Resiliencia de las dictaduras latinoamericanas

Si Maduro es reelecto en 2024, estará en el poder más tiempo que Chávez. Por su parte, el régimen cubano ha cumplido 65 años, sin que el sistema dictatorial se encuentre en riesgo pese a la crítica situación económico-social. En cuanto a Nicaragua, el régimen se mantiene y consolida, transformándose en una dictadura cada vez más autoritaria

Resiliencia de las dictaduras latinoamericanas
Miguel Díaz Canel, presidente de Cuba; Daniel Ortega, presidente de Nicaragua; Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. / Foto: Gentileza

La presidencia de Maduro ha cumplido 10 años, en un contexto de fuerte deterioro económico y social, pero de plena hegemonía política. Tras 14 años de Hugo Chávez en el poder y luego de su muerte en 2013, Nicolás Maduro, un hombre de origen sindical y del Partido Comunista, accedió al poder. Pese a las políticas económicas erradas de su predecesor, ratificó el mismo rumbo económico, pero pasando del populismo al socialismo. El PBI de Venezuela, que alcanzaba los 380.000 millones de dólares hace una década, se ha reducido a sólo 45.000. Era entonces el cuarto país de América Latina por el volumen de su economía después de Brasil, México y Argentina, pero ahora se encuentra entre los de menor PBI.

Uno de cada diez venezolanos ha dejado el país, constituyendo la mayor catástrofe humanitaria de la región. En el verano de 2019, la oposición que dominaba el parlamento, designó presidente interino a Juan Guaidó, que lo presidía. Logró ser reconocido por la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá y la mayor parte de los países de América Latina. Pero tras el éxito inicial, fue perdiendo fuerza, hasta ser destituido por la propia oposición. La clave del fracaso estuvo en su falta de apoyo militar. Washington dio por descontado que las Fuerzas Armadas se dividirían y ello provocaría la caída de Maduro. En los diez años de permanencia en el poder, para Maduro ha sido clave el apoyo militar y la colaboración de la inteligencia cubana. En última instancia, el modelo de dictadura totalitaria de Venezuela es el mismo que en Cuba. El giro de Estados Unidos, que acuciado por la guerra de Ucrania disminuyó las sanciones económicas a Venezuela, permitiéndole un acceso limitado al mercado del petróleo, ha permitido mejorar la situación macroeconómica, pero no la pobreza en la cual está sumido el país. Si Maduro es reelecto en 2024 -lo que hoy parece probable-, estará en el poder más tiempo que Chávez.

Por su parte, el régimen cubano ha cumplido 65 años, sin que el sistema dictatorial se encuentre en riesgo pese a la crítica situación económico-social. El bloqueo estadounidense se mantiene desde comienzos de la década del sesenta. La disolución de la URSS al iniciarse la última década del siglo XX puso a prueba la solidez del régimen. Pese a la pérdida del apoyo soviético y la crisis económica consecuente, el régimen se mantuvo, conducido con mano férrea por Fidel Castro entre 1959 y 2008, y luego por su hermano Raúl entre ese año y 2018. Tras su renuncia asumió el actual presidente, Miguel Díaz Canel, perteneciente a una generación que no participó en la guerrilla castrista. La economía cubana atravesó momentos muy difíciles, pese a lo cual el régimen sobrevivió.

En el siglo XXI fue estableciendo nuevas relaciones internacionales con China, Rusia e Irán, entre otros. Pese a los intentos de administraciones estadounidenses como la de Barack Obama de mejorar la relación bilateral, no se han logrado avances. La lealtad de las Fuerzas Armadas y la eficacia de los servicios de inteligencia han sido claves para el mantenimiento del régimen. El advenimiento del mundo digital no alteró esta situación. Inicialmente se pensó que este iba a debilitar al régimen, dando paso a cambios. Pero hoy Cuba reclama contra el “bloqueo digital” que le impone Estados Unidos, que percibe que esta herramienta hoy es eficaz en manos del gobierno para mantener y afianzar la dictadura.

En cuanto a Nicaragua, el régimen se mantiene y consolida, transformándose en una dictadura cada vez más autoritaria, con similitudes a las de Cuba y Venezuela. Ortega fue integrante de la guerrilla sandinista que combatió contra el régimen de Somoza. Fue presidente entre 1985 y 1990 por primera vez; entre 2007 y 2012 la segunda; entre 2012 y 2017 la tercera; entre 2017 y 2022 la cuarta; y desde 2022 la quinta. El autoritarismo se incrementa día a día y los presos políticos son centenares, como en Cuba y Venezuela, pero sobre una población cuantitativamente menor (Nicaragua tiene 6.600.000 habitantes, Cuba 11.100.000 y Venezuela 28.200.000).

Las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea no han sido eficaces para contener el autoritarismo creciente de Ortega, sino todo lo contrario. Desde un punto de vista estratégico, ha buscado en China, Rusia e Irán el mismo tipo de apoyo obtenido por Cuba y Venezuela. Pero paradójicamente, Nicaragua no ha salido del mercado común que funciona entre Estados Unidos y los países de América Central. La relación de Cuba y Venezuela con la Iglesia Católica es de tensión, pero en el caso nicaragüense es de ruptura. El papa Francisco, en coincidencia con el décimo aniversario de su elección como papa, reclamó por la liberación del obispo Rolando José Matagalpa, a quien Ortega acusa de ser figura central de la oposición. Se encuentra preso en una cárcel de máxima seguridad porque “quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio”, según dijo el jefe de la Iglesia Católica, quien también calificó de “dictadura grosera” al régimen nicaragüense. Sin llegar a romper relaciones con el Vaticano, Ortega las suspendió.

En definitiva, el tiempo ha jugado a favor de los dictadores.

*El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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