero el virus sigue haciendo de las suyas y estos regresos no hacen más que mejorar las posibilidades del virus para que se imponga.
Mientras tanto, a guardar las banderas y las pancartas. Las camisetas pueden ponérselas pero al “cohete” porque muy pocos se las ven.
La pasión de multitudes va a tener que seguir esperando. La gente de televisión que cubría los partidos, cientos de ellos, también están esperando el regreso porque no tienen qué hacer; ni siquiera pueden filmar el futsal. Están al “cohete” como la NASA.
¿Cuándo volveremos a ver estadios colmados hasta la mollerita con gente subida al alambrado (hasta que no se bajen no empieza) y los cánticos, algunos verdaderamente ingeniosos, que bajaban de las tribunas atiborradas?
Porque hay que tener en cuenta el público. El público es parte esencial del fútbol, lo que le da marco de una poderosa ceremonia.