En los últimos meses, el “mercado” viene hablando de que hay que devaluar porque el tipo de cambio oficial está “atrasado” y que, si no lo hacen las autoridades económicas, ese mismo mercado terminará imponiendo “a la fuerza” dicha devaluación, que hasta incluso puede ser brusca y salvaje.
Ahora bien, es cierto que el tipo de cambio oficial (sin impuestos y adelantos de impuestos) está relativamente atrasado, pero un blue o marginal en los valores a los que llegó, implica que está sobredimensionado porque está sobrerreaccionando. Por otro lado, si observamos los “fundamentales” como el tipo de cambio real multilateral (TCRM) vemos que está un 22% por arriba de fines de 2015. Esto demuestra que nuestro problema hoy no es la competitividad.
Devaluaciones solitarias impuestas por el mercado, como ocurrieron en los últimos dos años (mediados de 2018 y 2019), sin políticas de acompañamiento para atenuar efectos negativos de la misma o incluso sin plan o programa económico, terminan generando consecuencias sumamente negativas para la economía en general.
Medidas puntuales y aisladas sin coordinación no generan el efecto deseado por las autoridades económicas, pero aún hay margen de maniobra. El inicio de las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), puede ser una oportunidad. Pero el clima de negocios se ha enrarecido por lo siguiente: la actividad económica se amesetó y no tenemos ese plan con consistencia en la política fiscal, monetaria, cambiaria y en la de ingresos.
Por eso la importancia de un programa económico integral porque, cualquier cosa que se haga, tiene que estar dentro de algo que me muestre consistencia de hacia dónde vamos a mediano y a largo plazo.
El Gobierno busca evitar la devaluación del dólar comercial, porque es totalmente cierto que esto es una pirámide de cartas: si quito una de abajo, se desmorona todo. Ahora bien, tampoco es ideal, como piden muchos, un mercado dual porque la historia económica argentina muestra que, cuando hay mercados duales, siempre corremos detrás de las expectativas y terminará llevando el dólar comercial al que es libre.
En este contexto, también hay que recordar que la pandemia (shock externo) impactó de una manera terrible en la economía de todos los países del mundo (en mayor o menor medida) y Argentina no fue la excepción. En materia económica, veníamos de dos años a los “tropezones” y en marzo la pandemia nos dio la “zancadilla” que nos terminó de hacer caer, económicamente hablando. Sin ir más lejos, en los últimos dos meses vimos devaluaciones (algunas mayores a la de nuestro país) en países de América Latina como, por ejemplo: en Colombia (la mayor devaluación en los últimos dos meses), México, Brasil, Perú, Chile, entre otros.
Sabemos que muchos de estos países tienen mucho más margen de maniobra que la Argentina y, además, que la pandemia los sorprendió económicamente “mejor parados”.
Por eso hoy se hace necesario un plan económico bien implementado para generar esa confianza que necesita ese mercado que pide una devaluación.
