Entre el 15 y 16 de septiembre tuvo lugar en La Habana la Cumbre del G-77 + China, que reúne al mundo en desarrollo, hoy identificado con el llamado “Sur Global”. El número responde a la cantidad de miembros fundadores del grupo, que se originó a principios de la década de los años sesenta del siglo XX, en 1964. Ahora está integrado por 134 países miembros, casi el doble que la cantidad original. Hoy reúne en conjunto al 80% de la población mundial y la mayoría de los países latinoamericanos lo integran. La voz del grupo hoy resulta decisiva en la Asamblea de Naciones Unidas, donde representa a dos tercios de los países miembros.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, participó de la reunión. Planteó que esta organización internacional siempre ha sido “el campeón del multilateralismo”. Exhortó a “revertir la injusticia y el olvido que ha ocurrido durante siglos y apoyen un sistema que sea bueno para toda la humanidad y no solamente para los privilegiados”. Participaron del Foro más de noventa oradores, entre jefes de Gobierno y representantes de Estados, desde Bolivia y Vietnam, hasta Laos, República Sudafricana e Irán. Habló también Mahmoud Abbas en representación de Palestina, quien reclamó a Israel por la ocupación del territorio.
Esta cumbre dio al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, un espacio para expresarse en el ámbito internacional. Sostuvo que el contexto mundial es de “crisis multidimensional”, sosteniendo la necesidad de “cambiar las reglas de juego” a favor de los países en vías de desarrollo. Cabe señalar que Cuba sufre la crisis económica más grave desde la caída de la URSS, que la financió durante la Guerra Fría.
En gran medida, el planteo de los BRICS, cuya Cumbre tuvo lugar semanas atrás en Sudáfrica, tiene como reclamo global el modificar la estructura internacional surgida de la Segunda Guerra Mundial. El mismo Guterres lo planteó, al decir que “muchas instituciones mundiales actuales reflejan una época pasada” y destacó la necesidad de actualizar el Consejo de Seguridad de la ONU, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
En la Cumbre G-77+China estuvieron presentes la mayoría de los países de la región, incluidos los presidentes de Brasil, Colombia y Argentina. López Obrador estuvo ausente. No es extraño. También lo estuvo en las Cumbres de los BRICS y del G20 realizadas hace pocas semanas. El presidente mexicano continúa la tradición de su país, que desde la segunda mitad del siglo XIX elude el protagonismo en el ámbito internacional.
Pero paralelamente, un gesto le dio centralidad: tropas rusas desfilaron en la capital mexicana al conmemorarse el día de la independencia, el 16 de septiembre. La declaración final de la Cumbre tuvo como referencia la subsiguiente Asamblea General de las Naciones Unidas. Sostuvo que “desde la Cumbre de La Habana, reafirmaremos nuestro compromiso con el multilateralismo, la cooperación y el desarrollo”, y exhortó a luchar contra “intereses mezquinos de quienes pretenden mantener inamovible el injusto orden económico actual”.
Lula tuvo un rol relevante en esta Cumbre como el país más representativo de América Latina. Defendió el alcance del grupo, porque tiene la “diversidad de la que carecen otros”. Dijo que desde que asumió su tercer mandato el 1° de enero de este año, había participado en diferentes foros del mundo emergente, como la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y los BRICS (que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), pero que no tienen la diversidad de este. También aprovechó para condenar el bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba, que se ha mantenido durante más de seis décadas.
Cabe señalar que, aprovechando la oportunidad, el presidente brasileño firmó acuerdos bilaterales con su par cubano, especialmente en el área de salud. El rol de China no fue protagónico. La diplomacia de Beijing, a diferencia de lo sucedido en los BRICS, fue más bien pasiva, sin señales de liderazgo. Ucrania no tuvo un lugar central. Rusia nunca integró el G-77 ni buscó con él una asociación especial, como sí lo hizo la potencia asiática.
El presidente Volodimir Zelensky tendrá un lugar central en la Asamblea de las Naciones Unidas, que comenzó el 18 de septiembre. Buscará apoyo para su posición en la guerra que libra contra Rusia, pero no le será fácil lograrlo en este ámbito. De los cinco miembros del Consejo de Seguridad no estarán los jefes de Gobierno no sólo de China y Rusia, sino también de Francia y el Reino Unido. Sí lo estará el presidente estadounidense.
Aunque puede decirse que en la Asamblea de la ONU es difícil obtener declaraciones concretas y operativas, Lula tuvo una reunión con su colega ucraniano, quien ha cuestionado en reiteradas oportunidades la neutralidad de Brasil, a la que considera un apoyo encubierto a Rusia.
Pero tanto la Cumbre del G-77+China como la Asamblea de las Naciones Unidas, han asumido el “Sur Global” como un concepto relevante en el ámbito internacional. No se trata de una caracterización precisa. No sólo comprende a los países que están al sur de la línea del Ecuador: toma en su totalidad a América Latina y el Caribe, África, Oceanía y el amplio continente asiático. En gran medida, coincide con las regiones representadas por el G-77+China. El propio portavoz del Consejo de Seguridad de los Estados Unidos, John Kirby, el día antes de iniciarse la Asamblea de las Naciones Unidas, reconoció que resulta necesario satisfacer la demanda de infraestructura que tienen los países del “Sur Global”.
* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.