El 20 de agosto se realiza la segunda vuelta de la elección presidencial guatemalteca, donde se da una competencia entre vieja y nueva política. La primera vuelta tuvo lugar el 25 de junio. En ella dos candidatos pasaron a la segunda: Sandra Torres, de la UNE, y Bernardo Arévalo, de Semilla. La primera es esposa de un presidente fallecido de origen socialdemócrata, pero que representa a la política tradicional, que en Guatemala está fuertemente cuestionada por corrupción. La Justicia, dominada por la política tradicional, intentó impedir que Arévalo pudiera competir en la segunda vuelta. Se trata de un candidato con un partido nuevo que desafía a la estructura política dominante. Las maniobras para impedir que pudiera competir originaron fuertes críticas de la opinión pública y presiones de la Administración Biden y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Guatemala tiene diecisiete millones de habitantes y un tercio de ellos están habilitados para votar. Es el país más poblado de América Central y el que tiene, además, el mayor porcentaje de población indígena y altos niveles de pobreza. La Administración Biden realizó ostensibles presiones y amenazas para permitir la candidatura de Arévalo sobre el presidente actual, Alejandro Giammattei, quien surgido como un outsider de la política, terminó acusado de corrupción y aliado con la vieja política. En estas presiones participó el Secretario General de la OEA, Luis Almagro. Este país integra junto a El Salvador y Honduras el llamado “Triángulo Norte” de América Central, relevante para Washington por el problema de la inmigración y seguridad.
Ese mismo día se realiza la primera vuelta presidencial en Ecuador, convocada por el presidente Lasso por un mecanismo constitucional que le permite convocar a elecciones presidenciales y legislativas. El presidente utilizó este recurso extremo, que se usa por primera vez, para evitar el avance de un juicio político para destituirlo, que había logrado el apoyo de la mayoría de los legisladores. Lasso decidió no presentarse a su reelección para el resto de su mandato. El país vive una situación caótica por la inseguridad generada por los carteles de la droga, habiéndose multiplicado por cuatro los homicidios durante los dos años y medio del gobierno del actual presidente. Ecuador tiene una población de dieciocho millones de habitantes, de los cuales votan trece millones. Al igual que sucede en Guatemala, la política está fuertemente fraccionada y en la última elección presidencial Lasso pasó a la segunda vuelta con sólo el 20% de los votos. La tensión y la violencia escalaron peligrosamente cuando fue asesinado el candidato Fernando Villavicencio a dos semanas de la elección. Se trata de un periodista que tuvo que salir del país durante el gobierno de Rafael Correa, de quien era uno de sus máximos enemigos. El partido designó para reemplazarlo a Christian Zurita. Los candidatos que están en los primeros tres lugares de las preferencias son Luisa González, que tiene el apoyo del ex presidente Correa; Jan Topic, un outsider de centroderecha y ex integrante de la Legión Extranjera francesa; y Yaku Pérez, un líder indigenista y ambientalista. Parece seguro que habrá segunda vuelta. El 14 de agosto, a menos de una semana de la elección, murió en un tiroteo en el norte del país Pedro Briones, dirigente del correísmo.
La elección presidencial de El Salvador tendrá lugar el 4 de febrero de 2024, en la que se presentará por su reelección el presidente Nayib Bukele. Este país también integra el “Triángulo Norte” de América Central y tiene una población de casi siete millones, de los cuales cinco millones y medio están habilitados para votar. Como sucede en toda esta región, la inseguridad es creciente y generalizada. El Salvador, Guatemala y Honduras -el presidente anterior ha sido extraditado a los Estados Unidos, acusado de vínculos con los carteles de la droga- tienen a la inseguridad como la demanda social dominante. Bukele, un presidente joven de 42 años que ha ganado una gran popularidad por sus políticas duras respecto a las “maras” -las organizaciones del crimen organizado que extienden sus redes a territorio estadounidense-, ha construido su popularidad con sus cuestionamientos a la clase política tradicional.
Por último, el 2 de junio de 2024 tendrá lugar la elección presidencial en México, cuyo presidente, Andrés López Obrador, domina la escena política con altos niveles de popularidad. El periodo presidencial en este país dura seis años y no tiene reelección de por vida. El presidente es un populista de buena relación con Estados Unidos. Hoy México es el principal socio comercial de este país, habiendo desplazado a China de esta posición. Pero la violencia y los carteles de la droga siguen siendo el principal tema para la sociedad. López Obrador constituyó un partido nuevo denominado MORENA, con el cual ganó las últimas elecciones presidenciales y ha gobernado el país con métodos autoritarios pero no violentos. En la oposición se encuentran el PRI -el partido que dominó la política mexicana durante casi todo el siglo XX-, el PAN de centroderecha y el PRD de izquierda tradicional. Los tres han formado un frente electoral unido para enfrentar al oficialismo, que va a realizar elecciones internas para elegir su candidato, de quien se presume será el próximo presidente. Los dos más relevantes son el ex canciller Marcelo Ebrard y la ex Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Este país tiene ciento treinta y cuatro millones de habitantes, de los cuales noventa y seis millones tienen derecho a voto.
* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.