Presupuestar implica cierto grado de futurología, es decir suponer una cosa sin existir certezas de que efectivamente se cumplirá. De aquí que la Ley de Presupuesto implica un gran desafío para todo Gobierno, porque de él depende en parte, el éxito de las políticas, programas y proyectos que se desarrollan y desarrollarán en la gestión. Además, es fundamental en el contexto actual de nuestro país porque es el cimiento desde dónde reconstruir la confianza y dar previsibilidad, para generar trabajo, promover inversiones y desarrollo genuino. Lamentablemente, el Presupuesto 2022 no está a la altura de los desafíos.
Lejos de la realidad
En primer lugar y a partir de la grave situación macroeconómica que atraviesa Argentina, en el Presupuesto hay una falta total de correspondencia entre los supuestos macro contemplados y la realidad. El Poder Ejecutivo afirma que ya ha definido el rumbo y las prioridades, pero ¿cuáles son? El Presupuesto no explicita la política monetaria, no hay proyecciones de los agregados monetarios ni de la tasa de interés, ni los principales componentes del balance de pagos externo, ni meta de reservas, aspectos fundamentales en todo plan económico y variables que están en la mesa de discusión con el FMI. Además, da por descontado un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que aún no se concreta. ¿Cómo se va a reducir la brecha cambiaria? No sabemos, porque la estrategia para reducirla no es un tema sobre el cual se dé certidumbre con una hoja de ruta consistente, creíble e integral.
A su vez, si nos guiamos por los datos que sí están se proyecta una inflación irreal. ¿Cómo puede reducirse una inflación interanual actual del 52% (INDEC) al 33% el año próximo en una economía que está fuertemente indexada, con tarifas y dólar atrasados? Es una buena declaración de intención, pero luce alejada de la realidad. En este contexto, sólo podría reducirse la inflación con más atraso tarifario y cambiario. Ambos aspectos se contradicen con el mismo Presupuesto, que asegura una fuerte caída en los subsidios energéticos (incompatible con más atraso tarifario) y un elevado superávit comercial externo mayor a USD 9.000 millones (incompatible con más atraso cambiario).
El Gobierno plantea una realidad muy distinta a las expectativas de mercado publicadas por el BCRA, las cuales proyectan una inflación interanual del 52% para 2022 y un aumento en el dólar del 55%. En este escenario, la subestimación de la inflación en 20 puntos del Presupuesto 2022 implicará un diferencial de caja por mayor recaudación que podría superar el 3% del PBI, cuya asignación no pasaría por el Congreso, y atentará contra el poder adquisitivo de las familias e incrementará la pobreza.
Mendoza relegada
En segundo término y como venimos advirtiendo desde hace tiempo, el impacto real que tiene el proyecto para Mendoza es bastante magro. Una vez más, nuestra provincia queda rezagada en la distribución de recursos nacionales, en especial para obras de infraestructura.
Si se analiza la Inversión Pública per cápita prevista según Provincia (Inversión Real Directa de la Administración Nacional más Transferencias de Capital); Mendoza se encuentra a la cola de la distribución, un 47% por debajo que el promedio nacional por habitante. Mendoza recibiría en 2022 el 2,3% de la Inversión Pública prevista en el Presupuesto 2022 a pesar de tener el 4,4% de la población nacional y aportar el 4% del PBI Nacional; una evidente asimetría que se profundiza y perjudica a todos los mendocinos.
Como conclusión, creo que el Ejecutivo Nacional desperdicia una muy buena oportunidad para validar con la oposición un plan creíble y realizable para el año venidero. Lamentablemente se avanza con un presupuesto inconsistente, desactualizado y por lo tanto poco creíble. Una lástima, porque el Gobierno hubiera salido fortalecido para discutir con el Fondo Monetario Internacional el mejor acuerdo para la Argentina.
*El autor es Diputado Nacional por Mendoza