Me quiero referir al tema tratado por diario Los Andes en su editorial del 8 de julio pasado.
Es muy probable que el mendocino medio en general desconozca sobre temas históricos de urbanismo y arquitectura. Además, las nuevas generaciones son de opinar que no vale la pena conocer el pasado… (lo pasado, pisado… y siempre es mejor empezar de nuevo) … que hay que concentrarse solamente en disfrutar el presente.
Si bien generaciones anteriores han tenido un criterio más conservacionista, podría afirmarse que el mantenimiento no es una virtud argentina. ¿Y eso a qué se debe? Muy simple. “Donde manda capitán, no manda marinero”. A toda autoridad o jefe de algo le “encanta” cortar cintas de nuevas construcciones… pero destinar fondos para mantener algo existente, y que hicieron otros, no se ve y no da réditos.
Aún en la época en la que vivió el arquitecto Daniel Ramos Correas también se proyectaban cosas que después los altos niveles políticos no valoraban totalmente, y hacían las cosas parcialmente o con grandes reformas. Así fue como, de los tres teatros al aire libre proyectados para el parque General San Martín, sólo se construyeron dos, que lamentablemente no han sido, ni son utilizados con la frecuencia y diversidad que permiten semejantes infraestructuras.
El arquitecto Daniel Ramos Correas fue uno de los muchos profesionales de la arquitectura y la ingeniería que hicieron grandes aportes al patrimonio cultural de los mendocinos, y que, sin embargo, las nuevas generaciones desconocen, no agradecen, no valoran y muchas veces, ni siquiera respetan.
Además de proyectos que aportaron a engrandecer y/o mejorar el patrimonio urbanístico mendocino, don Daniel realizó un gran número de proyectos de viviendas particulares, varias situadas en las cercanías del parque General San Martín y edificios para entidades bancarias, clubes, etc.
Otro gran proyecto de don Daniel fue el traslado del antiguo zoológico, situado en las cercanías de la rotonda Monseñor Orzali, a la falda Este del Cerro de la Gloria, donde aprovechó los desniveles naturales para armar un extenso circuito a lo largo del cual se distribuyeron los recintos para alojar los animales, cuevas y jaulas, de modo tal que dieran la sensación de que los animales estaban en libertad.
Hoy día, pese a que, en muchas grandes y medianas ciudades del mundo, siguen existiendo zoológicos no solo para que los seres humanos habitantes de esos grandes núcleos puedan conocer animales que jamás verían fuera de sus entornos naturales, sino también para conservar algunas especies en peligro de extinción, aquí parece que nos agrada ir en contramano.
Es más, yo arrojo un desafío a todos los municipios de la Provincia: releven todos los nombres de sus calles y evalúen ¿a quién y por qué los estamos honrando?
Al municipio de Capital, por ser el más beneficiado por los proyectos y obras, tanto oficiales como particulares, de este arquitecto, le preguntaría si cuenta con algún documento específico (libro, vídeo, imágenes, etc.) que recopile la vasta obra de Ramos Correas, y pueda ser mostrado a turistas y mendocinos interesados en la temática.
*El autor es ingeniero civil jubilado, exgerente de Gestión Hídrica en el Ente Regulador de los Servicios Sanitarios en la Provincia de Mendoza, desde 1995 hasta 2010; exjefe del Servicio Gran Mendoza de OSM entre 1992 y 1995. Profesor de la Facultad Regional Mendoza, Universidad Tecnológica Nacional.