Piel y huesos

Algunos refranes nos hacen reflexionar una vez más: “A otro perro con ese hueso”; La lengua, aunque no tiene huesos, los quiebra”; La envidia es carcoma de los huesos”.

Piel y huesos
"Es la piel la que envejece, jamás tu corazón".

Alguna vez hemos escuchado decir que una persona está extremadamente delgada y, cuando se la describe, se dice que “es piel y huesos”. Si analizamos por separado cada sustantivo de esta locución, vamos a encontrar que, connotativamente, hay expresiones con uno y con otro ( piel / huesos) que dan a entender diferentes realidades.

Comencemos por “piel”: todos conocemos su significado como el tegumento que se extiende sobre todo el cuerpo del animal; pero, también, es “piel” el epicarpio que cubre frutos como las ciruelas o los duraznos; además, una “piel” puede nombrar al cuero que ha conservado por fuera su pelo natural y que se usa para forros, adornos y prendas de abrigo.

Pero veamos el vocablo en locuciones con valores distintos: si digo que alguien “dio/soltó la piel”, significa que acabó su vida, locución que tiene como variante “dejar la piel”: “Dejó la piel haciendo, hasta último momento, lo que más le agradaba”. Además, esta expresión puede indicar que una persona se esfuerza al máximo en una actividad: “Busqué como compañera a Eugenia porque sé que ella deja la piel en su trabajo”.

Análogo, en el sentido de dejar la vida, es el dicho “dar/dejar/perder alguien el pellejo”. Por otro lado, “pagar alguien con el pellejo” significa “pagar con la vida”: “Pagó con su pellejo semejante acto de arrojo”. Sin llegar a la muerte, escuchamos que alguien “se juega el pellejo” para indicar que arriesga su vida.

Muy duro es decir que “se le quita la piel a tiras a alguien” ya que con ello estaremos diciendo que se lo critica con dureza: “Por favor, más moderación al hablar de su adversario, no le quite la piel a tiras”. En este sentido, como “murmurar malamente de alguien” o “criticar con crueldad a alguien”, pueden ser usados los verbos “despellejar” y “desollar”, que significan, literalmente, “quitar la piel”. Pero cuando decimos que una persona “se pone piel de cordero”, habremos insinuado que, bajo una apariencia bondadosa e inofensiva, está encubriendo propósitos negativos: “Tenga mucho cuidado con esa mujer ya que se pone piel de cordero y engaña a todos”.

Si ha habido un accidente fatal, pero mencionamos, al relatarlo, que tal o cual persona “salvó su piel”, significaremos que libró su vida de ese riesgo peligroso. Se dice también “salvar el pellejo”. Decir de alguien que es “la piel del diablo” será afirmar que es una persona revoltosa, traviesa, enredadora, que no admite sujeción: “No puedo soportar a ese niño porque es la piel del diablo” (piel de Judas). Hay frases famosas que nos hacen reflexionar: “Es la piel la que envejece, jamás tu corazón”. Con este pensamiento, se dice que es lo externo lo que va sufriendo el paso del tiempo pues el espíritu, representado por el corazón, se mantiene joven. “No vendas la piel antes de cazar al oso”. Esta paremia, incluida en el Refranero multilingüe, del Centro Virtual Cervantes, nos advierte contra la precipitación y el optimismo excesivos, porque primero hay que estar seguros de conseguir algo y no darlo por hecho antes de tiempo. ¿Qué frases encontramos con el término “hueso”? En primer lugar, para aludir a la lengua, en cuanto órgano de la palabra, usamos la expresión “la sin hueso”, que puede también escribirse “la sinhueso”: “Hacía mucho que no nos veíamos y estuvimos largo rato dándole a la sinhueso”. Cuando a una persona se le da un empleo o trabajo que resulta difícil de ejecutar o engorroso de cumplir, se usa la locución “dar un hueso que/para roer”: “Por favor, aunque sea dale a ese pobre hombre un hueso que roer”. Si se va a parar a un sitio, se dice “dar alguien con sus huesos en algún lugar”: “Después de probar en varias partes, Joaquín dio con sus huesos en ese inhóspito paraje”.

Al principio de esta nota, nos referíamos al modo de aludir a la extrema delgadez de alguien; podía ser “piel y huesos”, pero también puede decirse coloquialmente “en los huesos”. ¿Quién no ha tenido que salir bajo una intensa lluvia y se ha mojado completamente? En ese caso, se dice que la persona “se caló hasta los huesos”. Una paliza contundente se advierte al decir que a alguien “le molieron los huesos”. En cambio, la expresión “no dejar a alguien un hueso sano” significa no una golpiza, sino el hecho de una crítica que dejó en evidencia todos sus defectos: “Entre los dos, lo demolieron con comentarios muy negativos y no le dejaron un hueso sano”. Tiene el mismo valor decir “roerle a alguien los huesos”.

Dos locuciones similares muestran que una persona encuentra oposición en un adversario o tropieza con una dificultad para llevar a cabo algo que intenta; esas locuciones son “dar en hueso” y “pinchar en hueso”: “Fracasé en la tentativa pues di en hueso con tres opositores encarnizados”. Muchas veces, el cansancio nos vence, la fatiga nos rinde; entonces, lo manifestamos diciendo que ya “no podemos con nuestros huesos”: “Una jornada cargada de problemas y, luego, una áspera discusión me agotaron hasta el punto de no poder más con mis huesos”. Algunos refranes nos hacen reflexionar, una vez más: “A otro perro con ese hueso” ; “La lengua, aunque no tiene huesos, los quiebra” y “La envidia es carcoma de los huesos”. Analicemos su contenido: el primero se usa para responder a quien nos quiere engañar con una mala propuesta o intenta manipularnos con argumentos falsos. El segundo posee una variante que se encuentra en el citado Refranero multilingüe: “La lengua no tiene hueso, pero corta lo más grueso”, pues con las palabras se puede llegar a hacer un gran daño porque se hiere la sensibilidad del afectado. La tercera proviene de la Biblia (Proverbios, 14, 30): está basada en una metáfora porque, así como la carcoma es un coleóptero cuya larva roe y taladra la madera más dura, la envidia es una fuerza destructora que parece contaminar y destruir cuerpo y espíritu.

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