En estos días el Gobierno Nacional pretende impulsar una ley para gravar, lo que según su criterio resultan ser las “Ganancias inesperadas” de algunos sectores de la industria, empresas o comercios, que, supuestamente, producto y/o durante la pandemia y como efecto de ésta, se vieron beneficiados más allá de sus expectativas.
Es por cierto más que evidente, que aún si ello hubiera sido así, el porcentaje de hipotéticos beneficiados, resulta ser ínfimo en relación a la gran cantidad de instituciones de cualquier tipo que han sido seriamente perjudicadas por la situación imperante durante los últimos dos años.
Ahora bien, en términos económicos, no existen las mal llamadas “Ganancias inesperadas”, desde que cada integrante de la cadena comercial y productiva siempre tiene la expectativa y esperanza de procurar y lograr mayores ganancias y beneficios.
De ahí que permanentemente se tratan de ampliar rubros, abrir mayor cantidad de bocas de expendio o sucursales, incrementar la publicidad, modernizar flotas y maquinarias, capacitar personal, etc..
De este modo, siempre existieron, según las épocas y circunstancias, ramos o rubros, a cualquier nivel, que se perjudicaron o beneficiaron en mayor medida que en tiempos anteriores.
No es una situación extraña que hayan épocas malas para determinados sectores, ya sea por factores climáticos, económicos y de todo tipo; eso bien lo saben los productores agropecuarios, vitivinícolas, gastronómicos, turísticos e innumerables actividades más.
En síntesis, existen mejores y peores temporadas, pero nunca inesperadas, sino previsibles.
Que un fabricante de barbijos, lavandina, alcohol u otros pocos productos se haya beneficiado un tanto más que en otro momento, no amerita en absoluto la imposición de un impuesto que no logrará otra cosa que agravar la difícil situación económica que afrontan la gran mayoría de los argentinos, víctimas cautivas de un desgobierno que no busca más que recaudar y perdurar, sin un rumbo cierto y propuestas claras que permitan vislumbrar con algún grado de éxito, cuál será el futuro de nuestro País y quienes lo habitamos.
La incertidumbre será día a día mayor en la medida que los que realmente trabajamos y producimos tengamos la carga de mantener la cantidad alarmante de planeros y subsidiados, que cada vez son más, aniquilando las arcas del Estado y oprimiendo a los cada vez menos contribuyentes, que afrontan permanentemente mayor cantidad de impuestos que aparecen como únicos y extraordinarios, pero siempre vienen para quedarse.
La realidad palpable es que nadie y sobre todo nuestros gobernantes, hablan o se han preocupado de las “Pérdidas inesperadas” que hemos sufrido el noventa y nueve por ciento de los que mantenemos a este país, cualquiera sea la actividad, incluyendo pymes, pequeños y grandes comerciantes, productores, industriales, profesionales, trabajadores independientes, empleados, etc., llegando al extremo de que muchos han tenido que cerrar sus puertas o irse al extranjero, sin obtener ayuda o incentivo alguno por parte del Estado.
Eso es lo verdaderamente inesperado e impredecible.
Basta de falacias y mentiras que ya nadie cree, no existe la mínima confianza en nada de lo que dice nuestro Presidente, quien simplemente gobierna una Nación como si viviera en otra.
*El autor es Abogado