Mi amiga extranjera, muy aficionada a los paseos, se sorprende y no entiende cuando sus amigas la llaman “pata de perro”. Enseguida, alguien le explica que, en varios países hispanoamericanos, se llama de ese modo a la persona callejera o a la que le gusta mucho estar fuera de su casa, pasear y salir de viaje. En otros lugares de América, esta característica se designa como “pata de chucho” y “pata caliente”.
Una vez más, comprobamos la profusión de frases que se conforman alrededor de un término, en este caso, el sustantivo “pata”.
Si tengo mala suerte, exclamaré, seguramente, que ando de “mala pata”, mientras que si hago algo inoportuno o equivocado, se dirá que “metí la pata” y, si esa conducta se reitera, si soy habitualmente indiscreto o inoportuno, se dirá que soy “metepatas”. Y al hecho en sí, se lo denomina “metida/metedura de pata”.
Es desagradable observar el paso del tiempo por las arrugas que se forman, con los años, en el ángulo externo de cada ojo. A ellas se les da el nombre de “patas de gallo”. Esta misma locución puede usarse para aludir, coloquialmente, a un despropósito o a un dicho necio e impertinente: “¡Sale a veces con cada pata de gallo!”.
Hay dos expresiones que hacen referencia a la cojera de una persona: una es “pata de palo”, para designar la pieza de madera que suple la pierna faltante; la otra es “pata galana”, que se refiere a una persona coja o que tiene una pierna encogida. Y también se usa “a la pata coja”, como locución adverbial, que indica que se lleva una pierna doblada o encogida y que se salta sobre el otro pie. Y hablando del modo de andar de una persona, se dice “en/a cuatro patas” cuando lo hace con pies y manos en el suelo.
Si nos encontramos muy contentos, diremos en forma coloquial que “bailamos en una pata”; si debemos volver andando porque carecemos de vehículo o medio de movilidad, lo indicaremos con la locución coloquial “a pata”, distinto de la expresión “a pata pelada”, con el valor de “con los pies descalzos”.
Nos gusta dormir profundamente y este modo de hacerlo se indica con la locución “a pata ancha”.
También nuestras conductas se señalan con locuciones en que aparece la palabra “pata”: si nos hemos rebelado en forma violenta contra algo o contra alguien, diremos que “echamos las patas por alto”; si una persona nos descubre intenciones que deseaba mantener ocultas, diremos que “nos enseña su pata” o que “saca su pata”.
En Chile, cuando alguien adula a otro pues hace o dice algo que presuntamente lo halaga, se afirma que “hace la pata”. En cambio, “hacer la pata ancha”, coloquialmente, tanto en nuestro país como en Uruguay, es “enfrentar una dificultad o un peligro”. ¿Qué significa la locución “patas arriba”? Puede aludir al desorden de un lugar en el que todo se encuentra al revés; pero, además, manifiesta el desconcierto o trastorno de algo.
Se puede aludir a nuevas dificultades que surgen y se van añadiendo a otras que ya existían: se usa, en ese caso, “otra pata le nace al cojo”.Dos situaciones negativas se ven en sendas locuciones: la expulsión de alguien de un lugar se dice “poner de patitas en la calle”; la muerte o término de la vida también encuentra una locución, “estirar la(s) pata(s)”.
Existe una locución, “ser la pata del diablo”, con valor coloquial, que se puede decir de una persona muy divertida o simpática o de un niño muy travieso. Si a alguien se le desea provocar la ruina moral, se dirá que se le “serruchan las patas”.
Un riesgo cercano o su amenaza se señala con una expresión coloquial propia, nuevamente, de la Argentina y Uruguay: “Verle las patas a la sota”, equivalente a “ver alguien las orejas al lobo”.
De esta palabra “pata”, presente en tantas locuciones, nos dice el diccionario que su origen es incierto; pero hay una segunda entrada, de la que se indica que proviene del italiano “patta”, con el significado de “empate”. Por eso, cuando en un juego el resultado queda empatado, se dice “¡pata!”. Asimismo, encontramos con este sustantivo la locución “pata es la traviesa”, aplicable a una situación en que una persona ha engañado a otra y esta, a su vez, ha sido engañada en otra cosa.
Nos queda por determinar qué significado tiene para nosotros el verbo “patear”, que se vincula al primero de los sustantivos “pata” que hemos considerado, por lo que su primer significado es “dar golpes a alguien o algo con los pies o con las patas”: “He pateado la pelota para que cayera en la acequia”. También, puede indicar que se golpea el suelo con los pies en señal de desaprobación de un discurso, una pieza teatral u otro espectáculo: “Inmediatamente, el público marcó su descontento pateando con fuerza el piso de madera del teatro”.
Coloquialmente, se habla de “patear” cuando se alude a recorrer un largo trecho caminando y también a andar mucho haciendo diligencias, para conseguir algo: “Tuve que patear bastante para encontrar lo que buscaba”.
Otras veces, se usa “patear” para indicar el daño que un alimento nos produce en el aparato digestivo: “Tanto chocolate le pateó el hígado”.
A veces, una descarga eléctrica puede indicarse con este verbo: “El aparato mal enchufado me pateó repentinamente”.
Hay una locución que se vincula al hecho de diferir o postergar algo: es “patear para adelante”, definido también como “procrastinar”, esto es, “dejar al futuro los problemas que no se pueden enfrentar en el presente”. Así, “Vamos pateando para adelante vencimientos y obligaciones”.Y la expresión “patear el tablero”? En Chile, Bolivia, Argentina y Uruguay, significa “ocasionar el fracaso de un proyecto voluntaria o involuntariamente”, pero también “desapegarse de las normas o de lo pautado o previsible, para innovar y hacer cosas diferentes”. La expresión provendría del juego del ajedrez.Por fin, veamos otros vocablos relacionados: “patiza”, “pateadura” y “pateada”. Los dos primeros poseen el mismo valor como “acción de patear” y como “reprensión o refutación violenta y abrumadora”: “Recibió una feroz pateadura de la que no se va a olvidar con facilidad”. En cuanto a “pateada”, aparte de tener los valores de “pateadura”, en Argentina también puede indicar una caminata: “Nos dimos una linda pateada para llegar hasta acá”.
*La autora es profesora Consulta de la UNCuyo