Todas las fuerzas minoritarias de Mendoza con representación en la Legislatura encendieron alarmas luego del resultado del domingo pasado, ya que estos sectores podrían quedarse prácticamente sin bancas en ambas cámaras en caso de repetir en noviembre los discretos resultados obtenidos en las PASO. No renovarían lugares y sólo seguiría dos años más, hasta finalizar su mandato, la actual diputada Mercedes Llano, del PD.
Si bien hay en la provincia ejemplos recientes de elecciones engañosas (bajos porcentajes de votos en las primarias y recuperación importante en las generales), en este caso se debe estimar que deberán hacer un gran esfuerzo las llamadas terceras fuerzas para buscar convencer a un electorado que votó mayoritariamente por el oficialismo provincial y que, además, ubicó al voto en blanco en tercer lugar en los comicios preliminares. Ese enojo ciudadano castigó claramente al justicialismo y no halló, por lo menos hasta ahora, nada atractivo en la oferta restante.
El de la tercera pata partidaria que no se consolida en la escena local es ya algo bastante reiterado, en especial desde que los demócratas fueron decayendo como propuesta para los mendocinos, incluyendo su incorporación al espacio liderado por el radicalismo hace ya varios años.
La triple pata partidaria fue una característica de nuestra provincia. Lo destacó en una entrevista a nuestro diario en mayo último el prestigioso historiador y politólogo Natalio R. Botana: “Mendoza se destacó en el país porque supo tener un sistema político de tres partidos”. Hizo referencia en ese momento a radicales, justicialistas y demócratas. Estos, aunque divididos, buscan socios para resurgir, mientras que otros sectores vienen pugnando desde hace más de diez años por anotarse en ese espacio.
Entre los que se propusieron jugar electoralmente la disputa del tercer lugar sobresalió el Partido Verde, una fuerza relativamente joven en la provincia motorizada por dirigentes que se suben a la escena local y que sumaron, en una interesante estrategia, a los ex socios políticos de José Luis Ramón en Protectora para que intentaran traccionar a través de las candidaturas nacionales. Es el caso de Mario Vadillo y Marcelo Romano. Entre preceptos ecologistas, la defensa del agua en la provincia y los intereses de los consumidores, en líneas generales, buscan una interesante amalgama que les deje rédito en las urnas.
Volviendo a los demócratas, otro de los espacios que más expectativa había generado fue Vamos Mendocinos, liderado por el PD, y al que se sumaron la Coalición Cívica y el Mendoexit, además de otras corrientes menores. Con su propuesta liberal, esta coalición apostó en las primarias a reeditar de algún modo el protagonismo del PD que añoran quienes ahora están en la conducción del antiguo partido. Una parte del resto de la dirigencia demócrata se sumó, como PDP, a la interna del oficialismo local, mientras que los llamados demócratas frentistas siguieron siendo parte del oficialismo, como también el Pro.
Cuando el principal referente del Pro en la provincia, Omar De Marchi, selló el nuevo acuerdo de distribución de candidaturas con Suárez y Cornejo, para continuar unidos, se esfumaron las ilusiones de los demócratas y sus aliados para que fuese el actual diputado nacional macrista quien liderara una gran propuesta liberal en las elecciones. El deseo, que movía a muchos, de una contienda mano a mano con el justicialismo por el segundo lugar quedó para otra ocasión. De Marchi y los suyos optaron por lo más seguro y conocido; en todo caso, para 2023 volverán a barajar.
Y si de liberales se trata, párrafo para el sector que condujo el bodeguero Vargas Arizu dentro de la interna de Cambia Mendoza. No logró la minoría en el oficialismo para las elecciones generales de noviembre, pero quedó en buena relación con el gobierno de Suárez y captó muchos más votos que Vamos Mendocinos, espacio con el que se identificó en lo ideológico. Sus integrantes, entre los que hay varios empresarios de nuestro medio, pretenden consolidar el espacio, pero pensando en constituirse en una nueva fuerza alejada de la dirigencia partidaria tradicional.
La izquierda mendocina (FIT) tampoco logró sobresalir en la medianía general del pelotón de aspirantes a terceros. Una elección floja para un grupo de dirigentes bastante consolidado en Mendoza, en especial a partir de aquella elección impactante de 2013 (Del Caño llegó a ser diputado nacional con el 14% de los votos), año en el que el FIT sí fue tercera fuerza. Sus candidatos deberán trabajarán mucho para mejorar en las generales y pelearle protagonismo al Partido Verde y otros sectores que también busquen remontar.
Incierto panorama para las opciones que encabezaron el médico Jorge Pujol y el dirigente agropecuario Carlos Iannizzotto, quien acredita una experiencia muy valorable como dirigente y es una voz de equilibrio entre las entidades del campo. Claramente, les faltó tiempo y estructura para explicar sus propuestas. A ambos los mueve una pertenencia peronista tradicional, no kirchnerista, que tal vez hubiese justificado una cruzada electoral en conjunto.
Lo que sí se puede deducir es que el casi 7% de votos que compartieron el domingo 12 le puede haber restado votos a la debilitada elección de las listas del kirchnerismo encabezadas por Anabel Fernández Sagasti, sin duda la más derrotada en estas primarias, y Adolfo Bermejo.